Lo siento.

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─ ¡No quiero! –gritó un pequeño niño, encerrado en su habitación.

Detrás de la puerta estaban sus padres, ambos con distintas reacciones, pero el mismo sentimiento.

El Omega castaño miró a su pareja con tristeza, le dolía ver a su hijo de esa forma arisca con ellos. Le dolía y mucho.

Miguel miró de reojo con disgusto a la puerta, odiaba que Peter sufriera. Y ahora más con ese acontecimiento era su deber protegerlo de cualquier mal.

─Miguel... –le llamo en bajo tono, procurando no ser escuchado por el chiquillo. ─Habla con él, ¿Sí? Por favor, no me gusta verlo llorar. –imploro, colocando sus manos en su panza que comenzaba a hincharse. Peter no podía hablar en ese momento con su hijo, ya sentía la necesidad de comer y dormir de todo embarazado.

El Alfa simplemente suspiro, aguantando sus inmensas ganas de acariciar ese bulto donde estaba su cachorro. Parker se retiró al verlo asentir. Confiaba en su esposo para que supiera sobrellevar la situación.

El de ascendencia mexicana tomo entre sus dedos la manilla de la puerta, apenas al entrar oía los pequeños quejidos e hipidos de Miles, quien estaba envuelto entre las sabanas de su cama. En su cara se instaló una mueca, al igual que su pareja, le dolía verlo así.

Sus pasos fueron lentos, procesando que le diría.

¿Qué podría decirle sin romperle el corazón? Solo quería explicarle y que entienda que lo quería sin importar el hecho de que iba a ser padre. Era un niño que tenía miedo y cualquier mínima cosa o palabra lo harían llorar.

Miles Morales, un cachorro huérfano, tenía miedo de ser abandonado por el nuevo bebé que llegaría a esa pequeña familia.

Está más que claro que nunca lo abandonarían. Era parte de ellos.

Se sentó en la cama, esperando a que su hijo se recompusiera un poco para poder explicarle.

Peter le había intentado explicar que estaba en cinta, pero en medio de su habla fue interrumpido por Miles, siendo que este último salió corriendo de la sala hasta su habitación. Negándose a escuchar.

Ese pequeño cachorro, de nueve años, tenía apenas un año y medio junto a O'hara y Parker. Y en todo ese tiempo le mostraron amor y ternura que debía recibir un niño de su edad. Al parecer, él creía que con la llegada de ese nuevo miembro de la familia todo ese cariño sería solo para ese bebé. Algo que estaba lejos de la realidad.

Sintió como los lloriqueos fueron desapareciendo de a poco, solo quedando una suave respiración a medias.

─Peter te ama, Miles. –comenzó a decir, tratando de captar la atención del niño. ─Eres nuestro hijo, eso no podría cambiar fácilmente. –escondido entre esas cómodas telas, el boricua escuchaba atentamente. ─... Yo te quiero. –soltó, sin saber que más decir.

No era muy abiertamente afectuoso y meloso, pero cuando lo hacía era un privilegio que pocos tenían el derecho de gozar.

Ante eso, Miles se levantó. Mirando fijamente a Miguel, no esperando lo que oyó. Era irreal.

─ ¿Me quieres? –se atrevió a preguntar.

─Sí, Peter y yo te queremos, Miles. –le respondió. Su Omega estaría sorprendido de lo bien que llevaba la situación. Eso merecía un premio de su parte. ─Eres nuestro cachorro, niño.

Morales miró impresionado al mexicano. Nunca llego a esperar eso, siempre era reservado.

Empujó las sabanas con sus pies, gateando hasta llegar a donde su papá y abrazarlo. Dejándose cargar por el mayor, estaba más que claro que lo llevaría con Benjamín. Debía disculparse de cómo lo gritó y le falto el respeto.

Caminaron en silencio hasta la cocina de la casa, encontrándose con un castaño atragantado de comida. Miles sonrió ante eso, mientras que O'hara miró todo lo que tenía que limpiar y comprar. El Alfa, murmurando cosas en español, bajo al chico de sus brazos, dejándolo junto al Omega.

Ambos individuos se observaron con atención, con sentimentalismos, con afectividad adquirida en el aire.

El niño no tardó mucho para abrazarlo, teniendo cuidado de no lastimar a su futuro hermano. El pelinegro enterró su cara llorosa entre la asalmonada bata de su papá, quien estaba también enternecedor.

Ese gesto era cálido y agradable. Transmitiendo mares de emotividad.

La mano del mayor se paseó con libertad sobre el oscuro cabello, dando suaves toques con sus dedos entre sus hebras.

─Lo siento. –dijo hipando, de sus enrojecidos ojos caían lágrimas.

Conmoviendo más al Omega castaño.

─ ¿Sabes lo mucho que te amo, mi cachorro? –sus brazos apretujaron más a su hijo, envolviéndolo con su aroma. Lo que lo hace sentir reanimado y consolado. ─Te quiero tanto, no te cambiaría ni te dejaría por nada en el mundo.

El pequeño asintió, aún oculto, entre el ropaje de su padre. Benjamín sonrió ante eso.

─Pero también amarás a tu cachorro... Y si es tu hijo, no como yo.

Las arrastradas palabras estaban recubiertas de aflicción, abrumando un poco a Peter. No podía creer que pensará aquello.

─Miles Morales miraba. –captando de inmediato, el mayor hablo: ─Tengo mucho amor para dar, tanto tú como Miguel o para este bebé. Los voy a querer a todos, y ustedes también se van a querer porque somos una familia.

Sus manos tomaron las del pequeño llevándolas hasta ese preciado lugar. Miles tocó ese bulto con miedo de herir al bebé que crecía en Peter, tanteando con sutileza hasta sentirse en confianza.

El niño tenía la mirada recompuesta, saliendo renovados brillos de sus ojos. Ese toque le daba la sensación de tranquilidad, era una inmensa calma a su entristecido corazón.

Ambos sonrieron.

─Lo cuidaré. –prometió con firmeza y determinación.

─Sé que lo harás, hijo. –asintió, conforme de esa reconciliación.

A unos cuantos pasos, estaba O'hara mirándolos fijamente. Peter le regalo una sonrisa, invitándolo entre señas a que se uniera. Su esposo había hecho un gran trabajo con su pequeño. Era un buen padre.

Allí, en medio de esa desastrosa cocina. Estaba una pequeña familia que iba en aumento.

Miles se sentía feliz de tener a esas buenas personas con él.




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Dedicado a todos ustedes que han sufrido con los angst anteriores. Esta "relación" tóxica entre nosotros debe acabar tarde o temprano, banda. (Anyway, seguiré escribiendo angst en el futuro). xD

En poco publicaré algo suculento nomás porque los quiero re arto.

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