›[Cada demonio tiene su propio ángel]‹

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Al día siguiente...









El día comenzó a entrar por las ventanas de la mansión Williams. El moreno se removió un poco sobre las suaves sábanas antes de abrir los ojos y asustarse.

—¿Pero qué...? —Dijo viendo para todos lados y después maldiciéndose por dentro—. Me quedé dormido.

Y en efecto, sí se había quedado dormido.

Salió de la cama apresurado, buscando su ropa regada por toda la habitación. Al ver su teléfono, notó que eran las nueve de la mañana.

"Estoy muerto", pensó colocándose los pantalones y con la camisa a medias.

Al salir de la habitación, se topó con el asiático que lo esperaba recostado en la pared frente e la puerta.

—No hace falta que te apresures.

—Pero...

—Vamos.

Movió un dedo para que lo siguiera, lo cual hizo ya que no tenía otra opción aparte de acabar muerto. El olor a comida le anticipó que era la cocina a donde lo llevaban.

"Qué bien. Ahora me usará de cocinero", pensó.

—¿Así, Danno? —Escuchó la voz de una niña.

—Exacto. Ahora deja que se cocine de ese lado —contestó el rubio.

Al entrar por completo, pudo ver claramente a una pequeña castaña de unos seis años con un delantal blanco y subida en un banco de madera para alcanzar la cocina y al rubio con una camisa formal blanca recogida de las mangas y con un delantal blanco más grande dándole la espalda.

—Bien, ahora con cuidado. Le damos la vuelta y...

—¡Sí! —Chilló la niña pegando saltitos sobre el banco—. ¿Viste, Danno? ¡Sí pude!

—Sí, monito. Sabía que podrías hacerlo —decía con una sonrisa que el otro no podía ver. Era una sonrisa genuina.

—Danno, ¿quién es él? —Preguntó la niña con tono de desconfianza cuando notó la presencia de Steve.

El rubio volvió la mirada con cierta tensión hasta que notó quién era y relajó la mirada.

—Vaya, ya despertaste —decía con la misma sonrisa de suficiencia—. Cariño, él es un amigo. Se llama Steve. Steve, ella es Grace, mi hija.

—Un gusto, Grace —saludó el moreno, ganándose silencio y la misma mirada de parte de la niña.

—¿Cómo es que eres amigo de mi papá si nunca te había visto?

"Inteligente".

—Lo que pasa, cielo, es que lo conocí hace poco —se apresuró a mentir el rubio—. Es un poco tonto, pero te caerá bien.

Entonces, apareció Adam y los ojos de la nena brillaron.

—¡Adam! —Chilló la pequeña antes de correr y lanzarse sobre el asiático quien la alzó en sus brazos.

—La habitación de juegos de la señorita ya está lista —informó.

—¿Quieres ir a jugar conmigo a la hora del té? —Preguntó emocionada.

—Lo siento, pequeña, pero tengo trabajo —le decía mientras se la llevaba y ella iba haciendo pataletas.

—No sabía que tenías una hija —dijo sin pensar.

—¿Cómo podrías saberlo? Antes de esto no me conocías... ¿o sí?

"Piensa, McGarret, o usarán tu cabeza como adorno".

—Es que... no pareces del tipo que tendría una hija —logró decir mientras se adentraba un poco más a la cocina.

—Cada demonio tiene su propio ángel —dijo antes de sacar el panqueque de la sartén y agregando lo último de mezcla para el último.

—Yo ya debo irme...

—No hay necesidad. Le dije a Kono que estabas con Mary. Que llegarías tarde.

Steve abrió los ojos de golpe y tocó levemente su celular.

"Probablemente lo revisó. Qué bien que nunca hablamos del caso por el teléfono", pensó aliviado.

—Hablas mucho con ella. ¿Es un amiga? —Preguntó curioso mientras le daba vuelta al panqueque.

—La única que tengo —decía viendo los mensajes que tenía con ella.

El rubio le dio una mirada curiosa antes de sacar el panqueque y colocar tres y tres en dos platos diferentes.

—Siéntate y come —le ordenó.

—No es necesa...

—En tu trabajo saben que llegarás tarde y tengo muchos panqueques, así que siéntate y come —le ordenó de nuevo sentándose en la isla de la cocina.

Sin otra opción como antes, se sentó al otro lado y vio los panqueques con cierta desconfianza.

—Si te quisiera muerto, te hubiera matado desde el primer día en que pusiste un pie en esta casa —aclaró el rubio, así que Steve lo probó y, por consiguiente, siguió comiendo—. ¿Tan cansado te dejé? —Preguntó el rubio coqueto.

—No me hace gracia —dijo viéndolo de reojo.

—A mí sí —respondió divertido—. Por cierto, mandé a traerte ropa de tu casa para que no vayas con la misma de ayer. También mandé a traerte otros conjuntos para cuando te quedes.

—Esto fue un desafortunado error. No puedo...

—¿Recuerdas lo que te dije? —Preguntó jugando con sus panqueques—. Vendrás cuándo yo lo diga, las veces que yo lo diga. No tienes opción, McGarrett. Además... quiero que lo de anoche se vuelva a repetir... ¿O me dirás que no lo disfrutaste?

La mano de Danny rozó por encima la de Steve quien pasó saliva absteniéndose de contestar. Después de todo, no estaba en posición para negarse a nada de lo que el otro le pidiera como ya lo había dejado claro. Tampoco quería aceptar que sí lo había disfrutado.

—Eso pensé. —El rubio se levantó dejando sus panqueques medio comidos—. Cuando termines de comer, lava tu plato.

Dicho eso, desapareció dejando solo al hombre con un sentimiento de incomodidad. Minutos después entró el asiático.

—Este es el reporte de hoy de tu hermana —dijo lanzándole una carpeta—. Al parecer hay avances pequeños con respecto a su salud.

—¿Cómo...?

—No fuimos al hospital si es lo que te preocupa —se adelantó a contestar—. Hackeamos la base de datos del hospital.

El hombre volvió a desaparecer y Steve suspiró al haber escuchado lo anterior. Revisando la carpeta no pudo evitar sonreír al ver que su hermana cada día avanzaba un poco más.

"Al menos voy con información real de Mary", pensó.

Presentía que Kono haría muchas preguntas en cuanto llegara.










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Corto pero efectivo jeje, y esta vez temprano y a tiempo :3





KattaLuna🌙

El Trato - Fanfic McDannoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora