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—¡Ven! —Exclamó Mariana entre toda la música, me jaló de mi asiento y se puso a bailar ridículamente.

Me reí, pero también me uní a él, haciendo el tonto mientras bailabamos.

Roier se unió a nosotros, y luego Aldo. Después de un rato comenzaron a sonar cumbias, la verdad nunca había sabido bailar las cumbias, así que mejor me iba a ir a sentar.

Pero alguien me tomó de la mano, evitando que me fuera. Vi a Mariana irse a sentar junto a Aldo, mientras el primero se limpiaba el sudor de la frente con una servilleta.

Me giré notando que era Roier quién me sujetaba con una sonrisa.

—¿Bailamos? —Preguntó y yo fruncí mi entrecejo con una sonrisa.

—No sé bailar. —Le dije sincera.

—Yo te enseño. —Me dijo acercándome a él, con su mano izquierda, tomó mi mano derecha, y su mano derecha la coloco en mi cintura.

Me sentí extraña ante ese toque, era algo nuevo.

—Mira, hazle como yo, pero como si fuera un espejo. —Murmuró señalando sus pies con la mirada.

Comencé a imitar lo que él hacía, y en cuestión de nada ya sabía bailar, eso a palabras de Roier.

—¡Eso, Navi, esoooo! —Exclamó Ari mirándonos.

Las cumbias continuaron, y nosotros éramos los únicos que aún bailaban. A veces me equivocaba, pero eso no importaba, porque él me decía que siguiera. Ambos nos reíamos pero continuabamos bailando.

Finalmente me cansé, y justo comenzaron a sonar otro tipo de canciones. Roier y yo fuimos a la barra, donde él se sirvió agua y yo refresco.

—Deberías tomar agua, te podrías deshidratar. —Murmuró sirviéndose más.

—Nah, luego. —Dije bebiendo el refresco.

Roier se acercó, quitándome mi vaso para después ponerme el suyo con agua.

—Que tomes agua, niña. —Me dijo y yo a regaña dientes bebí del agua. —¿Ves? No es tan malo.

—Ni sabe a nada.

—Pues no, mensa, es agua. 

—No me simpatizas. —Bufé.

Roier tomó mi mano para guiarnos hacia las sillas con los demás.

—¿Qué? —Le pregunté a Mariana, ya que nos miraba mucho.

—Ven, vamos allá afuera, ya me dio calor. —Dijo él, levantándose.

—Pero me acabo de sentar.

—Vente, no quiero ir solo.

Le hice caso y fui con él, salimos de la casa para ir hacia el jardín, y luego nos sentamos en las hamacas.

—¿Sabías que te puedes enfermar por el cambio de temperatura? —Le pregunté.

—¿Y tú sabías que Roier tiene novia?

Me sorprendí ante eso, pero no porque tuviera novia, yo ya lo sabía, pero no entendí su pregunta tan a la defensiva.

—Si, ya lo sabía, ¿Por qué?

Mariana me miró, pero luego negó con la cabeza, mirando después hacia el cielo.

—No entiendo para dónde quieres ir con esa pregunta, sé que Roier tiene una novia, incluso él me lo dijo en los primeros días.

—¿En serio nunca has tenido novio?

—No.

—¿Ni ligues?

Cinnamon Girl   |   Roier Donde viven las historias. Descúbrelo ahora