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―Cuéntame tu historia

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―Cuéntame tu historia.

Él está envuelto alrededor de mí como si yo fuera su maldita manta favorita, y es lo único que me impide retroceder en el tiempo y regresar a ese armario. A esa prisión.

Suena como si hubiera un tren de carga al otro lado de la puerta, pero él es más ruidoso: su presencia, su respiración golpeándome en ráfagas esporádicas, su pulso vibrando debajo de mi piel, la maldita sensación de sus brazos agarrando mi cintura, tan delicado y frágil, pero tan, tan ruidoso.

Él es más fuerte que la voz dentro de mi cabeza gritándome que me resista, que lo empuje y salga de aquí, al maldito tornado.

Es incluso más ruidoso que mi miedo inherente a los espacios cerrados y oscuros.

Sí, HyungWon es más fuerte... y estoy paralizado por cada decibel, por cada nota ensordecedora.

Inhalando bruscamente, respondo:

―No quieres escuchar mi historia. No es una buena historia.

―Eso no significa que no merezca que la cuenten ―responde en un susurro.

Mis ojos se cierran con fuerza, como si eso de alguna manera lo hiciera desaparecer.

Esto es solo fingir.

Esto es solo la oscuridad jodiendo mi cabeza como siempre lo ha hecho.

Odio la oscuridad, de verdad, y sé que eso suena débil y patético, considerando que soy un cretino. Pero este tipo de oscuridad, de esas en las que ni siquiera puedes ver tu propia mano frente a tu cara, me lleva de regreso a ese armario cuando tenía cinco años, completamente solo y con miedo.

Todo lo que tenía eran fantasmas para hacerme compañía.

Y ahora lo tengo a él.

Echando la cabeza hacia atrás, exhalo con fuerza y luego inhalo profundamente por la nariz. Lo hago una y otra vez, cerrando los ojos y tratando de centrarme antes de desenredarme.

HyungWon debe notar mi tensión y mi pánico creciente, porque sus manos se desvían de detrás de mí y se deslizan por mi pecho, agarrando la tela de mi camiseta entre dos puños.

―¿Estás bien?

―Bien ―me fuerzo a decir, apartando sus manos y deslizándolas hacia abajo hasta mis caderas.

No quiero que me toque ahí.

HyungWon juguetea con las presillas del cinturón mientras deja caer la cabeza, con la frente pegada a mi hombro.

―Háblame.

―No.

―Estás temblando.

Mierda. ¿Lo hago?

Cuerpo estúpido y traidor. Mis manos se hacen puños a cada lado de mí mientras mis dientes rechinan, y aprieto.

―No me gusta la oscuridad.

Under Your SkinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora