Capítulo dieciséis

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Mew salió de su despacho realmente apurado pues había tenido que demorarse debido a un plano que no había podido esperar más, ya que uno de sus clientes lo quería desde unos días atrás.

Nervioso subió a su coche y a continuación encendió el motor y así puso rumbo a su casa, donde sabía a ciencia cierta que Gulf ya estaba instalado pues su adorada esposa no había dudado en llamarlo por teléfono en la tarde para decírselo, luego de haberlos dejado en las habitaciones que había estado ordenando, junto con sus hijos.

Habían sido dos días de mucha incertidumbre, en las cuales no habían sabido si el moreno finalmente aceptaría el trabajo pero tras haber llamado, Mai estaba muy feliz.

No sabía que había sido lo que finalmente había hecho que Gulf aceptase pues creía que tendría reparos al saber que sería en su casa.

Lo cierto era que su esposa no había entrado en detalles pero se alegraba pues era cierto que necesitaban a alguien que ayudase con todo el trabajo.

Tampoco tenía idea de porqué ella había estado tan preocupada por si aceptaba o no, aunque tenía la ligera impresión de que era porque este era un hombre y no una mujer con intenciones ocultas.

La experiencia como todas las mujeres que habían trabajado en su casa había sido pésima pues tarde o temprano habían mostrado su interés en él y eso había traído problemas.

Todas habían querido que las convirtiera en sus amantes, incluso algunas de ellas habían provocado situaciones embarazosas, en las que Mew había temido por su matrimonio, sin embargo por fortuna Mai siempre lo había creído a él.

En cierto modo agradecía a la vida que fuese el moreno, ya que creía que realmente había sido una gran suerte que ese día, Gulf y no otro desconocido o desconocida se hubiera acercado a ayudar a su esposa.

Tiempo después, el arquitecto entró en su propiedad y tras dejar su coche en el garaje, caminó hasta la puerta principal, donde soltó un profundo resoplido antes de meter la llave y cruzarla.

...-Familia ya estoy en cas...oh vaya, ¿y el retrato de nuestra boda que estaba aquí?-se preguntó este mirando a la pared vacía del recibidor, donde estaba el perchero y solía dejar sus cosas.

Tras encogerse de hombros, Mew caminó entonces hasta la sala pues no vio aparecer a nadie a recibirle y allí reparó en que tampoco estaban todas las fotografías de la familia, las cuales siempre habían estado colgadas en las paredes y sobre el gran mueble de nogal.

-Ah...ya sé, seguro que las habrán sacado para limpiarlas con calma- susurró caminando hasta la cocina- ¿hola?, ¿Dónde estáis?, ya he llegado- volvió a preguntar en alto pero sin respuesta

En la cocina había un rico olor pero nadie a la vista, entonces pasó por el comedor y vio que la mesa estaba puesta como si hubiera una gran festín pero nadie allí.

-¿En dónde demonios están todos?

Finalmente se decidió a subir las escaleras y ver si estos estaban en las habitaciones, donde comprobó que si pues sus hijos estaban allí.

-¿Y vuestra madre?

-Está con el tío Tong- respondió su hijo.

Tras andar un poco, este ya escuchó voces, entonces con una fingida serenidad entró con decisión pues no quería que su esposa, ni Gulf notasen su nerviosismo por encontrarse de nuevo con el pasado y ser evidente.

-Ya estoy aquí, querida

-Oh cielo, estamos aquí terminando de acomodar a tu hermano -habló la mujer acercándose al arquitecto y dándole un beso en los labios.

35. Primer amor - MewGulf  - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora