DERECK
Trabajar con Natalie, pasar mi jornada con ella.
No sabía si la situación me alegraba o me imponía respeto, pero sí tenía algo muy claro: esto podía servir para que el ambiente entre nosotros diera el vuelco que necesitaba. Podía terminar de odiarme y alejarse de mí... o, quizás, podía suponer un rayo de esperanza entre nosotros.
Esperaba que fuera la segunda opción.
Cualquiera diría que esto había sido una estrategia mía para estar cerca suya, pero no. Muy lejos de la realidad. La noticia me había venido tan de sopetón como a ella. Ni siquiera me lo había podido imaginar aun cuando la abuela de Sean me había citado ayer para que hiciera una reserva y así comer con ella hoy. De hecho, había pensado que íbamos a hablar y aclarar algunos asuntos sobre el concierto de esta noche. Y, claro, una vez allí, frente al contrato y con el bolígrafo en mano... no me acobardé, firmé y decidí aceptar con todas las consecuencias.
Sabía que a Natalie no le iba a parecer bien, mucho menos a su compañero el pelirrojito... y, bueno, ¿qué decir de Thomas? Él, a pesar de no trabajar aquí, iba a poner el grito en el cielo al enterarse.
Pero me daba igual, me la soplaba. Esta decisión era completamente mía, sin presiones, chantajes ni nada por el estilo. Por una vez, había mirado por lo que YO quería y no por lo que los demás me obligaban a hacer.
Por una vez, joder. ¿Tan malo era?
Lo que sí había conseguido sulfurarme y cambiar un poco mi buen humor era la actitud de su dichoso amigo. Se creía muy listo al decirme que las oportunidades se ganan y llamarme pecoso... un intento de insulto de lo más absurdo e infantiloide. Pero bueno, le había prometido a Nat portarme bien, y al menos me di con un canto en los dientes de lo más satisfactorio cuando supe que no tenía que verle el careto por mucho tiempo más. Maggie le había mandado a cocina mientras que Nat y yo... íbamos a poder disfrutar de un buen trabajo en equipo. Solos, como debía ser.
Tras mi primera hora en aquel trabajo, tenía que admitir algo: lo había subestimado. Natalie había tratado de darme clases magistrales —y de pura teoría— sobre el funcionamiento del Presley's y yo, aburrido, le había pedido que por favor nos ciñésemos a la práctica. Muchas veces funcionaba mejor así. Para teoría y solo teoría, ya tenía mi carrera de derecho y todas sus infumables asignaturas.
Ser camarero y servir mesas bajo presión era algo más agobiante de lo que había imaginado en un principio. Tenía experiencia de la heladería, pero esto... abarcaba muchas más cosas. Las órdenes de Natalie eran claras y tajantes, y si me atrevía a demorarme mucho en hacer algo, su enfado podía llegar a dar miedo. Aun así, no podía evitar que me diera cierta ternura verla tan estresada y agobiada, a la par que centrada y mandona.
—Nat... en una de las mesas me han pedido un café descafeinado con leche —le dije en cuanto nos cruzamos.
Ella ni siquiera se paró a escucharme, sino que me echó una mirada llena de incomprensión y, antes de irse a llevar unas bebidas, me dijo:
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Desde que Tú no Estás. © #2
Teen FictionSegunda parte de "Desde que Llegaste". ¿Qué pasa cuando te reencuentras con tu exnovio? ¿Y cuando te das cuenta de que, a pesar del daño, tu corazón sigue sintiendo por él? Que nada sale como esperas y que todo vuelve a ser un caos. (Sinopsis comple...