17. Solo olvidar

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DERECK

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DERECK


Estaba claro que el mismísimo destino me la estaba devolviendo con creces. Toda acción, tenía su reacción. Su consecuencia. Yo había alejado a Nat de mí, hiriéndola, y ahora me tocaba a mí soportar ese mismo dolor.

Daba igual que hacía una hora hubiera estado tan cerca de ella, a punto de besarla de nuevo, cuando ella había elegido otros brazos que la rodeasen. No iba a decir que no lo mereciese, pero ver a la chica de la que creía seguir enamorado, pasando página con otro tío... ya sobrepasaba con creces los límites de lo que podía soportar.

Por el amor de Dios, ¡se estaban besando en mis putas narices! Y yo aquí, paralizado, entre toda esta gente, con mis latidos y mis sentidos congelados. Lo único que notaba con claridad bajo mi piel era cómo la rabia trataba de dominarme.

No sabía en qué momento de la noche me había parecido buena idea mantenerme cerca de ella. Sabiendo que Natalie estaba aquí y que Marcus también... no me había podido quedar tranquilo, así que me había decidido a estar al tanto de los movimientos de ambos. Con Marcus vigilado y asegurándome a su vez de que ella nunca estuviera sola. Claro, lo último que pensé que presenciaría era un morreo con el gilipollas de William.

Apreté el puño con fuerza. Sus labios pegados, él sobre ella, sus manos en su cuerpo... dolía. Joder que si dolía. Y ahora solo pensaba en una cosa, solo pensaba en que la única manera de tranquilizarme sería repartiendo mi puño por toda la cara del pelirrojo.

Me encaminé hacia ellos, con determinación, y ya podía visualizar cómo iba a descargar mi rabia...

—Ni se te ocurra. —Un contundente empujón consiguió frenarme a mitad—. Para el carro, Dereck.

Frente a mí localicé a Adam, quien básicamente no se había despegado de mí en toda la puta noche y ya comenzaba a tocarme bastante los cojones su manía de controlarme. Que ayer me pusiera a hacer tonterías con la moto y acabara con un esguince de muñeca no le daba razones para tratarme como a un niño.

—Apártate, Adam.

—No. De nada te va a servir liarla y lo sabes. Olvídate de ellos.

¿Olvidarme de ellos? Mi hermano deliraba.

 Empujé a mi hermano para apartarlo de mi camino, pero cuando volví a mirarlos, me crispé al ver que ya no estaban. Los había perdido de vista. Miré hacia todos lados, buscando esa cabellera naranja o esa silueta con curvas... O bien la gente bailando alrededor les estaban tapando o... se habían ido a un lugar más íntimo a seguir con su morreo.

Esa última idea me enfureció. Volví a mirar a mi hermano, que parecía estar preparado para frenarme de nuevo.

—¿Eso lo dices porque no quieres que haga más gilipolleces como la de anoche? ¿O porque de verdad te preocupa la situación con Nat? —le devolví el ataque con otro empujón, quedándome bien a gusto.

Desde que Tú no Estás. © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora