-19-

73 16 0
                                    

-Natasha-

Sentía la mirada de Wanda sobre mi desde el otro lado de la cocina haciendo té para el par de hombres aquí, jurando en mi cabeza que si esos ojos fueran armas yo ya estaría tres metros bajo tierra como un colador, siguiendo con mi juego nervioso de mis manos mientras regresaba mi mirada hacia el par de hombres frente a mi que me daban una ligera sonrisa, bajando de nuevo mi mirada a mis manos sobre la mesa antes de dar un ligero salto asustada cuando una taza de café aparece frente a mi antes de sentir a Wanda pasar a mi lado.

Vamos Natasha, ya estas grande como para tener miedo de este modo a una mujer así.

Wanda yo.. -me quede callada ante su matadora mirada.

Calladita me veía más bonita sentada en esta silla solo tomando de mi tacita de café.

Hija no seas así con Natalia, ella no es la culpable de esto. -murmuró Erik mirando a su hija.

No la intentes defender. -murmuró la castaña tomando su té.

No hija, es que tu padre no miente. -murmuró Charles buscando algo en su bolsillo.

Podemos disfrutar de este té en silencio, se los agradecería mucho. -no miro a nadie.

Wanda es que... -otra vez me encogí en mi lugar.

¡Dije que en silencio!, así que agradecería que ¡te callaras Natasha! -baje la mirada.

Wanda, no le hables así a Natasha. - la miró su padre con sorpresa.

Ya me amargaron mi té. -dejó de lado su taza levantándose de la silla

Caminando para marcharse si no fuera por el grito de su padre que la detuvo en la entrada.

Qué nombre acabas de decir. -preguntó mientras yo miraba al hombre con sorpresa.

Jamás fue el secreto de Natasha el que nos hizo venir aquí cuando nos enteramos de la desaparición de tu hija y tampoco fueron las noticias en los medios, fue esta pequeña niña la que nos hizo llegar aquí. -sonrió el hombre estirando una foto de Chiara con ellos.

Conocieron a Chiara. -pregunté con sorpresa tomando la foto.

Claro que la conocimos, una gran niña por cierto. -respondió Erik sonriente.

Pero cómo es posible eso. -preguntó Wanda sentándose a mi lado.

Pues fue gracias a unos correos electrónicos que compartimos desde hace algunos años, sin embargo nosotros en persona la conocimos los primeros días de Enero, llegó a nuestro hogar como las flores de la primavera y se marchó una noche como las hojas de los árboles en otoño por el viento. -suspiro Charles mirando un sobre en sus manos.

Se fue sin que lo notaran. -pregunté sintiendo un nudo en mi garganta.

Si, hizo eso pero al menos dejo esto para ustedes. -estiró el sobre.

Viendo a Wanda tomarlo con delicadeza, compartiendo un par de miradas entre las dos antes de sentirla pegarse más a mi, abriendo el sobre con mucho cuidado para sacar de ella una hoja con la escritura de nuestra hija por ambos lados, viéndola tragar saliva con dificultad mientras veía la hoja de papel con dolor en su mirada, tomando su mano para que me viera un par de segundos antes de asentir apretando mi mano para empezar.

Sabía que lo vendría en aquella carta dolería más que la vez que mire partir a nuestra hija.

Queridas Wanda Maximoff y Natasha Romanoff:

Si están leyendo esta carta es por que al fin he tomado la decisión de ser libre y romper con aquellas cadenas que me ataban a una familia en la que deje de ser bienvenida, una familia que me comenzó a tratar como si mis sentimientos no existieran cuando cumplí otra de las tantas peticiones de la única persona que durante mucho tiempo me vio como lo que realmente era, una integrante más de la familia que jamás debía de tomar todos aquellos deberes que me había impuesto tan pequeña con tal de ayudar a una madre soltera joven que aún no había disfrutado tanto de su vida; y si me refiero a una de las tantas peticiones es por que realmente esta era la última petición que durante mucho tiempo me pidió y habíamos dejado en el abandono cuando su salud fue en decadencia hasta matarla.

𝐌𝐨𝐫𝐚𝐥 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐒𝐭𝐨𝐫𝐲 ( 𝐆!𝐏)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora