Segunda parte de "Desde que Llegaste".
¿Qué pasa cuando te reencuentras con tu exnovio? ¿Y cuando te das cuenta de que, a pesar del daño, tu corazón sigue sintiendo por él?
Que nada sale como esperas y que todo vuelve a ser un caos.
(Sinopsis comple...
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NATALIE
Querer a Dereck era como saltar al vacío. Confiar en él era tener la certeza de que iba a estar al otro lado para recogerme. Y sabía que yo estaba dispuesta a experimentar ambas.
Lo quería todo junto a él. Ya no podía resistirme más a mis sentimientos y menos todavía después de lo sucedido en Seattle. Había logrado perdonarle, por fin me sentía preparada para ello, pues el amor que nos teníamos pesaba mucho más que cualquier lágrima derramada.
Y me sentía tan bien y tan mal a la vez que notaba en mi estómago una constante revolución de sentimientos. La vuelta a la rutina nos estaba costando más de lo que había podido imaginar... no solo por tener que ocultar nuestra relación, sino también por el resto de cosas que estaban sucediendo. ¿Lo peor? Era tener que fingir que todo iba bien ante los demás...
Ante mis amigos. Ante las clases en la universidad. Ante Maggie también.
Debía poner una sonrisa cada vez que me preguntaban por mi visita a Seattle, como si lo único que me atormentase fuese el despido de mi padre.
—Ya sabes que a mí no me importa que te tomes más días de descanso, cariño —me dijo Maggie, mientras se sentaba despacio en su silla giratoria—. Tengo a los chicos, a Will y a Dereck, y también a los del turno de mañana. Nos podemos apañar más días sin ti.
Me había citado justo antes de abrir el Presley's para charlar un rato en su despacho. El motivo exacto era porque le preocupaba mi situación familiar y mi estado emocional. Al parecer, Sean se había chivado en cuanto a eso último y, aunque también le había dicho mil veces a él que estaba bien, no había tardado en decírselo a su abuela.
—No te preocupes, Maggie, de verdad. Me encuentro bien, solo estoy asimilando todavía la venta de mi casa en Seattle. Por eso, trabajar es justo lo que necesito.
—¿Segura? —insistió.
Le regalé una sonrisa y asentí con toda mi energía. El Presley's era lo único —junto a Dereck— que tenía completamente claro en mi vida y que sabía que me estaban ayudando de verdad. Por suerte, la abuela decidió no darle más vueltas al asunto y me mandó a abrir la cafetería.
Nada más salir de su despacho, me topé de pronto con una cabellera pelirroja que quería entrar. Hacía varios días que no me encontraba con esa mirada azul, pero por mucho que me alegrara de verle... para William parecía ser todo lo contrario. Por unos segundos, su rostro se endureció al verme.
Sin embargo, cuando pasé por su lado, un apretón de manos me frenó en seco. Cuando me giré de inmediato para mirarle, pude ver cómo en su rostro se transformaba una pequeña sonrisa de circunstancia.
—Me he enterado de lo de tu padre, que le han despedido... por eso has estado ausente en el trabajo, ¿no?
Pestañeé varias veces, terminando de creerme que por fin William había cesado con sus intentos de ignorarme.