Capítulo treinta y cuatro

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El timbre de la casa sonó  cuando ya había oscurecido y tras ir a ver en el interfono de qué se trataba, Mew soltó un profundo y desolador resoplido y acto seguido pulsó el botón de acceso para que el portón se abriera.

Unos minutos después, muy animado y con la cena en su mano, el psiquiatra entró por la puerta principal.

...-Buenas noches

-Hola, Tul...es tarde, creí que ya no vendrías hasta mañana.

El terapeuta frunció el ceño pues intuyó que algo no iba bien.

-¿Ha ocurrido algo?, ¿Has guardado las cosas de tu esposa como habíamos dicho verdad?

-Si...si lo he hecho

Tul respiró con alivio mientras caminó hasta la mesa del comedor.

-Bien, cenemos entonces...he traído algo realmente delicioso para que repongas fuerzas.

-Oye...emm, en verdad te lo agradezco pero no tengo mucha hambre. De hecho iré a acostarme muy pronto.

-Pero tienes que comer, estoy seguro que no lo has hecho.

-Si es cierto pero...

-Pero nada, anda siéntate. Sólo serán unos minutos y luego de asegurarme que has comido, me iré. Venga, voy por unos platos y también cubiertos.

El arquitecto asintió finalmente y entonces se dejó caer en una de las sillas frente a la mesa.

Tras repartir los alimentos, ambos comenzaron a comer, aunque el arquitecto lo hizo con desgana, cosa que molestó bastante a Tul pues creía que ya el recuerdo de lo hecho se habría disipado a esas altas horas de la noche.

-¿Qué te estresa tanto?, Tranquilo, las cosas de tu esposa solo estarán en el desván, no van a terminar en un vertedero.

El arquitecto levantó su vista del plato al escucharle.

-No es gracioso- negó al ver la leve sonrisa de este.

-Ok..ok, lo siento. Ha sido muy inoportuno de mi parte pero solo quiero animarte....bueno cuéntame, entonces.

Mew se encogió de hombros pues realmente no tenía ganas de hablar sobre lo ocurrido pues era demasiado doloroso el recordar todo lo que habían llorado sus hijos y él durante todo el día, hasta que estos se habían ido a sus habitaciones a descansar.

-Fue duro pero lo guardamos todo. Sin embargo prefería contártelo mañana con más detalle.

-Noto que me ocultas algo, ¿Qué ocurre realmente?- preguntó el terapeuta mirando a este fijamente.

El arquitecto soltó entonces otro resoplido y a continuación dejó la cuchara en el plato.

-Encontramos unas cartas escritas por Mai

-¿Qué?, ¿Unas cartas dices?

-Si. Ella debió hacerlas poco antes de irse y en ellas nos explica cómo vivió el ocultarnos de su desahuciado destino y nos pide que no nos rindamos y seamos felices.

35. Primer amor - MewGulf  - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora