EPÍLOGO.
Llevábamos esperando cinco minutos en la puerta de clase, éramos las últimas en tener reunión con él. Mi madre taconeaba nerviosa con el pie derecho. Todo se había calmado tras contarle toda la historia con pelos y señales. Y ahora estoy aquí, esperando a que nos reciba. No han pasado ni cinco días desde que descubrí que yo era la otra, desde que perdí la ilusión por todo, pero necesito verle. Necesito volver a sentir latir mi corazón.
- Laura Gracia –dijo desde dentro del aula.
Su voz seguía siendo melodía para mis oídos. Mi madre entró con paso firme, la cara seria y los brazos cruzados. Yo... yo simplemente entré. La mirada puesta en el suelo para que no pudiera ver las ojeras que causa el no haber dormido en días.
- Buenos días –saludó educadamente pero con cierto toque melancólico a mi madre. Le dio un estrechón de manos y... y luego me tocó a mí. Su mano se sostenía firme frente a mi cuerpo. Como pude, accedí a dársela. De nuevo esa sensación de lo que hace poco llamaba felicidad invadió mi cuerpo. Me armé de valor y le miré. Conseguí aguantarle la mirada, lo cual me hizo ver en sus ojos que no era yo la única persona que no era feliz. Pese al poco tiempo que había pasado con él, le había conocido demasiado bien.
- Bu... buenos días, Pablo –solté la mano y me senté en la silla que en más de una ocasión había estado presente al besarnos. Pero eso ha quedado en pasado.
La reunión fue intensa, me costaba mirarle a la cara y saber que ya no era yo quien besaba sus labios o quien, por la mañana al despertarme, se giraba en la cama y le veía. Su barba de dos días ahora era de cuatro, también tenía ojeras y el pelo desenfadado. Pero ¿a quién quería engañar? No es por no haber dormido pensando en mí, sería por las noches locas que habría tenido con su novia. Su novia ya no era yo. Todo había acabado. Aún así estaba precioso.
- Pasad feliz verano –nos deseó una vez que nos había dado el boletín de notas.
- Si no hubiera pasado todo lo que ha pasado sí sería un feliz verano –susurré. Eso fue lo peor que pude hacer. Mi madre se despidió y se fue cerrando la puerta algo más fuerte de lo normal.
- Yo no quería, Laura, te juro que no quería hacerte daño –respondió tomándome de nuevo la mano.
- Pero lo hiciste, Pablo. Me da igual que no quisieras o que no fuera tu intención, pero me la has jugado.
- Y lo siento, Laura.
- ¿La quieres? –pregunté aún sabiendo el riesgo que me suponía el oír una respuesta afirmativa. Tampoco tenía mucho que perder, hacía ya un tiempo que había caído al precipicio. Pero no respondió–. ¿Y a mí? ¿Me querías a mí?
- Tú... Laura –solo de oír mi nombre otra vez de su boca, no pude evitar el que las lágrimas rodaran por mis mejillas–. No, no llores pequeña, por favor –y antes de haberme dado cuenta, estaba entre sus brazos de nuevo. Un cálido abrazo al son de su corazón acelerado.
- Yo te quiero, Pablo –murmuré en su pecho.
- Shh –intentó callarme, y me calló. Sus labios cálidos volvieron a posarse sobre los míos dando paso, de nuevo, a un beso del amor más puro y sincero que jamás había encontrado.
Y así fue nuestra despedida. Dolorosa despedida. Todo ha ido de mal en peor desde que vi a Pablo con Diana. Sí, Diana. Los amigos de Raquel me dijeron que ella, la chica del mechón rubio, era una antigua profesora en prácticas que llegó al Gaudí el curso anterior a llegar yo. También me contaron que se tuvo que ir por todas las quejas que recibía el instituto por parte de los alumnos: amenazas, chantajes y malas palabras. Según he oído, dijeron que estaba loca. Pero lo peor de todo no fue enterarme de lo que me iban contando ni el haberme dado cuenta de que la chica del mechón rubio estaba con Pablo, no, fue lo que vino después. Ese beso fue el adiós más agridulce que jamás pude tener, la despedida más amarga a manos, más bien a labios, de quien endulzaba mi vida.
ESTÁS LEYENDO
¿Puedes sorprenderme?
Fiksi RemajaAlguien me dijo una vez que las pequeñas cosas son las que te hacen feliz y que el destino lo escribes dependiendo de eso, de las pequeñas cosas, así que ¿por qué no hacer de lo pequeño algo grande y de algo grande nuestra felicidad?