Capítulo 11.

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11.

No sé cómo responder a esta pregunta, pero sí, sí que puedo sorprenderle. Mi, nuestra más bien, relación resumida en dos frases que esconden un desafío: arriesgarse.

-        Me voy a ir ya, luego hablamos, ¿vale? —va siendo hora de irse, es tarde, tengo hambre y no creo que sea este el sitio más adecuado para comerme a Pablo.

-        ¿Hoy te veré por la tarde?

-        No creo, voy a empezar a estudiar para el examen de lengua y para el que me ha puesto el idiota del profesor de Historia —intento picarle.

-        Laura, una cosa que quiero que tengas clara: no vas a tener más fácil aprobar solo porque sea tu novio y tu profesor, ¿vale? Son cosas que se pueden compaginar pero que no van unidas.

-        Tampoco lo necesito, tranquilo —digo medio ofendida, ¿se cree que estoy con él porque no tengo otra forma de aprobar o qué?

-        Eso espero, confío en ti y en tu capacidad de retentiva.

-        Yo también confío en mí, gracias —le doy un beso en la mejilla, me cuelgo mi mochila al hombro y comienzo a andar hacia la puerta mientras su risa suena por lo bajo.

-        Oye —interrumpe mis pasos.

-        ¿Qué?

-        Que sí —responde sonriendo.

-        ¿Qué sí, qué?

-        Que sí que puedes sorprenderme.

Porque si se supone que a base de detalles te vas enamorando, yo debo estar loca de amor, pero no, es pronto para eso, tengo mucho tiempo para darle todo y recibir lo mismo de él, tiempo al tiempo. Salgo del instituto con una sonrisa de oreja a oreja, la verdad que este hombre se deje algún momento sin hacerte feliz. Como siempre a la salida me pongo mis cascos, enchufo la música y con ella a todo volumen pongo rumbo hacia mi casa.

-        Pero mira quién tenemos aquí —exclama una chica que camina hacia mí con las manos en los bolsillos y con paso sosegado.

No puede ser, otra vez no. No interrumpo mi paso pero sí que bajo la música por si dice algo. Sé que es ella porque va vestida como la otra vez que la vi, incluso lleva el mismo mechón de pelo por fuera del gorro.

-        Parece que no recuerdas las normas, ¿no? —comienza a caminar a mi paso- cuando yo te hablo, tú me escuchas, te callas y me miras.

-        No  puedo entretenerme ahora, lo siento —intento huir de ella, pero no me deja. Su brazo rodea mis hombros como si fuéramos dos amigas de toda la vida y comienza a caminar a mi par.

Estamos en la parte trasera de un edificio, no sé orientarme así que no sé exactamente dónde estoy.

-        ¿De qué vas? ¿No entendiste lo que te dije el otro día? —me pregunta empujándome contra la pared.

-        Sí —me limito a  responder.

-        ¿Sí, qué?

-        Que sí te entendí.

-        Entonces explícame que coño haces enrollándote con él todavía —su tono de voz está cargado de ira y sus ojos expresan maldad.

-        Creo que no tengo porqué dejar de hacer algo que me apetece a mí y que le apetece a él sólo porque una persona que no conozco de nada me lo exija.

¿Puedes sorprenderme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora