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—¡Ya lo sé, mamá! ¡Todos me dicen lo que sucede en la casa! ¡Estoy harta de que digan que me va a dejar por ella! —Exclamó la castaña frustrada.

—Solo mírala, se hace la muy inocente, es una maldita. —Gruñó la mayor. —Creé que me podrá quitar a mi yernito, pero no va a poder.

—Mamá, él me quiere a mi, ella no va a hacer nada entre nosotros, ella sabe de mi. —Exclamó tirándose sobre su cama. —No se ve como una chica que robe novios, o eso.

—¿Ah no? Es una mosquita muerta, hija. Deberíamos ir hasta Estados Unidos para gritarle a Roier, como le hacían con los de la casa de los famosos, hay que gritarle que se aleje de esa mugrosa, a lo mejor y así le entra la espinita de que no es buena.

—Mamá, no podemos hacer eso.

—¿Ah no? Mírame hacerlo. —Dijo sacando sus lentes, su celular y su iPad de quién sabe dónde.

La castaña jadeó exhausta. Estaba estresada por todo lo que le decían, tanto en su universidad, sus amistades, incluso la misma comunidad de Roier le mandaban mensajes de que tuviera cuidado, o le mandaban clips donde Navi y Roier estaban muy juntos.

Ella confiaba en él, incluso confiaba en Navi. No sería como otras chicas desconfiadas, que por un par de interacciones creyera que la iba a abandonar por la otra chica.

—Listo, tenemos el vuelo el sábado, así que ve acomodando lo necesario. No te pongas bonita ni nada, total, ni te va a ver, eso ya sería desperdiciar outfit, así como dice la chaviza. —Dijo haciendo reír a su hija. —Así me gusta, que estés feliz. Ya verás que mi yernito no te va a dejar por esa mugrosa cara de nopal aplastado.

—Mamá, Navi es linda.

—Y tu eres hermosa, tú destacas más que ella, por eso Roier te eligió. Y créeme, que si esos rumores son ciertos, entonces ese menso está perdiendo a una grandiosa chica como tú.

Eso reconfortó de alguna forma a la castaña, quién se emocionó porque su novio la escuchará después de dos semanas.

°°°

—No lo entiendo. —Murmuró Navi.

—Bueno, quizás Mariana piensa que Roier quiere contigo. —Dijo Rivers comiendo una paleta Magnum.

—¿Pero por qué pensaría eso? —Cuestionó sin entender.

—Supongo que tú no lo ves, porque al parecer nunca has tenido un acercamiento de este tipo, pero se nota que Roier, y no solo él, los demás están interesados en ti. Llámalo interés porque no te conocen, o interés de otro tipo.

—¿Y cuál es el otro tipo?

—Interés amoroso, claro está.

Hice una mueca de desagrado, mi pecho se oprimió.

—Nooo, no me digan eso. —Supliqué. —No me gusta gustarle a alguien, es... incómodo cuando ya lo sé.

—Bueno, pero no sabemos si le gustas.

—No, que no le guste. —Pedí. —Me incómoda estar con alguien a quien le gusto, no sé cómo reaccionar. Cuando me llegaba a pasar eso en la secundaria solía ignorar la presencia de esa persona, me pongo muy insegura. ¿Cómo voy a ignorar a Roier? ¿O a los demás?

—Piensa que solo quedan cuatro chicos, y Aldo no es uno de ellos.

—Nah, a mí me caes bien. —Dijo Aldo comiendo un helado de galleta oreo. —Pero, no creo que le gustes a todos, y es que a Roier no lo conozco bien como para saber quién le gusta y así, y pues casi nunca lo vemos con su novia.

—O sea, ve, no tiene sentido que yo le guste, porque tiene novia. —Le dije. —Sabi es una chica muy linda, ¿Por qué razón le gustaría alguien más que no fuera su novia? Eso sería infidelidad, ¿No?

—A veces el corazón no elige a quien querer. —Murmuró Molly. —Pero no te preocupes, tu solo actúa normal cuando estés con los demás.

—Ya no sé cómo actuar normal.

—Bueno, entonces haz lo que quieras, pero no seas tan obvia y no los ignores o seas cortante.

—Intentaré.

°°°

—Oye Yaya, ¿Quieres...? —Comenzó a decir Roier pero yo me di la vuelta, yéndome por donde vine. —¿Uh?

—Navi, ¿Tienes...? —Preguntó Mariana.

—No. —Dije yéndome a otro lado.

—Che, ¿Por qué tan nerviosa?

—Hoy no fio, mañana si. —Dije yéndome.

Y mientras, en la cocina, las chicas y Aldo se pegaron en la frente.

—Ya la cagó, ahora con más razón van a estar detrás de ella. —Dijo Aldo saboreando lo último de su helado.

—¿Neta te comiste tu solo un helado de dos litros?

—Si, ¿Por qué? Allá hay más, no estés chingando, pinche Molly.

—Pelado este. —Jadeó indignada.

Me metí al baño y ahí me quedé sin hacer nada.

—¿Navi? ¿Qué tienes? —Preguntó Mariana.

—No seas chismoso.

—Ah, culera, y yo me ando preocupando a lo pendejo.

Salí del baño lentamente, con la cabeza agachada.

—¿Podemos hablar de lo que me dijiste la otra vez? Creo que ya sé de lo que hablabas. —Murmuré mirándolo.

Mariana suspiró y terminó por asentir.

Nuevamente fuimos a las camillas, y ahí nos sentamos.

—Hace rato, le pedí opinión a Ari, sobre ésto... y bueno, después llegaron las chicas y Aldo... y, me dijeron que Roier podría tener interés por mi, a como tú lo dijiste. Y luego entendí por qué me preguntaste sobre Sabi... yo sí sé de ella, y créeme que no quiero ser como esas chicas que aún sabiendo que tienen una relación se entrometen... yo no soy así.

—No, no, yo no quería decir que fueras así... es que... —Mariana suspiró, moviendo sus manos entre sí. —... me caló el hecho de que estuvieras con él.

—¿Cómo...?

—Creo que me gustas, Yalid. —Murmuró sin mirarme. —Pero entiendo que no sabes mucho sobre eso, y no quiero hacer que te sientas incómoda o algo parecido.

—Muy tarde. —Dije abochornada, corrí dentro de la casa y me encerré nuevamente en el baño. —Ay, ya no quiero estar aquí.

Y apenas íbamos por la segunda semana.

Cinnamon Girl   |   Roier Donde viven las historias. Descúbrelo ahora