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―Agosto

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―Agosto.

HyungWon pasa su cabello hacia un lado, cruzando las piernas a la altura de la rodilla. Su voz no se quiebra ni vacila al detallar su punto de partida, y sus ojos incluso brillan mientras lo estudio desde mi asiento.

Espera… ¿brillan?

No. Mierda, no.

No noto una mierda como el brillo de los ojos. Ni siquiera recuerdo mi propio color de ojos la mitad del tiempo.

―Al crecer, todos mis amigos odiaban agosto: hace calor, la escuela estaba a punto de comenzar su segundo semestre y el verano estaba llegando a su fin. Pero siempre sentí que era un nuevo comienzo ―explica HyungWon mientras el resto del grupo escucha con cariño―. Pero el invierno siempre ha sido mi estación favorita. Nieve, sidra de manzana y fogatas. Además es mi cumpleaños.

La gente ríe. Yo gimo.

Agosto es el peor mes. El sol es demasiado brillante, mierda, los mosquitos están literalmente tramando su reino apocalíptico sobre la humanidad, y es más caluroso que las bolas de Satanás.

Agosto puede irse a la mierda.

HyungWon me concede una mirada, con los labios fruncidos, las mejillas rosas, probablemente comprobando si soy una de las personas que se ríen.

Me aseguro de que mi cara se vea más insoportable.

Cuando termina la reunión, me muevo rápido y mi silla casi se vuelca hacia atrás cuando me pongo de pie de un salto y escapo apresuradamente por las puertas dobles. No quiero tratar con él hoy.

No quiero lidiar con su sonrisa alegre, su shampoo cítrico, sus malditos ojos gigantes ni su nariz de rey que provocan cosas en mí.

Revisando mis bolsillos en busca de las llaves, medio troto hasta mi camioneta, ansioso por salir de aquí antes de que alguien intente hablar conmigo, antes de que él intente hablar conmigo. No tengo muchos pasatiempos o intereses, pero si tuviera que poner algo en la parte superior de esa lista, sería evitar a las personas.

Mientras entrecierro los ojos contra el sol poniente, abro la puerta de mi camioneta e intento sumergirme, pero algo me detiene.

Hay un recipiente con una docena de pastelitos en el asiento del conductor con una nota alegre en papel verde adjunto.

Por supuesto que la hay.

No estoy seguro de lo que dice porque realmente no me molesto en leerla.

En vez de eso, me giro hacia el frente del edificio justo cuando HyungWon se pasea por la entrada principal, con su camisa amplia de verano ondeando mientras una brisa rápida le alborota el cabello. Él se lleva las manos a la cabeza y detiene sus pasos, con su barbilla levantada para encontrarse con mi mirada desde el otro lado del estacionamiento. Es una breve pausa, un fugaz momento de contacto visual, antes de que reanude su paso y se mueva hacia su Camry unos puntos más allá,
casi como si no me hubiera sorprendido descubriendo su inútil don.

Under Your SkinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora