18. Culpabilidad

530 47 38
                                    

NATALIE

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

NATALIE


Cinco segundos.

Los labios de William sobre los míos, moviéndose con lentitud, elegancia, atrayendo mi cintura a la suya. Pero tan solo cinco segundos juntos, el suficiente tiempo para que mi mente se nublara de más dudas todavía.

Dudas imprevisibles, dudas que no quería tener.

Pude ver la sonrisa asomarse en su boca cuando se separó de mí; una delatadora curvatura que dejaba claro lo mucho que lo había disfrutado, mientras que yo terminé de darme cuenta de lo extraño que se sentía mi cuerpo con todo ello. De alguna manera supe que su atrevimiento estaba incentivado por las copas de más que se había tomado, pues nunca hubiera imaginado que Will se lanzaría así sin más, sin algún paso previo... y en una discoteca. Y, lo más chocante de todo; delante de...

Estupendo.

Unos aplausos resonaron a mi lado antes de que tan siquiera pudiera mirarlos.

—¡Eso quería ver yoooo! —gritó Trevor tras hacer un silbido con los dedos—. ¡Así se hace, primo!

—¡Al fin has triunfado, Nat...! —me dijo Abby, zarandeándome el brazo.

—¡Viva la nueva pareja! —gritó Susan.

«Delante de todos nuestros amigos».

No pude evitar lanzarles una mirada de circunstancia a mis dos amigas para que se cortaran un poco con los comentarios, pero estaban tan ensimismadas en la supuesta buena noticia de nuestro inesperado beso que ni siquiera se dignaron a leer mi expresión.

Y ahora... yo ya no sabía ni dónde meterme. Quería que me tragase aquel suelo de la pista de baile o desaparecer entre las personas que danzaban ajenas a nosotros.

—¡Mejor vámonos a otro sitio! —propuso Will entre risas, acercándose a mi oído para que le oyera mejor—. ¡Aquí desde luego que no tenemos intimidad ni podemos hablar con tranquilidad!

Asentí, endeble, y él tiró de mi mano para comenzar a caminar por la pista de baile. Me había quedado completamente en blanco y conforme más gente esquivábamos en nuestro camino, más me cuestionaba a mí misma internamente. Pronto visualicé ante mí una parte de la zona VIP que yo no conocía y a la que Dereck, al parecer, nunca me había llevado. Una gran terraza, cuya cristalera te invitaba a atravesarla.

El fresco me agolpó en la cara nada más poner un pie en ella y William me guio hasta la barandilla que también era de cristal. Llevaba una imborrable sonrisa en su rostro y, con tan solo tomar mis dos manos con las suyas para mirarme de frente, me puse más nerviosa todavía.

Se suponía que él y yo íbamos a hablar, que yo iba a sincerarme. Todo eso antes de que se atreviera a darme un beso. Y ahora no sabía ni qué podía decir o hacer para mejorar la situación.

Desde que Tú no Estás. © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora