Prólogo.

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-        Nena, nos mudamos. Las cosas con tu padre han ido a peor desde que murió la abuela. Nos hemos distanciado muchísimo y nada es como antes.

La noticia me pilla despistada. De alguna manera me la esperaba, desde que murió Cristina, mi abuela materna, mis padres discutían hasta por el color de las pinzas de tender la ropa. Cualquier tema era el apropiado para mantener una discusión. Después se reconciliaban, pero a los cinco minutos ya volvían a discutir.

-        Laura, ¿me oyes? —pregunta mi madre confusa.

-        Sí, mami. ¿Dónde vamos a vivir ahora? ¿En casa de los abuelos?

-        No cielo, verás... nos cambiamos no solo de casa, también de ciudad. Zaragoza no tiene grandes oportunidades de trabajo, y tú sabes que llevo en paro siete meses.

-        ¿Qué me estás diciendo, Carmen? —la interrumpo enfadada- ¿me vas a separar de mis amigos? ¿de mi familia? ¿de papá?

-        Sí, de alguna manera sí. Podrás venir siempre que quieras a verlos, pero nosotras viviremos en Barcelona. Allí tendremos tiempo para nosotras, para estar juntas y para disfrutar. Conocerás a gente nueva y harás amigos en seguida, hasta algún noviete quizá.

Los ojos le centellean. Conozco a mi madre y sé que para ella esto no es fácil. Ella también se tiene que separar de su vida, de su piso, sus padres, amigos y todo lo que tiene aquí. La idea de vivir en Barcelona no me disgusta, es una ciudad que siempre me ha llamado la atención, pero dejar aquí todo lo que tengo se me va a hacer muy difícil.

-        Anda mami, abrázame —le susurro cuando veo que una lágrima traviesa resbala por su mejilla.

-        Todo irá bien, Laura, te lo prometo. Haré lo que sea para que allí seas feliz, más bien seamos felices. Intentaré darte todo lo que pueda, pero por favor, ayúdame. Intentémoslo juntas, probemos a vivir solas, conociéndonos más todavía.

Las palabras de mi madre vienen cargadas de sinceridad. La idea de vivir lejos de todo a lo que hasta ahora he llamado vida se me hace dura. No asimilo la situación, no me imagino despertarme y no ver a mi padre con la camisa a medio abrochar y la corbata colgando de un hombro mientras desayuna en la cocina. No sé cómo serán las clases en mi nuevo instituto, ni cómo serán aquí. No sé cómo van a reaccionar mis amigos cuando se lo cuente. Sin Emi ni Daniel todo se me hará más difícil, pero si he podido superar y salir de situaciones irremediables, podré con esto, seguro.  

-        Emi, necesito decirte una cosa urgentemente, queda con Dani y ven a mi casa cuanto antes, por favor.

-        No me asustes, tía, ¿qué pasa? —contesta preocupada.

-        Tú haz lo que te digo, por favor.

Y cuelgo. No sé con qué palabras se lo voy a decir, ni si voy a poder decírselo. Sé que voy a llorar y que ellos también, pero necesito contárselo. Emi es mi mejor amiga y Daniel mi mejor amigo, también mi ex novio. En una hora estábamos los tres sentados en la cama de mi cuarto.

-        ¿Qué pasa, Lau? —pregunta Dani intrigado.

-        Sabéis que llevo tiempo diciéndoos que mis padres discuten mucho y que las cosas en casa no van bien, que mi madre se estresa y mi padre más de lo mismo, —hago una pausa-, pues se separan.

Ambos quedan boquiabiertos con la noticia. Si esto les ha dejado así que esperen a escuchar lo siguiente que les tengo que decir. Verlos tan preocupados por mí se me hace raro, son mis únicos amigos de verdad y, bueno, me dolería que lo pasaran mal por mi culpa aunque sé que eso será inevitable.

-        Lo siento, cielo —dice mi mejor amiga abrazándome.

-        No, para Emi, por favor —le susurro amable separándome de ella-, ahí no acaba la cosa. Me voy a vivir con mi madre lejos, a Barcelona.

Los siguientes días me encargo de despedirme de mi clase, de mis profesores, la directora y la gente del instituto. Con mis amigos, Emilia y Daniel, quedo todas las tardes hasta el día que me voy. Mi familia nos ha hecho una fiesta-comida de despedida a la que también ha ido mi padre. Ay, cuánto echaré de menos a este hombre.

Llega el día de partir hacia mi nueva vida. Mi madre ya tiene preparado el coche con las cosas y mi padre con mis dos mejores amigos están esperando a que nos vayamos.

-        Adiós, canija. Cuando menos lo esperes estaré por allí para matarte a cosquillas y a besos, ¿vale? —me dice al oído mi padre mientas nos abrazamos-, no olvides que te adoro y que estando lejos te sentiré cerca, bicho.

-        Te quiero, papá. Te esperaré allí, ¿vale?

Tras el largo abrazo y las lágrimas derramadas con él, llega el turno de Emi.

-        Cariño, que te me vas, ¿te has dado cuenta? Nada va a poder con nosotras, ¿entiendes? Nada. Ni la distancia, ni la gente, ni nadie. Aquí tienes a tu hermana perdida para todo, ya lo sabes. Los rincones más secretos de Zaragoza esconde nuestras mayores confesiones, aquí te esperaremos, los recuerdos y yo, para revivirlos cuando nos visites. Te quiero, Laura. —Me abraza como si no hubiera mañana y me da besos en las mejillas, en el pelo y por donde pueda. Me encanta su lado tierno.

Sus palabras no pueden hacer que llore más porque es imposible, pero el corazón me va a mil. Ella es la única persona que ha estado a mi lado y que me ayudó a salir del calvario que pase hace años. La quiero como a mi hermana, como a la que nunca tuve. La echaré en falta.

-        Pequeña, que ya sabes todo lo que hemos pasado juntos, -dice Dani cogiéndome de las manos- eso son recuerdos y los recuerdos no son pasado, son presente, me hacen estar siempre contigo. Sabes lo que has sido y eres para mí. Tus besos, tus abrazos... no lo voy a encontrar en nadie más, echaré de menos hasta tu manía de darme pellizcos. Dos años de felicidad y ahora te me escapas como si nada. Te necesito conmigo, Laura, así que hazme hueco en tu cuarto que cuando pueda iré a asfixiarte a base de abrazos. —Tan tierno como siempre me acerca a él para darme un beso en la frente. Le quiero, lo sé, pero entre nosotros no puede haber nada más allá de una amistad- No te digo adiós, solo hasta pronto. No me olvides, ¿vale?

Tras un millón de lágrimas y abrazos, me subo al coche. Por la ventanilla veo que mis padres se abrazan, incluso se dan un leve beso en los labios. No aguantarán el uno sin el otro, pero si hace falta poner tierra de por medio para que se den cuenta de eso, lo haré. Adiós a Zaragoza, adiós a mi pequeño mundo. Bienvenida, Barcelona, ¿qué me tienes preparado?

¿Puedes sorprenderme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora