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Camino penosamente a través de pesadas capas de lluvia, mis zapatos se hunden en el barro como arenas movedizas

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Camino penosamente a través de pesadas capas de lluvia, mis zapatos se hunden en el barro como arenas movedizas.

Maldita sea.

¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué diablos respondí mi teléfono?

El número de HyungWon se guardó en mis contactos de nuestra serie de mensajes sobre la renovación de su baño que completé. Cuando su nombre apareció en mi pantalla cuando finalmente le respondía a Melocotón después de horas de estancamiento, porque me jodió hablando de mi maldito corazón, algo en mí se sintió obligado a contestar.

Somi no respondió.

Jesucristo.

Estoy bastante seguro de que la rabia es lo que me arrastra hacia su auto parado en medio de este puto aguacero, empapado y listo para quemar un fusible. Su silueta es visible a través del cristal empapado, sus dedos se curvan alrededor del volante, con la cabeza gacha.

Golpeo mi puño contra la ventana cuando me acerco, causando que él casi golpee el techo. HyungWon se tapa el corazón con ambas manos, asustado, y finalmente empuja la puerta para abrirla.

―Sal del maldito auto ―ordeno, mirando sus ojos rojos e hinchados rodar lentamente hacia mí―. Ahora.

Su trago es casi audible cuando su garganta se mueve y sus dos piernas temblorosas salen.

―Lo siento.

No quiero su disculpa. Solo quiero que se mueva más rápido.

Agarrando su muñeca, lo pongo de pie y lo alejo del coche. Él chilla, luego se tambalea hacia mí... y es entonces cuando lo huelo.

Apesta a licor de mierda.

Dejo caer su brazo.

―¿Estás borracho?

HyungWon se niega a hacer contacto visual conmigo y, en cambio, baja la barbilla y se envuelve con los brazos como una manta de seguridad, temblando mientras la lluvia lo inunda.

―Esto es un desastre. ―Él mira hacia el cielo, dejando que la lluvia le empape la cara mientras suelta un suspiro de dolor―. Soy un desastre.

Se tambalea y se balancea, hablándome, pero mirando a las estrellas en busca de respuestas. Yo aprieto los dientes.

―Eres un idiota.

Esto llama su atención. HyungWon gira su cabeza hacia mí, entrecerrando los ojos con desdén.

―¿Disculpa?

―Me escuchaste.

―Tú eres un cretino ―escupe, todo veneno y vitriolo.

―Quizás, pero prefiero ser un cretino que un idiota.

Dos manos temblorosas se plantan contra mi pecho, y él me empuja hacia atrás, con sus mejillas sonrojadas.

Under Your SkinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora