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Más tarde esa noche estoy recostado en el sofá con estampado de rosas de mis padres, con la barriga llena y los pensamientos dispersos

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Más tarde esa noche estoy recostado en el sofá con estampado de rosas de mis padres, con la barriga llena y los pensamientos dispersos.

Amo este sillón. Es la cosa más espantosa que he visto en mi vida, pero me encanta de todos modos. Me recuerda a las peleas de cosquillas, las paletas heladas y los días de enfermedad en la escuela, donde pasaba todo el día descansando y viendo Nickelodeon.

―Estoy tan contenta de que hayas venido ―dice mamá, flotando en el borde de la sala de estar mientras le sonrío. Se seca las manos con un paño de cocina, devolviendo el sentimiento―. No te hemos visto en semanas.

Me duele el corazón.

―Lo siento.

Mi madre, Yoona, es pequeña y bonita, las líneas de expresión y las arrugas alrededor de su boca son un testimonio de su disposición alegre y un claro indicador de que soy su hijo.

Me parezco a ella con nuestras sonrisas a juego, ojos grandes y cabello muy oscuro, nuestra piel perlada y dorada. Nunu se parece más a nuestro padre, Jeon, en sus ojos pequeños cristalinos, su alta estatura y cuerpo fornido. Papá tenía que trabajar hasta tarde esta noche y no estará en casa hasta cerca de la medianoche, así que tomo nota mental de pasarme para otra cita para cenar esta semana.

Mamá apoya su hombro contra la pared, estudiándome con preocupación maternal.

―Nunu dice que te ha ido mejor.

Mis manos están posadas debajo de mi mejilla mientras descanso sobre una almohada decorativa. Nuestro perro, Dooly, un viejo perro salchicha, yace acurrucado a mis pies.

―Estoy mejor.

No estoy genial. No estoy prosperando.

Pero estoy mejor.

Y mejor es mejor.

―¿Cómo van las reuniones? ―pregunta después de un pensativo suspiro.

Mis mejillas se ponen calientes cuando lo primero que me viene a la mente es Hoseok y nuestro extraño altercado de esta noche.

Debería estar pensando en los puntos de partida, o la amable sonrisa de la señorita Miyeon, o las tristes historias de Somi, o el roce de Jaemin con la muerte cuando alguien perdió el control de un Civic y casi lo aplasta.

Pero todo lo que veo son los ojos oscuros llameantes de Hoseok y la sensación de sus dedos curvados alrededor de mis bíceps.

Todo lo que huelo es su shampoo terroso y su jabón corporal. Todo lo que escucho son los atronadores latidos en mi pecho cuando lo sentí.

El hormigueo.

Tragando, me muevo en el sofá y desvío la mirada. No puedo decirle a mi madre nada de eso. Ni siquiera yo mismo lo entiendo.

Hoseok es un idiota. Un idiota cerrado y emocionalmente atrofiado que probablemente escupe sobre mis cupcakes antes de tirarlos al suelo y aplastarlos bajo su bota sucia.

Under Your SkinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora