Capítulo treinta y dos

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Luego de ese día en que Mew y Gulf se volvieron a ver, el arquitecto siguió trabajando en su recuperación mental total, con la ayuda de su dispuesto terapeuta, quién cada vez se sintió más involucrado en el caso de su paciente predilecto.

El día en que Mae cumplió sus dieciséis, la chica acudió en la tarde a la casa de los Suppasit pues su novio le había preparado una pequeña fiesta.

Previamente había recibido el regalo de su padre en la mañana y también había comido con él en el mediodía, así que había aceptado regresar una vez más a la casa en la que había pasado varios momentos felices de su vida, a pesar de que sabía que a Gulf le incomodaba.

Esta recibió una hermosa pulsera como presente de su enamorado novio, un estuche de maquillaje de Anne y una linda mochila del arquitecto, la cual le encantó pero al llegar en la noche a la pensión y mostrársela muy feliz a su padre, esta nunca se esperó una reacción así.

Resultó que esa misma mochila era la que Gulf había querido comprarle y por ello se sintió muy traicionado por el destino y por la vida, ya que le habían hecho encontrarse con Mew, huir y perder la oportunidad de ver tan feliz a su hija, gracias a él y no a terceras personas.

Este dijo maldiciones una y otra vez producto de los celos y la frustración, a pesar de que Mae le dijo que su regalo también había sido increíble pero de nada sirvió pues el moreno acabó dando un portazo y encerrándose en su habitación.

Lo cierto es que el enfado no solo se debió al tema de la mochila, sino que mientras su hija le había estado relatando su fiesta, Tul Pakorn había salido en la conversación.

Este había llegado a la fiesta en último momento y tras irse la chica de allí, al parecer había llevado la cena a Mew, junto con un par de botellas de vino y la intención de quedarse por mucho tiempo.

El moreno intentó calmarse y razonar, hasta el punto de autoreprocharse por perder los nervios, debido a un hombre que ya no estaba en su vida y podía tener cuanta nueva conquista quisiera.

Sin embargo, realmente le había pateado el hígado que la pena de Mew que tanto había temido Mai, temerosa de su autodestrucción, ya no fuera tal, gracias a la presencia de un extraño, el cual al parecer se estaba extralimitando en su función de terapeuta.

De buenas a primeras, se vio imaginando la escena donde Tul y Mew daban rienda suelta a la pasión y nuevamente acabó derramando lágrimas por el único hombre que había amado y al que al parecer nunca olvidaría, a pesar de que se había jurado no volver a llorar por él.

Sin embargo, la realidad había sido de otra forma pues tras irse Tharn y Mae y Anne subir a su habitación, estos lo habían recogido todo pero nada más pasó.

El terapeuta llegó a abrir una botella de vino pero tan solo bebió él pues el arquitecto le dijo estar muy cansado, así que la fiesta se había terminado ahí y las ganas de conquista de Tul se vieron rechazadas.

El arquitecto no quiso decirle exactamente porqué no podía quedarse como otras noches había hecho para hacerle compañía en el sofá hasta quedarse dormido, aunque al terapeuta no le hizo falta escucharlo para intuirlo.

Hasta ese entonces había estado muy orgulloso de sus logros con Mew, tanto a nivel profesional como a nivel personal, aunque no pudo evitar notar que había una nueva barrera en el trato de este hacia él.

Eso lo hizo molestarse bastante pues jamás creyó que el fantasma de Gulf, al cual le había puesto cara días atrás, luego de escucharle a Mew nombrarlo en varias ocasiones, pudiera nuevamente aparecer en la vida del guapo arquitecto y poder hacer q...

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Eso lo hizo molestarse bastante pues jamás creyó que el fantasma de Gulf, al cual le había puesto cara días atrás, luego de escucharle a Mew nombrarlo en varias ocasiones, pudiera nuevamente aparecer en la vida del guapo arquitecto y poder hacer que su trabajo conseguido para el acercamiento, se viera afectado.

Aún así, pasada esa noche, ambos siguieron disfrutando tiempo juntos, viendo películas, saliendo a tomar algo, yendo a pasear en coche o incluso pasando momentos en silencio, aunque ya no fue lo mismo.

Pasados seis meses de la muerte de Mai, entonces Tul creyó conveniente que Mew visitase la tumba de su esposa, a la cual no había acudido desde su sepelio pues no había tenido el valor suficiente para hacerlo.

Fue un momento realmente duro para el arquitecto, quién rompió a llorar abrazado a la tumba de esta, mientras acarició con agónica tristeza la foto colocada junto a su nombre y la fecha de su nacimiento y muerte.

Tras su regreso a casa y durante una semana, el arquitecto nuevamente no salió de su habitación, haciendo que sus hijos se llenaran de desánimo y se preocuparan nuevamente, a pesar de que el terapeuta les aseguró que había sido muy necesario y que tras tocar fondo, su padre resurgiría más fortalecido.

Tras su regreso a casa y durante una semana, el arquitecto nuevamente no salió de su habitación, haciendo que sus hijos se llenaran de desánimo y se preocuparan nuevamente, a pesar de que el terapeuta les aseguró que había sido muy necesario y que...

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Tres semanas hicieron falta para que nuevamente el arquitecto volviera a encontrarse con fuerzas para salir de su habitación y afrontar el mundo, aunque la cosa no quedó ahí pues quiso ir al cementerio, aunque ya no se encerró más.

Con el tiempo incluso comenzó a querer trabajar de nuevo desde casa y a quedar con clientes, aunque todo fue muy poco a poco y con mucho esfuerzo.

El entusiasmo por su recuperación se vio incrementado notoriamente, aunque a la par, eso hizo que cada vez se fuera haciendo más claro de ver a Tul, que este lo veía como un amigo y no como a una pareja.

Sin embargo, renegado a una negativa amorosa, se autoconvenció de que tenía que dar más tiempo a Mew, aunque la realidad era otra pues en el pensamiento y el corazón del arquitecto tan solo seguía habiendo cabida para sus hijos, el recuerdo de su esposa y Gulf.

Más meses pasaron, en los que Mew fue avanzando sin retroceso y en los que el moreno fue sabiendo de sus logros por oídas pues nunca volvió a verlo, a pesar de que se dieron ocasiones pues optó por cambiar de rumbo.

Este nunca supo que el arquitecto acudía a la calle de la librería con la esperanza de verle de nuevo, para saber cómo estaba o si tenía pareja pues Mae nunca le dijo.

En las primeras veces había ido con Tul pero luego el terapeuta había comenzado a negarse a regresar por allí, ante la insistencia de su paciente.

Mew le había asegurado que era por visitar nuevamente la librería donde había comprado el regalo de la novia de su hijo, sin embargo el terapeuta intuía que tal cosa no era cierta.

Finalmente un año de la muerte de Mai se cumplió, etapa en la que Tul creyó conveniente que Mew debía dar el último gran paso.

Este tendría que sacar todas las cosas de su esposa del armario y los cajones y meterlas en cajas, para así lograr superar por fin su muerte totalmente y seguir adelante con su vida, aunque el terapeuta nunca creyó que eso fuera a hacer que su mayor temor, se cumpliera finalmente.

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35. Primer amor - MewGulf  - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora