Capítulo 5.

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5.

-        Tranquilo, que no la iba a matar, ¿eh? —dice Álex sorprendido.

Ten valor, Laura, ten valor y gírate. Llévate la sorpresa del día o la decepción, pero ten valor. Mi subconsciente me obliga a girarme, a descubrir finalmente si es él. Mis piernas parece que responden. Mi cuerpo queda justo enfrente suyo. Mis piernas  de nuevo inmóviles. No avanzo, tampoco retrocedo, estoy paralizada. El corazón se me acelera al ver la angustia reflejada en su rostro y al oír su respiración agitada.

-        Lárgate. De esto ni una palabra —dice él.

El que había sido mi guía me mira y, seguidamente, posa su mirada en el suelo con decepción y comienza a caminar. Su paso es lento, se lo toma con calma, no sé si espera a que le diga que no se vaya o algo por el estilo, pero eso no va a pasar. No es él con quien quiero estar ahora mismo, es con el hombre que tengo justo enfrente de mí con sus ojos clavados en los míos, con el pelo alborotado y la boca entreabierta.

-        Estás loco —consigo decir acercándome un poco a Pablo.

-        Lo provocas tú, Laura, tú eres la culpable.

No hay más que decir. La conversación ha terminado, pero ambos seguimos ahí, parados, mirándonos. Yo con ganas de besarle y él con ganas de ser besado, estoy segura.

-        ¿Cómo lo haces? —pregunta por fin rompiendo el silencio— explícamelo, por favor.

-        ¿Cómo hago el qué? —contesto sorprendida.

Se acerca a mí. Su pecho roza el mío. Mi respiración se acelera igual que mi corazón. No me puedo controlar. Le miro a los ojos y noto que sus pupilas se dilatan, le gusto. Le gusto. Le gusto. ¿Le gusto? Sí, le gusto.

-        Que cómo haces que necesite estar así de cerca contigo. Que cómo haces que necesite que solo sea yo quien toque esto —susurra pasando su dedo pulgar por mis labios— o que solo pueda ser yo quien te mire con los ojos y de la forma que te miro —me susurra ahora cogiéndome la mano— o que solo pueda ser yo quien te lleve a conocer los lugares más secretos de Barcelona —me susurra ahora al oído acercándome un poco más cada vez— o, simplemente, que tenga la necesidad de ser el único que haga esto —murmura acercándose a mis labios.

Me besa. Sus labios y los míos se unen de nuevo desesperadamente. El tiempo se para, ya no hay mundo, no existe nada ni nadie que no seamos él y yo. Me da igual si esto es un sueño o es realidad, lo que me interesa es lo que estoy sintiendo. Me da igual que tenga ocho años más o que sea mi profesor. Me importa muy poco que nadie apruebe lo que sea que tengamos. No me interesa lo que la gente comente. No quiero pensar en el resto, quiero pensar en lo nuestro. No sé qué será de mí mañana o si lo que puedo estar viviendo va a ir a alguna parte, la verdad que ni lo sé ni me interesa, porque lo que sí sé es que voy a aprovechar el momento, voy a sentir cada caricia y voy a devolverle cada mirada, voy a provocar el roce de su mano con la mía y el escalofrío que siento cuando su piel y mi piel entran en contacto. Voy a hacer que sus labios y los míos se conozcan a la perfección y que sean la combinación perfecta. Voy a conocerle y voy a hacer que me conozca. Me da igual el antes y me da igual lo que venga después, me importa lo que está pasando ahora, el resto sobra.

-        Me tienes perdida, Pablo, completamente perdida, —confieso— no sé dónde tengo la cabeza ni dónde han ido a parar mis ideas. No encuentro a la loca que vino a Barcelona odiando a todos y cada uno de los tíos que se acercaban a mí. No encuentro a esa idiota que sufrió por amor y odia a Cupido, no la encuentro. Por ti, por tu culpa está perdida.

-        ¿Quieres que te ayude a encontrarla? —pregunta dulcemente rodeando mi cintura con sus brazos y mirándome a los ojos.

-        ¿Quieres que la encuentre?

¿Puedes sorprenderme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora