𝟒𝟖: 𝑡ℎ𝑒 𝑏𝑖𝑔 𝑝𝑎𝑟𝑎𝑑𝑜𝑥 | 𝟷

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San y Min Jae partieron muy temprano rumbo al aeropuerto para llegar a tiempo. Seong Hwa se había negado a acompañarlos, puesto que había manifestado en muchas oportunidades que Katinka no era alguien de su agrado.

Tanto San como Min Jae llevaban puestos sombreros, mascarillas y anteojos de sol para pasar desapercibidos entre la multitud de pasajeros, amigos y familiares que abarrotaba el recinto.

San había hecho un pequeño cartel para que Katinka supiera que estaban esperándola, y lo alzaba cada cinco minutos, impaciente por verla aparecer.

Min Jae había imaginado que Katinka era una abuelita, o por lo menos una señora entrada en años, pero resultó ser una chica joven, de unos veintitantos. Era muy bajita, tenía el pelo negro y largo y llevaba puesto un enorme chaleco de color rosado neón que resaltaba muchísimo en el descolorido ambiente del aeropuerto.

Al ver el cartel, Katinka agitó la mano para saludar.

San se bajó la mascarilla por un segundo para que Katinka pudiera reconocerlo. Katinka empezó a dar saltitos en cuanto vio el rostro de San, y luego caminó hacia ellos con paso enérgico y decidido.

―Katinka no habla coreano ―explicó rápidamente San antes de que Katinka hubiera llegado junto a ellos.

―¿Qué idioma habla? ―inquirió Min Jae con curiosidad.

―Español.

Katinka ya casi los había alcanzado. San acortó rápidamente la distancia que los separaba para darle un cariñoso abrazo, el cual ella correspondió con alegría.

―¡Sammy! ―exclamó la chica―. ¡Gracias por rescatarme de mi desastrosa vida!

San y Min Jae se sorprendieron al notar que Katinka había hablado en coreano.

―¿Aprendiste coreano? ―se extrañó San, arqueando las cejas, aunque se notaba que estaba complacido con el descubrimiento.

―¡Sí! ―respondió la chica, orgullosa. Soltó a San para mirarlo a la cara―. Uno de mis mejores amigos es coreano, así que pensé que debía intentar aprender el idioma.

―Tu pronunciación es buena ―elogió San.

Mientras Katinka y San se ponían al día, Min Jae recorrió con la vista el aeropuerto, aburrido. Todo iba bien hasta que creyó ver a Jin Sik.

―¿Jinnie? ―inquirió, sorprendido, abriendo los ojos como platos. Mil pensamientos cruzaron su mente. 

San se puso alerta de inmediato; atrajo a Katinka hacia sí, como si quisiera protegerla, y miró en todas direcciones.

―¿Has visto a Jin Sik? ―preguntó a Min Jae, quien estaba pálido y temblaba.

―Nos estaba mirando... ―murmuró el chico con un hilo de voz―. Estaba justo ahí... ―agregó, señalando una esquina en la que habían varias máquinas expendedoras dispuestas en fila.

―¿Quién es Jin Sik? ―inquirió Katinka con curiosidad.

―Más tarde te explico ―dijo San―. Min Jae, cuida a Tinka. Voy a revisar.

Min Jae se quedó con Katinka mientras San "revisaba el perímetro".

―No hay rastro de Jin Sik ―les informó en cuanto regresó.



Mientras esperaban un taxi, San le contó a Katinka el verdadero motivo por el que le había pedido que fuera a Seúl cuanto antes.

―O sea que me trajiste aquí con mentiras ―concluyó Katinka, indignada. 

―¿Qué te dijo San para convencerte de que vinieras? ―inquirió Min Jae.

―Literalmente me dijo que iba a casarse ―respondió Katinka―. ¡Me prometió que podría ser dama de honor!

Min Jae tuvo que hacer un esfuerzo para contener la risa.

―Lo siento, Tinka ―se disculpó San, afligido―. Pero necesitaba tu ayuda.

―¡Sólo sé hacer algunos trucos tontos! ―exclamó Katinka―. ¿Cómo esperas que haga un maldito exorcismo? ¿Te has vuelto loco?

―Seong Hwa dijo exactamente lo mismo... ―musitó San, avergonzado de sí mismo.

―¿Quién? ―preguntó Katinka, frunciendo el ceño.

―Un amigo. Nadie importante ―susurró San.

Min Jae se asombró al descubrir que Katinka no conocía a Park Seong Hwa, especialmente teniendo en cuenta que él parecía detestarla con todo su corazón.

―Podría demandarte por secuestro ―amenazó Katinka a San.

―Tinka...

―¡Ahí viene un taxi! ―exclamó Min Jae, haciendo gestos al vehículo para que se detuviera.

Katinka accedió a subir al taxi con ellos, pero no le dirigió la palabra a San en todo el camino.

𝑯𝑼𝑵𝑻𝑬𝑹 𝑮𝑨𝑵𝑮 😎| 𝚡𝚒𝚔𝚎𝚛𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora