• Feelings •

Paraíso.

Sus temblorosas manos tocaron, con cuidado, la cara del contrario. Tomándola entre ellas con miedo a romper con esa aura de pureza que irradiaba todo su ser.

Sus ojos, hinchados de no dormir por trabajar, se posaron en los ojos de su amante. Deleitándose.

Era una maravilla incomparable y singular.

No se encontraba ninguna palabra que lo describiera con completo detalle cada parte, lo cual le resultaba imposible utilizar un solo calificativo.

El cabello castaño caía cómodamente por su rostro, su sencilla vestimenta hacía juego con sus oscuras hebras. Piel delicada y pálida, la apariencia física era apetecible a simple vista, ni sé diga de su personalidad, dejando embobado por horas al otro castaño. Sus labios entre abiertos dejaban a su paso una grata sonrisa esculpida en ellas.

Todo acerca de Peter Parker suscitaba interés y fascinación a Miguel O'hara.

A pesar de su felicidad; todos en el pueblo, susurraban comentarios y rumores hirientes sobre su relación. Amenazando constantemente al de ascendencia extranjera. Incluso, más de una vez, intentaron quemar su casa y taller de trabajo.

A Miguel, nada de eso le importaba.

Lo único que le era relevante eran las caricias que le proporcionaba a su lindo amante. Sintiéndose amado, dando y recibiendo amor en demasía.

Su paraíso no sería afectado por esas inoportunas reprimendas y advertencias contra él.

─Te amo, Peter. ─sus labios ansiosos tocaron los fríos de Peter.

Su boca se posó sin cesar sobre el contrario.

Esa fría base era un débil recordatorio que su paraíso era de mentira, construido por sus propias manos y su adolorido corazón en busca de un amor inmortal.

Había perdido a tantas personas que temía encariñarse nuevamente, pero todo esto cambio cuando Peter B Parker llego a su miserable existencia.

Esa estatua, hecha por él mismo, era su paraíso y salvación.

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Una historia corta, inesperada e interesante(?).

Os quiero.

Pigmalión y Galatea. Un escultor que se enamoró de una de sus creaciones.