¿Puedes sorprenderme?

Capítulo 20.

20.

La tensión podría cortarse con tijeras ahora mismo, el silencio es total en mi habitación. Los ojos de Dani parecen más rojos cada vez que me fijo en ellos. Me siento ahora mismo como si fuera una niña pequeña y han destapado una de sus travesuras. Mi corazón se encoje un poco más a cada segundo que pasa y los segundos pasan como si de minutos se tratan. Intento buscar las palabras exactas para explicar todo pero, por más que lo intento, a mi cabeza lo único que asoma es "él te quiere, le vas a hacer daño". Como siempre mi subconsciente atormentándome.

-        ¿Vas a explicarlo? –dice él en un tono de voz apenas audible.

-        Yo... lo siento, Dani, lo siento mucho –eso es lo único que consigo contestarle. No me muevo, solo persigo su mirada intentando que me mire pero no obtengo mi objetivo.

-        Va, Dani, sabías que esto pasaría de un momento a otro, no estés así –ahora es mi amiga quien habla mientras le acaricia la espalda.

-        Me alegro mucho por ti, Lau –susurra Dani, ahora sí, mirándome a los ojos. Intenta expresar calma, tranquilidad, pero no lo consigue, sus suspiros y sus movimientos dicen lo contrario– ¿cómo fue?

-        Me choqué con él el día que fui a hacer la matrícula para el instituto y yo pensé que era alumno, pero no, al día siguiente resultó ser mi tutor y profesor de historia. Todo ha sido muy rápido, casi no  he tenido tiempo de asimilar todo lo que me ha pasado con él en apenas tres semanas pero la verdad es que me gusta, –trago saliva fuerte– me gusta y le quiero.

-        ¿Y él?

-        Él también –un sonrisa aparece en mi cara cuando respondo a la pregunta y es que solo de recordar lo que ha pasado hace unas horas en clase cuando pensaba que todo había acabado es como una ola de aire fresco que me invade–. En todo momento me ha dicho que no quería forzar nada y que no me iba a decir te quiero sin sentirlo pero antes, a la salida del instituto, por fin lo ha reconocido. Me quiere. Nos queremos.

Una sonrisa aparece en la cara de Emi aunque sus manos la tapan a medias, sé que le gustan mucho las historias románticas y la verdad que la mía es como si fuese sacada de un libro, pero no, es real. Es una historia digna de cuento de princesas, pero eso sí, un cuento en el que ni la edad, ni la profesión, ni los prejuicios cobren más importancia de la que deberían porque sí, sonará muy cursi, pero por más barreras que haya el amor es amor y siempre acaba ganando a todo tipo de fronteras que se le pongan por delante.

-        ¿Nos lo vas a presentar? –pregunta ella en un susurro.

-        Si queréis –ahora miro a Dani porque mi mejor amiga ya sé que quiere conocerlo, quien no sé si estará tan dispuesto es él.

-        Sí, tengo que darle el visto bueno a la persona con quien compartimos a esta pequeñaja –ahora sí que su tono de voz es tranquilo, dulce. Sé que esto no es bonito para él y que le ha pillado de sorpresa pero tarde o temprano iba a pasar. Dani ha sido mi primer amor y a día de hoy sigue siendo al chico a quien más he querido, pero no siempre tengo que quedarme encerrada en un sentimiento estancado. Estoy segura de que pronto encontrará a la persona que le haga olvidar el mundo y por la que vuelva a tener la ilusión de ir al fin del mundo solo por verla feliz, se lo merece, sé que se lo merece.

Me lanzo sobre él a darle un abrazo sin poder parar de sonreír. Necesitaba esto, hablar con él cara a cara y sorprenderle con cualquier cosa, con un abrazo en el momento que más lo necesita o con una sonrisa en el peor momento, porque si lo piensas, ¿qué sería la vida sin sorpresas así? Sin sorpresas que nos dejan callados, con esas que nos cuesta controlar los sentimientos y las que te permiten dejarte llevar por lo que sientes, por las que te emocionan y no precisamente para mal. La vida sin sorpresas sería algo así como una rutina y no, lo siento pero mientras pueda evitar caer en ella seguiré sorprendiendo y sorprendiéndome cuando menos lo espere.