CAPITULO 2.- SUMMER:

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— ¿Por qué no me dijiste que iremos al colegio? —espetó Hanna.
—Iniciarán mañana— respondió tranquilamente nuestro mentor.
—No iré—  dijo retándolo.
—No tienes opción, no quiero a los de servicios infantiles aquí, preguntando por que hay cuatro adolescentes en casa, sin asistir al colegio. Además, no tienen ningún parentesco conmigo— explicó Ralph.
— ¡Eras el novio de mamá! ¿No basta con eso? ¡Eras tú o la calle!—exclamó un tanto exaltada.
—Asistirás al colegio, vendrás aquí y cumplirás con tus tareas, después... —Ralph no pudo terminar su explicación.
Hanna comenzó a hiperventilar. A ella no le gustaban las personas, yo mejor que nadie lo sabía.
Estábamos al corriente que cuando se ponía así, era mejor dejarla en paz, así que Ralph y yo seguimos acomodando su habitación.
Hanna se recompuso, acompasó su respiración a la mía. Era raro, pero podía sentir su enojo, solo un poco.
Miró fijamente a Ralph, con esa mirada que te hacía sentir escalofríos.
—Te odio— gruñó y se fue de la habitación.

Él bajo la vista al suelo, no quería que viera cuanto le dolía.
—No te preocupes, no lo dice en serio, está molesta— dije y sonreí.
Ralph me miró y me regresó el gesto.
— ¡Yo estoy emocionada! ¡Por fin podremos aprender en una escuela! ¡Te prometo que haré muchos amigos!—exclamé.
Realmente estaba feliz, por primera vez conviviría con otras personas que no fueran mi familia o vagabundos.
Serian personas normales, como yo.
—Sí, espero que todo salga bien— murmuró.
Quería responderle, pero tenía el ceño fruncido. Hanna realmente podía sacar de quicio a las personas, incluso a alguien tan bueno y paciente como él.
A la hora de la comida estábamos todos excepto Hanna.
Amber hizo verduras cocidas para nosotras y carne para Ralph. Comimos rápido y recogimos la mesa. No hubo ninguna conversación ¡Que aburrido!
Odiaba admitirlo pero necesitaba a Hanna, aunque fuera solo para molestarla.
Terminé de comer y salí de la casa, necesitaba aire fresco.
Aunque la primavera acabara de comenzar, podía sentir algo diferente en el aire.
El verano sería el próximo.

Se sentía la humedad en el ambiente.
Extendí los brazos y dejé que las primeras gotas de lluvia me golpearan. Comencé a reír, era realmente fantástico sentirse así, las lluvias traían vida con ellas.
Me entraron ganas de correr, así que lo hice. Corrí y corrí, alejándome de casa, de todo.
Hasta que un sonido interrumpió mi pequeño momento de ensueño.
Estaba a un lado de la carretera.
Seguí corriendo por toda la orilla con los ojos cerrados y los brazos abiertos para así poder tener la sensación de que estaba volando... y mi vuelo se vio interrumpido de nuevo.
Sentí que mi nariz chocó contra algo, era algo duro que me hizo rebotar y caer al suelo mojado.
Abrí los ojos con la lluvia empañando mi visión.
— ¿Qué demonios pasa con las personas de esa casa?—espetó una voz molesta.
Enfoqué bien la vista. Frente a mi estaba una chico realmente apuesto, su cabello oscuro, su piel bronceada y sus ojos azules.
— ¿Por qué me estás viendo así? —preguntó el chico. Su voz sonaba taaaan masculina.
Sacudí la cabeza y salí de mi aturdimiento.
—Lo siento, no soy de por aquí— dije mientras acomodaba mi cabello de una manera torpe.
—Sí, claro— dijo.
Me ofreció una mano para ayudarme a levantar mi trasero del suelo.
—Gracias— dije cuando estuve levantada—. A propósito, soy Summer— me presenté.
—Gabriel— dijo y asintió en mi dirección.
Oh- por- Dios. ¡Eso fue tan genial!
— ¿Te acabas de mudar? ¿Cierto?—preguntó.
Sonreí discretamente.
— ¿Debería preocuparme por el acoso? —bromeé.
Gabriel soltó una risita.
—No, en este lugar no suceden muchas cosas nuevas a menudo— explicó.
—Sí, acabamos de mudarnos. Mi papá, mis hermanas y yo.
— ¿Y tus hermanas son tan lindas como tú? —preguntó. Abrí los ojos con sorpresa—. Tu rodilla— dijo de pronto.
Fruncí el ceño.
— ¿Qué? —murmuré.
—Tu rodilla está sangrando— explicó.
—Ah— farfullé—. Entonces supongo que debo volver a casa— dije con resignación.
—Te acompaño—ofreció.
Acepté inmediatamente. Caminamos de vuelta a la cabaña.
— ¿Vives por aquí? —pregunté.
—Algo así. Mi padre es guardabosques— explicó.
—Entonces vives en el bosque...
—Sí, cerca del lago— dijo mientras me indicaba la dirección.
—Genial, el lago debe ser impresionante.
—En verano es perfecto para nadar, por si te interesa dijo.
¿Estaba coqueteando conmigo? No pude evitar ruborizarme.
—Pero en invierno también es hermoso, puedes patinar en el hielo— sus ojos adquirieron un matiz soñador.
—A mi hermana le encanta el hielo— comenté de pronto.
—Llegamos— anunció.
Frente a nosotros estaba la entrada a la casa nueva.
—Bien, adiós. Te veré cuando te vea— me despedí.
Le di la espalda y me detuve antes de entrar.
—Gracias por acompañarme— grité.
Gabriel sonrió. ¡Era tan sexy!
—No fue nada, después de todo, no podemos dejar que el verano se pierda— respondió de manera segura.
Le devolví la sonrisa y entré en la casa. Eso había sido lo más genial que me había pasado en toda la vida.

Corazón de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora