Capitulo 44:

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----Narra Dani----

Dani: Es que sé que voy un poco tarde, pero mejor tarde que nunca ¿no?

María: Supongo.

Dani: Pues toma-le tendí una cajita y una bolsa con unos sobres.

María: ¿Qué es?

Dani: Ábrelo.

Abrió la cajita y me miró.

María: ¿Y esto por qué es?

Dani: Por tu cumpleaños.

María: Pero si ya ha pasado un mes.

Dani: Por eso he dicho lo de mejor tarde que nunca.

María: Tonto, no hacía falta que me regalaras nada. Con verte sonreír todos los días, me basta-me abrazó.

Dani: Pero a mí no y no me discutas que sabes que siempre gano yo.

María: Tonto.

Dani: Creo que tú tienes la culpa de que sea un tonto.

María: ¿Yo?

Dani: Sí, tú. Porque cuando estoy contigo solo puedo pensar en una cosa, en ti.

María: Dani, ¿por qué siempre tienes que ser tan perfecto?

Dani: ¿Hace falta que te lo diga otra vez?

María: No, prefiero no enfadarme contigo.

Dani: Pues saca el regalo o pensaré que no te gusta.

Abrió la cajita y sacó el colgante.

María: Tiene nuestros nombres.

Dani: Sí, para que sepas no me pienso separar de ti.

María: ¡Te quiero!-me abrazó.

Dani: Lo otro mejor ábrelo en tu casa.

María: ¿Por qué? ¿Y estos sobres?

Dani: Son las cartas que te escribí cuando te fuiste. A lo mejor no entiendes la letra, con seis años no escribía muy bien. También hay cartas siendo más grande, nunca me olvidé de ti.

María: Entonces, ¿llevas esperándome desde que me fui?

Dani: Siempre pensé que ibas a volver y no me equivoqué, siempre cumples tus promesas.

María: Es verdad, con seis años te prometí que volvería y que...-se sonrojó.

Dani: ¿Qué?

María: Nada.

Dani: Te has puesto roja, ahora me lo dices.

María: También te prometí que cuando volviera nos casaríamos. Lo que hace tener seis años y un mejor amigo chico.

Dani: Pues yo me lo tomé enserio y se lo dije a mis amigos, pero ellos no me creían.

María: Normal, ¿quién le cree a un niño?

Dani: Nadie, pero a un adulto sí.

María: ¿Qué quieres decir?

Dani: Pues que te prometo que siempre te voy a querer y nunca te voy a olvidar ni a dejar por nada ni por nadie. Te quiero demasiado.

María: Y yo a ti.

La besé. Estuvimos un rato abrazados nos queríamos y nos llevábamos prometiendo ese amor desde que éramos niños.

Al rato, la acompañé a casa de sus abuelos porque tenía que coger ropa limpia y después se iría. Yo me fui a mi habitación y me puse a pensar en todo lo que había sucedido en tan poco tiempo.

Cuando Menos Piensas Sale el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora