06

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—Me encanta como ahora todos están detrás de Spreen para que los salve. —Me burlé tomando un sorbito de leche con chocolate.

—Pues normal, creo, esperan que él los salve. —Dijo Carre. —Pero ya me quitaron a mi amigo, ¿De que se trata, eh?

—Ya están las enchiladas. —Gritó Ari quitando la cuchara de la olla.

—¿Quieres enchiladas? —Me preguntó Roier.

—¿Me las vas a preparar? —Pregunté desparramandome en el sillón.

—Pues si me dices ahorita que si, si.

—Si. Pero sin cebollita, es que esa nomás me gusta en los tacos. Y con mucho cilantro.

—No mames que le echas cilantro. —Me dijo Mariana viéndome feo.

—Si, ¿Por qué o qué?

—No mames, Navi, eso sabe feo.

—Sabe más culero con lechuga, es más, la lechuga ni sabe. Bueno, pero yo quiero cilantro, por favor y gracias.

—¿Quieres algo en especial? —Me preguntó yendo a calentar las tortillas.

—Sorprendeme. —Le dije y se rió.

—¡Ya! ¡Denme... mi... espacio! —Exclamó Spreen fastidiado, inmediatamente todos se quedaron quietos, tampoco daban indicio a moverse, así que él lo hizo, viniendo a sentarse junto a mi.

—Comete un snickers. —Le dije simulando pasarle algo. —Mentira, no tengo nada.

—No estoy para bromas. —Bufó recargando su cabeza en el respaldo del sillón.

—Okay, me callo. —Dije. —Ninguno de ustedes molestará a Godzilla en mi presencia.

—No ayudas. —Me dijo Spreen.

—Ya pues. —Murmuré regañada.

—¿Con pollo? —Me gritó Roier.

—¡Sii, mucho!

—Ay, ay, está bien caliente. —Chilló pasando el plato de un lado a otro.

—¡Aguas con mis enchiladas! ¡No les vayas a tirar el chilito!

—Babosa me quemé, ay me quemé mi dedo. —Lloriqueó.

—¿Pero mis enchiladas están bien?

—Si, se ven bien sabrosas, ven a comer. —Me dijo.

—Ay eres bien amable, que dios te lo pague con mmmuchos hijos.

—No ni madres, mejor nada.

Me iba a levantar pero me di cuenta que Spreen se había sentado sobre mi abrigo. Iba a decirle algo pero noté que ya se había dormido.

Hice una mueca pensando en despertarlo o no, pero al final no quise molestarlo.

—Roiercito.

—¿Si diga?

—¿Me podrias pasar mis enchiladas? Por fis. Es que Spreen está sentado sobre mi abrigo y no quiero despertarlo.

—Nombre', tu despiertalo.

—No tengo corazón para despertarlo. —Hice un puchero mirando al argentino.

—Ah, pero a mí sí me despiertas, y hasta con agua fría, culera. —Se quejó Mariana.

—Callese mugroso, a ti te desperté así porque tú me despertaste con tu trasero en mi cara.

—Ay, una bromita, que chillona eres.

Cinnamon Girl   |   Roier Donde viven las historias. Descúbrelo ahora