CAPITULO 55.- HANNA:

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— ¿Dónde demonios está Violeta? —pregunté. Estaba perdiendo la paciencia.
—Afuera, pintando— respondió Summer.
Puse los ojos en blanco y salí de la casa.
Efectivamente, mi hermana estaba afuera. No sabía cuánto tiempo llevaba ahí, ya que la pintura aún se veía fresca. Violeta estaba hecha un ovillo en el suelo, atrapada en un profundo sueño.
Me incliné para levantarla en peso, pero sí que había crecido. Llamé a Summer, y entre las dos logramos arrastrarla al sillón de la sala, el lugar donde dormiríamos juntas a partir de ahora.
El cabello y la ropa de Violeta estaban llenos de diferentes colores, y en las muñecas se juntaban pedazos de grafito.
— ¿Viste la pintura? —preguntó Summer.
Asentí.
—Parece  que tuvo una tarde interesante.
No quise indagar más en el tema, la verdad era que con esa pintura capturó todo: nosotras, el ambiente, nuestra familia y amigos. Incluso metió al perro. Todo era sensacional. Cuando despertara se lo diría, le haría saber cuan talentosa era.
Me cambié con el pijama y me recosté en el sofá, observando como Summer envolvía a Violeta y entraba al mundo de los sueños muy rápido.
Me quedé mirando al techo, mis manos cruzadas sobre el estómago.
Las cosas, todo parecía estar mal, Sophie, Ralph. No tuve mucho tiempo para pensar en esto, ahora lo tenía. Evan debía pagar por lo que hizo, pero ¿Cómo explicar a los guardianes que su padre era el causante de todo? ¿Cómo rayos pudo llegar a un acuerdo con esas cosas? Mis pensamientos me llevaron a esa tarde, cuando me dijeron lo que le sucedió a Melinda, cuando vi a la niña tendida en su cama con los ojos abiertos, completamente perdida ¿Evan permitió que le pasara eso a su propia hija? Aunque, después de saber todo lo que hizo con Gabriel, desde que era pequeño. Golpearlo, obligarlo a aceptar toda la responsabilidad. De un modo u otro, Gabriel comprendió que si él no recibía los golpes, Melinda lo haría, así que por su hermana es que él cubrió a Evan en todas sus porquerías, yo aceptaba eso, porque era decisión y secreto de Gabriel, no mía. Pero ahora, su padre llevó las cosas a algo personal.
Apreté los puños sobre la manta. Sentí las lágrimas deslizarse por mi cara. Las limpié con un gesto brusco. No eran lágrimas de tristeza, sentía odio en lo más profundo de mi ser.
Mi mente planeaba muertes y castigos para Evan, estaba creando cosas de las que Sophie se sentiría avergonzada, porque según mamá, todos los seres humanos merecían todas las oportunidades posibles. Yo no lo creía así, Evan no lo merecía, y si estaba en mis manos acabar con él, lo haría sin dudarlo.
Gabriel pasó la mayor parte de su vida soportando los maltratos de su padre para proteger a su hermana.
Ahora. No me importaba lo que sucediera con esa familia. Haría todo lo posible, y hasta lo imposible para que mi familia estuviera a salvo, tanto en este mundo, como en el siguiente.
Con esos pensamientos rondándome, no pude conciliar el sueño. Aparté las mantas, me puse los deportivos y salí de la casa, necesitaba solo un poco de aire fresco.
Caminé muy poco, lo suficiente como para llegar al lago. Mis pies hundiéndose contra las hojas húmedas y el fango.
Metí las manos en los bolsillos de la sudadera para calentarlas. Llegué hasta la orilla y me dejé caer sobre el tronco seco.
—Prometo ser fuerte— le dije a nadie en específico—. Y valiente. Sé que no será fácil, pero tengo que hacerlo. Yo prometo que estaremos bien…
—Y yo prometo que estaré para ayudarte— dijo alguien más.
Me giré rápidamente, no sentí cuando llegó.
— ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté.
Dominik se encogió de hombros.
—No podía dormir. Y este lugar me resulta tranquilo —respondió.
—No te escuché llegar.
—Yo sí, digo, te vi llegar. Solo que pensé que querías estar sola…
—Ya no quiero estarlo.
Dominik se sentó a mi lado sobre las ramas secas del árbol.
Me invadió una sensación de nostalgia ¿Cuántos años tenía esta cosa aquí? Debía tener mucho tiempo, y ahora solo servía para un asiento, un simple asiento para personas que no hacen más que acabar con la naturaleza.
Era como si ahora todo me dijera que las personas no merecían lo que se hacía por ellas. Me encontré con personas buenas en mi vida, pero también con personas malas, y esas eran la mayoría ¿Para qué pelear y hacer todo esto? ¿Quién querría ser una maldita estación? Por una vez me gustaría tener los problemas de una simple adolescente y no preocuparme por nada más.
Sophie solía decirme que en los momentos más desesperados, es cuando encontrarías la verdadera naturaleza de las personas, y así te darías cuenta si son buenos o malos en realidad. En lo que a mí respecta… no quería creer que había bondad, quería proteger a mi familia y ya. No quería ser buena con ellos y que luego me cortaran las raíces y me dejaran tirada y seca en la orilla de un lago lleno de vida, solo para recordarme que no debí haber sido buena. No quería terminar igual que ese tronco reposa traseros.
El sol comenzó a hacer su aparición, bañando con sus rayos las montañas que rodeaban al pueblo y la superficie del lago, todo adoptando un color naranja mientras se abría paso sobre el cielo.
Me froté los brazos para entrar en calor. Tampoco era que el frío me molestara, solo, no quería sentirlo, cuando era más pequeña, solía asociarlo con la soledad y nadie quiere estar solo.
— ¿Estás bien? —preguntó Dom.
— ¿No te parece una pregunta poco razonable? Considerando la situación.
—No es eso… por un momento parecías…
— ¿Distante? ¿Distraída?
—Perdida— respondió.
Solté una risa sarcástica.
—No es nada. Me voy a congelar aquí afuera y…
Ahora fue su turno de reír.
— ¿Se puede saber que es tan gracioso? —repliqué.
—Solo que dijiste que te ibas a congelar aquí afuera. ¿No eres tu quien congela?
—No eres gracioso— dije reprimiendo una sonrisa—. Además, me preocupas más tu que yo ¿No corres peligro con eso del asma?
Dominik respiró profundamente.
—No, es de los puntos buenos del frío.
—Vamos a casa. Se asustarán si despiertan y no estoy ahí.
Se levantó y caminamos juntos a casa, donde mis hermanas aguardaban.
— ¿Sabes cocinar? —pregunté en el camino.
—Casi siempre estoy solo, así que sí, fue una de las primeras cosas que tuve que aprender.
—Perfecto— respondí.
Sin Amber y sin Ralph… bueno, algo tenía que hacerse, no podíamos morir de hambre.
Cada vez que pensaba en ellos, sentía un hueco en mi pecho, era algo que no me dejaba respirar, algo que me pedía a gritos y lamentos que me dejara caer sobre el suelo a llorar y gritar. Era una tarea muy difícil el ignorar ese sentimiento, ya que Amber y Ralph estaban presentes siempre en mis pensamientos.
Tenía algo más porque luchar, algo por lo cual debía mantenerme en pie. Me bastaba mirar a la derecha para saber que no estaría sola, nunca más.
Además, tendría tiempo de sobra para lamentarme una vez que fuera reclamada
Llegamos a casa, la pintura de Violeta dándonos la bienvenida. Dominik se quedó frente a la pieza de arte, parecía perdido en sus pensamientos.
—La hizo anoche— dije.
—Impresionante. Creo que nunca me imaginé que pudiera hacer algo así.
—Tiene sus detalles, pero las cosas buenas son más— expliqué—. Me parece que es un lindo sueño, pero es algo imposible.
— ¿Imposible?− preguntó confuso.
—Una vez que seamos reclamadas, tendremos que irnos, estar solas para cumplir nuestra misión, sea la que sea. Cien años, hasta que las siguientes estaciones vengan.
Dominik se quedó pensativo, mirando la pintura de Violeta. Caminé unos pasos para entrar.
— ¿Y por qué no?− susurró Dom.
Giré para encararlo.
— ¿Qué?
— ¿Y por qué no hacerlo?− se revolvió el cabello con una mano—. Escucha. He estado investigando, con las cosas que me dio Ralph, en libros, en internet, lo que sea, no hay algo tan complejo y al mismo tiempo fácil como esto.
— ¿Qué tratas de decir?
—Tú lo llamas magia. Yo creo que es ciencia.
— ¿A qué quieres llegar?
Dominik sonrió de oreja a oreja y me tomó por los hombros.
— ¿No lo comprendes todavía?
—Si lo comprendiera no te preguntaría nada— repliqué.
—Son… eran solo teorías, pero… ¿Por qué no?
—Sigo sin entender.
Abrió la boca para explicarme, pero la puerta se abrió.
— ¿Dónde habías estado?− preguntó Summer un tanto somnolienta. Luego se percató de la presencia de Dom—. Hola.
—Hola— respondió—. Será mejor que entremos, tengo algo que decirles.
— ¡Si te refieres a que eres el novio de Hanna, no te tomes la molestia, ya todas lo sabemos!− gritó Violeta desde adentro.
Mi cara se sintió caliente. Estaba segura de que ahora era de un color escarlata.
—Maldita mocosa— murmuré.
Los tres entramos a la casa, y después de un desayuno completo, nos sentamos en la sala, donde estaban acomodadas las cosas que Dominik había traído en su auto.
Comprendía la mayoría de las cosas que ahora estaban sobre la mesa, eran teorías que había investigado, cosas de las cuales ni siquiera personas súper inteligentes tenían la respuesta.
Dominik se enfrascó en una explicación sencilla de todo aquello, para que Violeta y Summer comprendieran, aun así podía ver la interrogante marcada en sus rostros.
—No tienen qué estar solas— dijo al fin.
— ¿Qué?− dijeron las dos al mismo tiempo.
—Es impresionante— comenté— ¿Por qué no se había hecho algo así antes? ¿Para las otras estaciones?
Dominik se encogió de hombros.
—Ningún padre tiempo había sido tan listo como yo— se jactó.
—No eres el tipo de persona que pueda hacerse un cumplido a sí mismo.
—No es un cumplido—se defendió—. Es la verdad.
—Dime que estas bromeando.
Me respondió con una sonrisa. Yo sabía que él no podía ser de esa manera.
—Disculpen que interrumpa su… lo que sea que estaban haciendo— dijo Summer—. Pero… ¿Algo más sencillo para nosotras?
—La pintura me ha dado una idea— dijo Dom—. Es algo en lo que estuve pensando detenidamente. Hanna tiene miedo de estar sola, al igual que ustedes. No tiene qué ser así, no tienen qué estar separadas todo el tiempo.
— ¿A qué te refieres con “todo el tiempo”?− interrumpió Violeta. Le regalé una mirada para que se callara.
— ¿Cada cuando hay un cambio de estación?− respondió.
—Cuatro veces al año— dijeron mis hermanas al unísono.
—Exacto. Según los datos que Ralph dejó para mí… no sé si funcione, tiene que haber una pequeña posibilidad. Según estos datos, es en esos cambios de estación cuando la magia es más fuerte. Tu pintura me ha dado una idea— dijo mirando a Violeta— ¿Qué pasa si no tienen que estar solas todo el tiempo? No puedo prometer que estarán juntas siempre, pero con algunos cálculos, el reloj, las cosas que ya están… ¿No lo comprenden? Ralph estuvo trabajando en esto, él no quería que estuvieran solas, no sabía cómo solucionarlo ¡Ahí está la respuesta!− exclamó entusiasta.
Violeta aún tenía el ceño fruncido.
—Estar juntas cada cambio de estación— concluyó Summer.
—Exacto— dijo Dominik.
— ¿Cómo es eso posible?− preguntó Violeta emocionada.
Dominik suspiró profundo.
—Ralph tenía un plan. Ya que el padre tiempo se puede desplazar como quiera por los diferentes espacios. Él conocía a las otras estaciones, él sabía que algo malo estaba sucediendo, pero quería mantenerlas a salvo de todo esto, de las sombras, de Evan. Hay un lugar, un punto de encuentro…
—Un lugar para estar cuatro veces al año. Equinoccios y solsticios— concluí.
Dom me regaló una sonrisa.
— ¿Eso cómo es posible? —preguntó Violeta.
—Aún tengo que resolver algunas cosas… incluso…— hizo la cabeza hacia atrás—. No puedo creer que vaya a decir esto. Incluso encontré una manera de trasladar a los guardianes.
Las tres lo miramos con los ojos abiertos de par en par.
—Eso significa…— dijo Summer.
—Sí, que tu novio puede estar contigo— la interrumpió Violeta.
—Iba a decir que podremos estar protegidas siempre, aun estando en otra parte— refunfuñó.
—Eso es demasiado— dije.
—Pero es posible— rebatió Dominik.
—Hanna tiene razón— comentó Summer—. Es demasiado por ahora.
—Aun no son ni las diez de la mañana y siento que mi cerebro va a estallar de tanta información— se quejó Violeta.
—Tienes razón— dijo mi gemela.
— ¡Ven! No soy la única que no aguanta tantas cosas teóricas.
—No— la cortó mi hermana—. No me refiero a eso… Son las diez de la mañana. Afuera está oscuro.
Todos vimos la ventana al mismo tiempo, era verdad, era algo de lo que no me había percatado, pero ¿Cómo? Yo vi salir el sol.
—Es la misma sensación que cuando caí al hielo— susurró Violeta.
—No debemos entrar en pánico— dije para calmarla.
— ¿Cómo? ¡Ralph no está aquí!− replicó la menor.
—Pero estoy yo y punto final— la reprendí.
La verdad era que no tenía ni la menor idea de lo que debíamos hacer ¿Qué si las sombras nos atacaban? ¿Cómo pude ser tan tonta como para no sentirlas llegar?
—Tenemos que ir con los guardianes— dijo Summer.
—No, no debemos separarnos— ordené.
—No te corresponde a ti decidirlo…— exclamó.
—Por favor, has lo que te digo.
Summer ya estaba en la puerta, girando la perilla, abriendo lentamente el cacharro rechinante de madera vieja.
— ¡Está bien!− grité—. Lárgate, has lo que quieras.
La puerta se abrió más, ella lo haría, se marcharía con Gabriel, como si mi protección no fuera suficiente.
Le di la espalda cuando una ráfaga de aire helado entró por la puerta. Me quedé pasmada en mi lugar, el horrible escalofrió subiendo por mi espalda. Los ladridos de Silver llenando todo la habitación.
— ¡Summer!− chilló Violeta.
Para cuando giré ya era muy tarde.
Mi gemela estaba siendo arrastrada hacia afuera, algo tomándola de los pies. Summer no dejaba de gritar y de pedir ayuda. Gritaba mi nombre.
No lo pensé dos veces y me lancé hacia donde estaba mi gemela, unos metros nos separaban.
“Corre, Hanna, corre” me obligaba a decir.
No había espacio para el pánico, el miedo solo te llevaba a hacer cosas estúpidas. Como lo hizo con Summer.
Ella arañaba el suelo por el que la sombra la arrastraba. Tomé impulso una última vez y atrapé sus manos.
—No me sueltes— lloró.
Negué con la cabeza, siendo incapaz de hablar. Las manos que sujetaban a mi hermana me temblaban, mientras que el resto de mi cuerpo era arrastrado por todo el fango. Solo podía ver borrones de árboles y de tierra que entraba en mi boca y ojos.
La barbilla de Summer tenía sangre por uno de los múltiples golpes debido a lo brusco de su captura.
Mis manos se estaban resbalando debido a la humedad, el sudor que brotaba de ellas…
—Lo siento— dije y mis manos la soltaron.
Rodé un par de metros, para que luego mi espalda se estrellara de lleno contra un árbol, sacando por completo el aire de mis pulmones. Sentí un líquido cálido correr por mi cabeza. ¿Dónde estaba Summer?
Un silbido en mis oídos que no me permitía enfocarme en nada, mis ojos se nublaban y luego volvían, no podía ver mucho, solo bosque.
Escuché los ladridos muy poco antes de sentir la lengua pegajosa de Silver sobre mi cara. Traté de hacerlo a un lado con mis manos temblorosas, pero el perro no cedía. Sus lloriqueos fue lo que me impidió dejarme tragar por la oscuridad.
— ¡Hanna! —gritaban dos vocecillas que yo conocía.
— ¡Aquí esta! —gritó Violeta.
Sentí unas manos cálidas contra mi cara fría, sucia y mojada por las babas de Silver.
—Mírame— pidió Dominik. Sostenía mi cara por ambos lados, tratando de hacerme enfocarme en algo.
Abrí los ojos y me encontré con aquellos bicolor que muchas veces me quitaban el sueño.
—Estoy bien— susurré.
—Hay sangre en tu cara— dijo Violeta.
Una chispa se encendió dentro de mí. ¿Summer? ¿Dónde está Summer?
—Summer— exclamé.
No me di cuenta de que estaba de pie, no supe cuando fue que me levanté.
Dominik me pasó una mano por la cintura y puso uno de mis brazos sobre su cuello, estaba soportando la mayor parte de mi peso.
Violeta y Silver caminaban a nuestro lado.
Podía sentir como la sangre se escurría por un lado de mi cara.
—Olvídalo— dije—. No podré seguir así. Violeta— la llamé—. Sé que esto te dejara débil, pero…
Mi hermana puso los ojos en blanco.
—Cuando dejes de tratarme como una niña, dejaré de creer que lo soy.
Se acercó a mí y puso sus delicadas manos contra mi herida. El ambiente alrededor dejó de sentirse frío y comenzó a mostrarse cálido. La sangre dejó de brotar y pude sentir como la herida se cerraba poco a poco.
Violeta suspiró.
—Con eso será suficiente.
—Hay que darnos prisa— apuró Dom.
Juntos corrimos, siguiendo el rastro de ramas rotas y tierra removida que dejó la sombra la arrastrar a mi hermana. En cuanto Violeta terminó su curación, la sensación volvió a ser aplastante y enferma. Casi se podía palpar la maldad en el ambiente.
Supe a donde nos dirijamos, al puente.
Summer está bien, Summer está bien. Me obligué a repetirme.
Me quedé pasmada por el creciente pánico en mi pecho, y supe que no era la única que se sentía así.
—No… puedo… respirar— cacareó Dominik a mi lado, para luego caer al suelo, tratando de jalar aire.
Podía escuchar un pequeño silbido entrar y salir de su garganta. Su cara ganando palidez ante cada fallida respiración.
Violeta lo miraba, como si eso pudiera lograr algo.
Me apresuré a buscar el inhalador en donde siempre lo guardaba, los bolsillos de su chamarra. Lo encontré y se lo di. Él hizo lo que siempre hacia, tratando de respirar normalmente.
Tomé a mi hermana de los hombros, para obligarla a mirarme.
—Cuando se recupere deben ocultarse— ordené—. No se separen, Silver les mostrará el camino de regreso. Si hace falta que utilices a la primavera… hazlo. No te contengas, ya no.
Ella asintió un par de veces y yo me adentré en aquella oscuridad que se había tragado el puente.

Perdí de vista a los demás, un paso después de otro. Podía escuchar las hojas secas romperse contra mis pies, haciendo ruido, revelando mi posición.
—Relájate, Hanna— susurré.
Seguí caminando, hasta que escuché los lloriqueos, y los gritos de ayuda, pero no eran los de una mujer.
Cuando logré vislumbrar algo, fue un resplandor de color blanco que donde tocaba, la oscuridad se disipaba. Un pequeño pinchazo de alivio se sintió en mi pecho, si Gabriel estaba ahí, entonces Summer estaba bien.
Caminé hasta que mis pies comenzaron a sentir algo más sólido que el suelo fangoso: La madera del puente.
El resplandor quedó a tan solo unos centímetros de mi garganta, cuando Gabriel se dio cuenta de que yo estaba ahí bajó su espada.
—Ten cuidado con eso— chillé.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó.
— ¿Dónde está Summer? —contraataqué.
— ¿Summer está aquí? —Inquirió alarmado— ¿Por qué la dejaste venir?
— ¿Ahora yo soy la culpable? Esas cosas la arrastraron fuera de la casa.
Los colores abandonaron el rostro de Gabriel. Fue cuando me di cuenta de que tenía múltiples cortadas por su cuerpo. La camiseta estaba rota, al igual que algunas partes de su pantalón, de las costuras desgarradas se podían ver hilillos de sangre correr. Estaba, además, completamente cubierto de fango y hojas de otoño.
— ¿Qué sucedió? —pregunté.
— ¡Ayúdame! —volvió a chillar la voz de antes.
Ambos corrimos en esa dirección, con Gabriel apuñalando a esas cosas y yo congelando unas cuantas.
La escena me dejó atónita.
Evan colgaba del puente, el rio abajo rugiendo y golpeando las rocas, exigiendo su siguiente víctima. Las sombras danzaban a su alrededor, parecían pedir a gritos el menú para su cena, algo me decía que nosotras no estábamos incluidas, seriamos solo un plus, donde Evan sería el platillo principal.
Él chillaba igual que un animal muriendo. No le pedía ayuda a Gabriel, quien también se quedó pasmado.
Summer estaba frente a él, ofreciendo su mano para que él la tomara.
Mi hermana me miró. Tenía múltiples raspones en la cara, el cuello y brazos. Sus ojos me resultaron fríos por primera vez.
Sentí el mensaje en mi brazo, un detalle de Summer.
“Esto es por Ralph”
Negué con la cabeza, pero fue demasiado tarde. Summer había retirado sus manos de las de Evan, dejándolo caer al vacío, donde su grito se vio interrumpido por toda la oscuridad que se cernió sobre él.

No lo podía creer, algo en mí no lo aceptaba. Yo sabía que sería capaz de cualquier cosa con tal de proteger a quienes amo, incluso matar, pero ¿Summer? Ella había llegado hasta ese punto.
No sabía que mis hermanas pudieran tener la misma determinación que yo, si de cuidarnos se trataba.
Escuché como alguien se ahogaba a mi derecha.
Gabriel estaba ahí. Su espada tirada a un lado de su mano, él estaba de rodillas en el suelo, su cara viendo hacia abajo, sus hombros moviéndose arriba y abajo en un movimiento lento ¿Estaba llorando? ¿Por qué?
Summer se acercó hasta donde estábamos. Después escuché los pasos atrás, seguidos de los ladridos de Silver.
“Después de la tempestad viene la calma” Esa frase llenó mi mente cuando pude ver a Dominik, Violeta y el perro en perfectas condiciones.
No podía decir lo mismo de Summer y Gabriel, ya que una estaba muy herida, y sus piernas de donde las sombras la habían arrastrado, parecían quemadas. Por otro lado, el chico estaba en estado de shock.
— ¿Gabriel? —preguntó Summer. Acercándose despacio a él, como si se tratase de un animal herido.
Todos los estábamos mirando. Nadie se atrevía a tocarlo, ya que parecía enfermo.
Más sonidos salieron de su boca. Me costó unos segundos darme cuenta de que no estaba llorando, se estaba riendo, y de una manera más fuerte cada vez. El movimiento de sus hombros era por eso.
— ¿Estás bien? —preguntó Violeta.
— ¡Dieciocho años! —Exclamó y se tiró en el suelo con los brazos abiertos—. Por todos esos años, he soportado maltratos, groserías, golpes, insultos… yo… yo nunca creí que me libraría de él. Pensé que siempre estaríamos atados, que nunca… es que…
—Parece loco— comentó Violeta y se ganó una mirada por parte de Summer.
Las lágrimas comenzaron a caer por el rostro de Gabriel, su pecho subía ya bajaba en una rítmica respiración.
—Me siento libre— dijo al fin—. Como un atlas sin mundo.
Suspiró y cerró los ojos. Una sonrisa que parecía nunca se borraría de su rostro. Fue entonces que me di cuenta de todo.
—Lo dejaste morir— susurré a Summer.
Ella me miró.
—Fue por Ralph, por Sophie…  no merecía nada de esto, no merecía a su familia, tampoco mi ayuda. Sé que ahora parece ser que yo... no sé, soy mala.
Me apresuré a negar con la cabeza.
—No, yo hubiera hecho lo mismo.
Me regaló una sonrisa.
— ¿Cómo es que llegaste hasta aquí? —preguntó Dominik a Gabriel.
El guardián dejó de reír y se incorporó sin llegar a pararse del todo, sentado sobre la fría tierra.
— ¿Tu qué haces aquí?− espetó Gabriel.
—Nuevo padre tiempo, genio— contestó Violeta.
Las facciones de Gabriel se llenaron de sorpresa.
—Lo que faltaba. El nerd es el nuevo padre tiempo, estamos jodidos.
— ¿Cómo es que llegaste a todo esto? —repitió Dominik, ignorando por completo el hecho de que a Gabriel le molestaba que hablara directamente con él.
El guardián tomó una respiración profunda.
—Él me lo dijo. Evan— pareció atragantarse con el nombre—. Pensé que estaba loco cuando llegó a casa y me pidió que habláramos— soltó una ligera risa—. Creí que se trataba de otra ronda de castigos, lo único que decía era que ahora él era la presa, que no debió haber hecho eso y cosas así. Dijo que lo habían culpado, ya que no asesinó al padre tiempo correcto, que habían elegido un sucesor— le regaló una mirada fría a Dominik—. Así que las sombras lo siguieron y…
— ¿Los atacaron? —interrumpió Violeta.
—No es como si hubieran llegado a tocar la puerta diciendo: “¿Hola? ¿Puede Evan salir a matarlo?”
—Controla tu tono— amenacé.
—Miss hielo a la orden— ironizó.
Estaba de mal humor. No lo culpaba, había pasado por muchas cosas en muy poco tiempo, su mente, sus emociones, debían estar hechas trizas.
—Le dije a mi madre que tomara a Melinda y se marcharan a la ciudad por unos días, mientras arreglaba las cosas aquí. ¡Y vaya que se arreglaron!
—Tu padre está muerto…— murmuró Violeta, al tiempo que lo miraba como si fuera un bicho raro.
—Tengo que explicar a Melinda. Lo demás no es problema— Gabriel se puso de pie—. Me siento… ligero.
—Hay que volver a casa— dije en voz alta—. Necesitamos curar heridas y pensar las cosas, las sombras no se detendrán, debemos tener más cuidado que antes.
Todos asintieron. Gabriel se quedó rezagado cuando todas comenzamos a avanzar.
— ¿Vienes? —Preguntó Dominik—. Digo, también eres parte del grupo.
El guardián se quedó estupefacto, para luego sacudir la cabeza un par de veces y seguirnos a casa.
— ¿Por qué tienes consideración conmigo?− preguntó Gabriel en voz baja.
Dom sonrió.
—He aprendido a ignorar a las personas y sus malos comentarios. Es basura que tienen dentro y yo no quiero recogerla.
Cerré los ojos un momento. Eso sonó tan Sophie que ya no quise escuchar nada más.

Llegamos a casa, y durante unas horas, solo fueron duchas, para Gabriel, Summer y para mí.
Fue muy raro ver al guardián con la ropa que antes era de Ralph, ya que no podía vestirse como chica, aunque eso hubiera sido muy gracioso.
Después de sentarnos en la sala y atar cabos sueltos, explicarle a Gabriel como Dominik fue seleccionado como el nuevo padre tiempo, como el reloj nos ofreció las memorias de Ralph. Incluso Dom le habló de sus teorías, de cómo los guardianes podían viajar y las estaciones podían estar juntas, el solo murmuró “pura mierda” pero siguió escuchando con atención.
Nos explicó como su padre estaba muy asustado porque las sombras lo habían traicionado, porque no pudo deshacerse del padre tiempo.
Y eso era todo. Nos vimos envueltos en la misma situación, de nuevo.
Summer estaba sentada en el sofá, los ojos fijos sobre el suelo, sus manos no dejaban de temblar, ni siquiera cuando Violeta le puso la taza con té caliente entre ellas.
Supe, sin necesidad de palabras, que estaba nerviosa por lo que había hecho con Evan, ya que si bien, no lo mató directamente, dejó que sucediera. Así, sin más.
Él se lo merecía, se merecía eso y más, así se dieron las cosas.
Me sorprendió ver a Dominik y Gabriel enfrascados en una conversación, como ellos dejaban a un lado sus diferencias porque su deber así lo exigía.
¿A esto se refería Ralph cuando hablaba de las nuevas generaciones?
Una ligera sonrisa apareció en mis labios. Esto era todo lo que teníamos ahora.
Terminé mi te, y me bebí un par de aspirinas, para luego caer en un profundo sueño, uno que estuvo gobernado por eterna oscuridad.

Una semana fue lo que pasó, bastaron siete días para que las cosas estuvieran medio tomando forma de nuevo.
Violeta sacó una excelente calificación en su pintura.
Gabriel explicó a su madre y hermana la ausencia de Evan.
“Vimos cuando cayó al rio, pero no pudimos hacer nada” Fue la explicación.
Solo Sarah, la madre de Gabriel, sabía la verdad. Fue atacado por las sombras.
Los policías del pueblo lo tomaron como suicidio, ya que su cuerpo estaba hecho trizas contra las rocas del rio.
Melinda no lloró, simplemente se encerró en su recamara por dos días, para luego salir y seguir con su vida, como si nada hubiera pasado.
Las cosas estaban tomando un poco más de normalidad conforme los días pasaban.
Summer había dejado de sentirse culpable por lo sucedido, ya que de verdad no había sido su culpa,  todos fuimos víctimas de las circunstancias y había que tomar decisiones.
Gabriel parecía estar dejando de lado sus capas, una por una, era una persona más ¿Feliz? ¿Libre? No sabía con qué palabra definirlo.

Me despedí de mis hermanas, prometiendo que volvería pronto.
No me gustaba separarme de ellas durante mucho tiempo ya que el invierno estaba a la vuelta de la esquina. Dos días más. Se sentía extraño… medible, palpable, solo así.
Suspiré profundo. Subí al auto de Dominik, me quedé mirando a la casa.
—Relájate— me pidió—. Tessa dijo que sería rápido. Quiere hablar contigo. Extraña mucho a Amber y…
—Sí, ya sé la explicación. Y si, sé que volveré pronto, solo… que sea más rápido de lo que ella tenga planeado.
— ¡Vamos! Incluso quiere tocar el piano para ti, por eso se verán en la academia.
— ¿Y por qué no viene ella a casa?
—Tú dijiste que no querías que nadie más tocara el piano de Amber.
Bufé y puse los ojos en blanco. Me dejó sin palabras. Crucé los brazos.
—Que sea rápido. Ya dije.
Él soltó una ligera carcajada y anduvimos por la carretera. Llegamos al estacionamiento de la academia. Le di un ligero beso en los labios antes de bajar.
—Vuelve con las chicas— pedí—. Te llamaré cuando termine.
—De acuerdo— dijo y se marchó.
Suspiré un par de veces antes de empujar la puerta del salón de música. Había pocos autos en el estacionamiento, de los estudiantes que debían materias. La motocicleta de Thomas estaba ahí.
Elevé una súplica al cielo para no estar de frente con él. No quería nada más con ese chico, que me recordaba a cada segundo lo feliz que Amber pudo haber sido aquí, que ella se tuvo que ir, que yo tendré que irme pronto…
— ¿Puedo pasar?− pregunté a Tessa.
Ella miraba por la ventana con aire pensativo, su cabello estaba suelto y llevaba puesta la ropa que la hacía parecer una anciana.
—Adelante— concedió.
Entré y cerré la puerta detrás de mí.
—Dominik dijo que quería hablar conmigo.
—Es un buen chico. Es una lástima…
— ¿Qué?
—Dije que es una lástima— repitió en tono brusco, su voz deformándose.
Tessa giró y fue cuando lo sentí. El horrible escalofrió, la sensación de miedo y soledad.
−Tu…— susurré al darme cuenta, pero fue demasiado tarde.
No podía moverme, algo hacía que mis músculos no respondieran, caí con un golpe seco sobre el suelo.
—Dominik… cuando lo adoptamos fue simplemente para cubrir apariencias, tú sabes, los guardianes y el padre tiempo podían sospechar, pero con un niño normal… todo sería más sencillo. Sam y yo, vaya, ha sido difícil que Dom no se diera cuenta ¡Y ahora es el padre tiempo! Toda una ganga viajando directamente a nuestro bolsillo. El destino es una cosa curiosa. Incluso Amber, que dio con este lugar, fue sencillo entrar en ella, hacerla dudar y rechazar su naturaleza. Es una lástima que tuviera que irse— Tessa negó con la cabeza—. Pero, ten por seguro que la cazaremos, igual que con la estación pasada. No sé qué traman ellas, con su magia y sus fantasmas, hay algo que no nos deja cruzar. Ya no. Así que tengo que hacerlo antes de que seas reclamada.
Quise gritar, pero de mi garganta salió un ladrido ronco.
Escuché los pasos acercarse, los pies haciendo ruido, ella quería que la escuchara, que viera y sintiera cada detalle.
—Estás de suerte, querida. No puedo demorarme mucho en ti, tus hermanas nos esperan.
Y así como así, solo hubo oscuridad.

Corazón de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora