Una semana, eso bastó para que Summer volviera a hablarme, para que el hielo se derritiera y diera paso a un calor asfixiante, en tan solo siete días, las cosas en casa habían vuelto a la normalidad.
Suspiré pesadamente y entregué el examen de historia. El profesor me había dicho que si quería pasar su materia, debía presentar un examen sobre todo lo que habían visto en el semestre, así que bueno, lo hice, y ahora disfrutaba de su cara de pocos amigos mientras revisaba mi prueba, todo estaba bien.
—Me parece—comenzó el viejo—. Que usted, señorita Farmiga— ¿Por qué tantos rodeos? ¡Quería ir al maldito punto! —. Ya puede prescindir de mi clase para siempre— dijo con una sonrisa— ¡Felicidades! —Exclamó—. No había visto una nota así desde Dominik.
La sonrisa que se estaba formando en mis labios desapareció ante la mención de él.
—Gracias— dije y salí del salón.
La verdad era, que las pruebas finales me tenían sin cuidado, yo no estaría aquí, en este mundo para seguir, seria reclamada en invierno. Me llenaba de un extraño sentimiento el ver a mis compañeros discutiendo sobre a qué universidad asistirían, cuando yo me preparaba para congelarles el trasero cada año.
Si fuera normal, aplicaría para asistir a algún programa de literatura, y poder ser una gran escritora. Si las cosas fueran normales, podría seguir saliendo con Dominik, sin tener que tratar con las sombras y los guardianes en nuestras vidas, donde Gabriel seria simplemente un compañero de escuela, y no alguien de quien no podíamos separarnos para mantenernos protegidas.
Golpeé una roca y esta salió disparada y chocó contra un cristal. Le resté importancia con un encogimiento de hombros.
No supe a donde estaba caminando, hasta que casi me estrello con la puerta de la biblioteca. Miré a través del cristal, el lugar estaba casi lleno, debido a que los estudiantes estaban preocupados por sus últimas semanas de clases.
Y ahí, en la mesa del final, la que casi se ocultaba entre los estantes, la que ocupábamos juntos a veces… estaba Dominik.
Sin detenerme a pensar, abrí la puerta y avancé hacia su mesa, él se puso de pie y se dirigió a la encargada de la biblioteca, ignorándome por completo.
Me detuve en la orilla. Dominik dejó un montón de papeles regados por toda la superficie de madera. Algunas eran fotografías de cuando fuimos a ese parque, tenía una donde las cuatro mostrábamos la boca llena de comida hacia la cámara. También donde aplastábamos a Ralph con nuestros cuerpos sobre el pasto…Todos reíamos, nos veíamos felices. Estaba una más, la última. Yo miraba al lago, hacia los patos ¡Un momento! ¿Estaba sonriendo? ¿Por qué? Era una sonrisa que pensé que ya no sabía esbozar, esa mirada era algo que creí jamás volver a ver… y todos esos sentimientos.
Tomé la fotografía, y pasé los dedos por la chica desconocida que le sonreía a la nada. Se sentía algo rasposa, tenía esa textura que te indica que hay texto al reverso. La giré.
“Era tan fría que quemaba y estaba tan rota que cortaba…”
Alguien la arrebató de mi mano antes de que pudiera terminar de leer el poema.
— ¿Te molesto? —preguntó Dominik. Su ceño estaba fruncido.
—No… yo— tartamudeé y me mordí el labio.
— ¿Yo? ¿No me hablas en mucho tiempo y lo primero que dices es yo? ¡Sí, claro! ¡Porque siempre se trata de ti! —estalló.
—No grites— lo regañé—. Estamos en la biblioteca.
Apretó la boca en una fina línea para no gritar.
—La foto— comencé—. Lo que dice…
—Fue hace mucho tiempo— interrumpió.
—Dominik, yo… —me puse los ojos en blanco. Tenía que dejar de usar la palabra yo.
— ¿Vas a decirme todo? ¿Toda la verdad? Porque si no es así, no quiero escuchar nada. Siempre actúas misteriosa y dices todas esas cosas que solo indican que te estás despidiendo, incluso antes de comenzar algo. Estoy harto de todo esto. Desde pequeño… siempre lo han hecho… ¿Sabes que hice? Visité la tumba de mis padres ¡SOLO! —gritó.
Cerré los ojos sintiendo que algo oprimía mi pecho. Yo le había prometido que estaría ahí con él. Dominik tomó la fotografía con ambas manos y la rompió en dos, después la arrojó a la basura.
—Eso es todo— dijo con frialdad. Metió todas las cosas en su mochila sin detenerse a ver nada y salió de la biblioteca.
Todos los estudiantes nos estaban mirando porque él había llamado la atención con sus gritos. Aun con todas esas miradas sobre mí, no pude hacer otra cosa más que echarme a llorar.
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Corazón de hielo
FantasyHabía una vez cuatro hermanas ellas vieron que al mundo le hacía falta algo. Antes, según la leyenda, el mundo se dividía en partes y en cada parte haría una estación. Las cuatro hermanas sintieron que estas estaciones deberían ser compartidas, que...