Capítulo 2

96 6 0
                                    

—¿tú puedes entenderme?—preguntó la mujer un poco insegura si iba a sentirse tonta por la respuesta qué podría obtener.
—sí ¿cómo sabes qué soy un dios?—respondió el hombre con un acento algo marcado y ella cambió su aura por completo de la rabia a la total alegría en poco momento.
—conozco la magia de estos reinos, me ayuda a sobrevivir mejor—dijo su voz era dulce y a él le llamaba la atención eso.
—¿eres una bruja?
—¿qué? No, para nada, solamente soy una guerrera qué sabe usar la magia de aquí eso es todo…ah, esto es incómodo intenté matarte hace un momento pero ahora hablo contigo, hablas bien el idioma debo decirlo.

El dios se veía algo abrumado por la cantidad de palabras que salían de su boca, en su tierra salían hablar mucho menos pero ella hablaba demasiado—¡perdón! Hablo como si ya nos conocieramos—le extendió su mano mientras con la otra guardaba su hacha—me llamo Laufey la justa, puedes llamarme Faye.
—¿compruebas si soy peligroso?—ella primero abrió sus labios por la sorpresa y luego sonrió.
—me agradas, eres muy inteligente…lo hago también demostrando que no soy una amenaza, no deseo hacerte daño. De verdad quiero que nos presentemos, siento qué hay mucho qué deberíamos hablar—mencionó ya con menos emoción—pero primero nuestros nombres.

El dios accedió pues la mujer no mostraba decir mentiras, eso le agradó—Kratos—dijo solamente pero ella supo que le faltaba algo más a su nombre—fui el dios de la guerra.
—ya veo—se soltaron lentamente y ella se limpió la sangre salida de su nariz.
—sabes pelear bien ¿quién te entrenó?
—la vida…ven conmigo, ya qué entraste a mi terreno debemos ser discretos—Kratos guardó sus espadas y la fue siguiendo por el camino, aunque el bosque tenía muchos.

—¿tu terreno?
—puse un símbolo de protección en este bosque, prefiero mucho la paz pero en vista de las circunstancias pues si gustas puedes quedarte.
—¿tu casa?—se ganó la mirada de la mujer algo sorprendida.
—Pero qué confianzas ¿no? Puedes quedarte en mi bosque, hacerte un campamento, créeme es mejor a qué los dioses te vean. Digo, eres un dios pero tú me entiendes los dioses de aquí—Kratos entendía su postura, era amable pero parecía en el fondo ocultar algo.

—¿por qué recibirme?
—intento ser hospitalaria nada más—comentó sonriendo—vivo en una pequeña cabaña no muy lejos de aquí, sigue el río al norte y la vas a encontrar—señaló hacia el agua y él asintió entendiendo—lo qué hagas pues es cosa tuya, solamente no me metas en problemas con los dioses y eres libre de explorar lo que quieras.
—¿así sin más?—preguntó el hombre viendo que ella ya se iba.
—así sin más—respondió—supongo qué de manera extraña pero ya somos amigos, Kratos. Espero poder vivir en paz.

Kratos gruñó confuso, era una mujer algo extraña pues lo había recibido muy rápido, pero viendo qué también era una guerrera cansada de luchar entendió su postura y se sintió aliviado por primera vez en mucho tiempo, pero quizá era pronto para bajar la guardia.

Faye cerró la puerta detrás de ella y se dejó caer lentamente al suelo, ese dios lo había visto en la profecía…nunca pensaba en ello porque decidió vivir en paz el tiempo que le quedase pero ese hombre definitivamente era él, no podía hacerlo su enemigo porque nada le había hecho en realidad pese a ser un dios le tenía cierto coraje no lo conocía, no, pero algo malo había hecho eso era muy seguro…pero ella misma sabía que no podía juzgar sin conocer, Faye ahora tenía un conflicto al haberlo conocido, pero algo era seguro y era qué si era su aliado lo tendría alejado…la maldita profecía no podía cumplirse y de eso ella se iba a encargar. Frunció el ceño con rabia pues todo tanto de parte de su gente y los dioses era injusto para ella pero intentaba siempre dar justicia a quién no la recibía, suspiró calmando su mente qué iba a mil por segundo para seguir con su vida y ya.

Durante la noche siguiente Faye estaba comiendo sola pero su mente no la podía dejar en paz por el incidente, la pelea había sido muy pareja pero no se llegó a terminar porque se miraron…estudiando sus almas y el cansancio que llevaban en ellas, Faye se preguntó qué tanto habría vivido aunque no era su asunto pues quería alejarse de él, olvidar incluso qué lo conoció hasta qué alguien tocó a su puerta—invoco los problemas—dijo antes de levantarse y abrir la puerta, encontrándose con aquel hombre de ese día, llevaba un conejo atado a su cintura, lo había cazado hace poco.

—Faye.
—Kratos—respondió ella con su misma seriedad—no pensé que de verdad fueras a venir ¿te vas a quedar en el bosque entonces?
—dijiste que había mucho de qué hablar—sentenció y miró al conejo sin saber cómo empezar ese tema de conversación.
—¿trajiste eso para comer?—preguntó ella primero sabiendo su intención y él asintió—sería grosero dejarte ahí, pasa vamos a preparar este conejo.

El inmenso dios pasó a la cabaña—no es tan pequeña como dijiste.
—bueno, la quise cómoda para poder moverme bien, por favor siéntate—Faye llevó agua caliente y un par de cuchillos, ambos se dispusieron a limpiar la carne—buena cacería por cierto, te puedo enseñar cosas si quieres, te harán la vida más cómoda aquí si es qué te vas a quedar. ¿No tienes a dónde ir?
La pregunta retumbó en la cabeza del dios—no.

—bienvenido entonces—a ella quizá le agradó que tuviera esa iniciativa para volver, aunque no debía olvidar que debía mantenerlo lejos—te enseñaré todo lo que pueda—ella le sonrió dulcemente.

Después de un tiempo la cena estaba lista, Faye se tomó la molestia de condimentar la carne y Kratos la había esperado con paciencia—te enseñaré a poner sabor para qué la carne no sepa solamente como eso—comentó sirviendo el plato frente a él y luego algo de jugo que ella misma había hecho con manzanas—por favor, come—se sentó ella frente a él.
El hombre tomando el plato y comenzando…parecía que la comida le estaba gustando mucho—¿hace mucho qué no comes algo condimentado?

—Es difícil encontrar especies en esta tierra.
—Si me permites preguntar ¿cuánto tiempo llevas aquí?—preguntó ella también comiendo.
—setenta y cinco años—respondió—es difícil vivir aquí pero me ayuda a mantener mi mente ocupada. ¿Cómo supiste qué soy un dios? Un mortal común no lo hubiera notado.
—lo dudo, tu apariencia grita que no eres de aquí…además soy buena con la magia, supe de inmediato que eras un dios, no te preocupes en este bosque los dioses no te van a encontrar.

—¿por qué dices eso?
—no les agradan los extranjeros, sé eso…menos un dios de otra tierra, Odín te puede buscar y matarte solo por considerarte una amenaza—comentaba la mujer—él es.
—no me importa conocer más a esos monstruos, conozco lo suficiente—sus palabras la dejaron impresionada, pensaba que eran monstruos también pero ¿un dios pensando así de los suyos?

—bien, segunda cosa en la qué estaremos de acuerdo pero debes saber lo básico para saber de quién cuidarte—aseguró tomando jugo—Odín es el rey de los dioses, un maldito manipulador, ladrón y asesino…rey de los dioses y se le conoce como "el padre de todo" y su hijo Thor, dios del trueno. Su maldito martillo ha visto muchas muertes en su mayoría inocentes.

—Midgard se llama este reino ¿no?
—sip, uno de los nueve reinos qué están emocionados en el árbol de la vida ¿cómo aprendiste el idioma?
—escuchando a los demás hablar a lo lejos.

Se miraron un poco en silencio, eran buenos para hablar y ella sonrió—¿llevas mucho viviendo sola?—preguntó él.
—sip, después de…un incidente vivo sola, aprendí a pelear tú tienes la técnica de un soldado.
—Soy de Esparta, tierra de militares ¿quién te enseñó a pelear? Eres…una guerrera con técnica.
—sola aprendí, con la experiencia y algunos consejos, sabes me caes bien y pensar qué hace unos días quise matarte—el dios no sabía qué decirle en comentarios así—sabes, puedes
quedarte en mi bosque hacerte una casa. Te enseñaré a vivir cómodamente si decides quedarte.

—¿sin pedir nada a cambio?
—¿Qué podría pedir a cambio? ¿Poder? ¿Protección? Sé cuidarme sola. Quédate y sirve que mínimo habrá más ruido por aquí, cuando inicie la primavera te ayudaré a recolectar, lo primero será cazar en invierno también lo necesitas—extendió su mano hacia él—¿qué dices? Algo más pacífico, no me interesa pelear con un dios de nuevo sobre todo suponiendo qué puedo perder esta vez.

—eres fuerte—estrecharon sus manos pero no dio las gracias—está bien—Kratos quería huir de su pasado, empezar de nuevo y esa mujer, estaba dispuesta a enseñarle para hacerlo mucho más cómodo, más sencillo, le daba intriga su historia pero no iba a preguntarle, no era su asunto solamente quería información para sobrevivir y después seguiría su camino a dónde sea qué fuera...

Cortos God of War.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora