Capítulo 66

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Chaeyoung

—Minari, amor, ¿dónde te has metido? Llevo media hora esperando —le dije al buzón de voz de su celular.

Pasaron cinco minutos y volví a llamarla teniendo el mismo resultado que antes.

—Minari, ¿qué has ido tu misma a fabricar los helados? No quiero empezar a preocuparme, pero creo que ya es tarde. ¿Dónde estás? ¿Por qué no contestas? —colgué de nuevo.

Decidí ir a buscar a Mina por el parque, a lo mejor me quería gastar una broma o no sé, estaba dando de comer a los patos...

Caminaba cuando vi el puesto de los helados, me acerqué al señor detrás del carrito.

—Disculpe, ¿podría ayudarme? —le dije al vendedor.

—Diga, señorita.

—¿Usted ha visto a una chica pelinegra de ojos marrones? —dije nerviosa—. Vino hace como media hora —saqué el móvil del bolsillo y le enseñé una foto de Mina—. Es esta, ¿la vio? Venía a por dos helados. Uno con mucho chocolate —el hombre parecía pensar—, y otro de fresa.

—Oh sí, la recuerdo, sí estuvo aquí, agarró los helados y se fue por allí —señaló el camino por donde yo había venido.

—Gracias por su ayuda.

Regresé de nuevo haciendo el camino a la inversa cuando algo llamó mi atención, había dos helados tirados en el suelo. Mi yo paranoico no quería pensar que esos dos helados eran de Mina pero... No, claro que no, no eran suyos, no.

Caminaba cabizbaja intentando desvanecer esos pensamientos cuando pise algo, una pulsera, esa pulsera era la de Mina, yo misma se la regalé. La recogí del suelo y empecé a preocuparme de verdad. Empecé a buscarla por todas partes, pregunté a la gente que había por allá pero nadie vio nada. Cuando oscureció volví a casa.

Caminaba por todo el salón, llamaba al celular de Mina, no sabía qué hacer, a quién llamar. Sabía que si llamaba a la policía iban a ignorarme y me harían esperar.

Me senté en el sofá y marque un número.

—¿Akiro? —dije al escuchar su voz contestando el teléfono—. No sé qué hacer —dije llorando—. No sé dónde más buscar.

—¿Chaeyoung? ¿Qué pasa?

—Mina, no sé dónde se metió, no sé dónde está —lloré más fuerte.

—¿Dónde estás tú?

—En mi casa.

—Acabo de salir de trabajar, dame la dirección y estaré allí lo más rápido que pueda.

Después de unos cuarenta y cinco minutos llamaron a mi puerta, con toda mi fuerza deseé que fuera Mina, pero no, como dijo Akiro, ahí estaba.

—¿Qué pasó? —dijo, cerré la puerta y nos sentamos en el sofá.

—Estábamos en el parque y... fue a por unos helados y no regresó... Hace más de dos horas que se fue... —dije llorando—. Encontré esto tirado en la calle —le enseñe la pulsera que no la había soltado desde que la recogí del suelo.

—¿Llevaba su celular? —asentí—. ¿La llamaste? —asentí de nuevo—. ¿Y no se habrá ido a la universidad?

—No iría sin despedirse de mí, sin avisarme.

—A lo mejor le surgió algo, llama a Jeongyeon a ver si está en la habitación —hice lo que sugirió pero nada, Jeongyeon había estado toda la tarde en la habitación y Mina no había aparecido por allá, antes de colgar le pedí que me avisara si sabía algo de ella. Akiro agarró su móvil y marcó un número—. Mina, soy papá, cuando oigas esto por favor llámame.

Cuestión de Tiempo 𖦹 MichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora