Segunda parte de "Desde que Llegaste".
¿Qué pasa cuando te reencuentras con tu exnovio? ¿Y cuando te das cuenta de que, a pesar del daño, tu corazón sigue sintiendo por él?
Que nada sale como esperas y que todo vuelve a ser un caos.
(Sinopsis comple...
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NATALIE
Tras varios juegos, por fin acababan de desvelar la gran incógnita de la fiesta. ¡Iba a ser un niño! Ahora lo único que nos faltaba por saber, además de la posible fecha de nacimiento, era el nombre que tenían pensado.
Me había parecido oír varias opciones, desde Dylan y Evan hasta nombres españoles, pero aún no había nada decidido.
El matrimonio se fundió en un tierno abrazo nada más desvelarlo y, después, comenzaron los elogios y las felicitaciones de sus más allegados. Mientras, yo no podía evitar sentir la intranquilidad en mi interior: Dereck se lo había perdido. Por muy enfadado que estuviera con Tom y todo este asunto de nuestra relación secreta, este acontecimiento no era algo que le hubiera gustado perderse sin más. No sería propio de él y mucho menos después de lo avanzado con su padre. Ahora, todo parecía haberse ido al traste por este simple hecho: su ausencia.
Ya lo podía ver en el rostro de Edward. No paraba de buscar a su hijo con la mirada. Incluso cuando se dispusieron a dar el discurso familiar en el pequeño escenario improvisado, Dereck seguía sin aparecer.
¿Dónde se había metido exactamente?
Miré hacia la casa. Ningún movimiento se veía a través de las ventanas. Y, por unos segundos, me sentí fatal por ello. No había sido capaz de ir tras Dereck para saber si estaba bien. Me hubiera gustado haberle seguido y hacerle ver que era él quien más me importaba de todos, que me daba igual la farsa que nos habíamos montado si eso iba a suponer un problema.
Pero no había hecho nada, seguía ahí plantada.
—¿Pensando en Dereck? —La voz de Susan se posicionó a mi lado.
—¿Qué?
—Estás pensando en él y con razón. Se os da muy mal jugar al despiste. Muy, pero que muy mal...
—No sé de qué estás hablando —me adelanté a decir—. No estaba...
Pero ella tomó rápido mi brazo para llevarme a otro lugar del jardín y así poder alejarnos del grupo:
—Vamos, Nat. Sean me lo contó porque Thomas se lo dijo. Sé que os fuisteis a Seattle juntos. —Arqueó las cejas y mi corazón dio un leve respingo. Aunque pude ver un ligero atisbo de sonrisa en sus ojos marrones, su mueca se mantuvo seria, dándome a entender que ya no era momento de seguir con la farsa—. Y si no me lo hubiera dicho... ¡da igual porque se os nota a kilómetros! Se nota que os queréis, que estáis coladitos por el otro. Estoy segura de que no he sido la única en darme cuenta.
—¿Crees que los demás también...? —musité, pensando sobre todo en William.
—¿En serio lo preguntas?
Después de todo, me había dado cuenta de que daba igual lo mucho que intentara esconderlo ante mi hermano, pues él siempre seguiría enfadado conmigo y con él. Pero con Will... era distinto. No quería hacerle daño, no quería que se sintiese mal.