›[Danno está en problemas]‹

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—Residencia McGarrett, Honolulu—



















El día había amanecido pesado como el anterior.

A pesar de ello, había salido a correr para poder borrar al rubio de su mente. Había corrido más veces y más rápido de lo normal  hasta que las piernas y los pulmones ya no le dieron para más.

—Vaya, pero si es don madrugador. ¿Fuiste a correr una maratón? Estás sudando a cataratas.

—Quería desestresarme. Es todo —se excusó tomando un vaso de agua.

—Las chicas me hablaron de tus hábitos alocados de la Marina, pero esto sí es extremo —dijo cuando vio al hombre hacerse su batido—. ¿Cómo es que tienes el poder de convertir la comida en esa asquerosidad?

—Es proteína —dijo un poco molesto.

—¿Está todo bien?

—Lo siento. Me estoy desquitando contigo —suspiró recostándose en la cocina.

—¿Es porque ya no has visto a tu novio?

—Te dije que no era algo serio —dijo con seriedad.

—Entonces sí es por él. —Steve suspiró de nuevo.

—Tuvimos nuestras diferencias. Él... solo me estaba usando.

—Te escuchaste como cualquier chica en este planeta.

—Fue una mala idea alargar lo que teníamos. Básicamente, fui un objeto sexual. Jamás... Jamás pensó en mí. Solo en él.

—Es interesante escucharte hablar —decía más por burla pues no comprendía el trasfondo de esas palabras—. Supongo que es mejor así. Siempre habrá circunstancias en las que se nos muestra cómo son las personas en verdad. Y es una pena que no lo pudiera conocer.

—No te perdías de mucho.

—Te escuché gemir, Steve. Sé que me perdí de un adonis hecho hombre.

—Ya me voy a la oficina mejor —dijo tratando de evadir cualquier otra cosa que le quisiera decir.

—¡De mí no te salvas, Steven! ¡Y hoy es víspera! ¡Regresa pronto!

Fue lo último que escuchó de su hermana antes de salir de la casa.
















—Departamento de Policía de Honolulu—



















Todo estaba tranquilo. Un par de robos a algunas tiendas navideñas había sido todo en aquel día.

—Ha estado muy relajado para ser víspera —comentó Kono Co los pies en su escritorio.

—Los asesinos deben tomarse días libre, ¿no? —Contestó Jenna yendo al suyo con una taza de café.

—¡Oh, hola, Steve! —Le saludó cuando lo vio entrar.

—Buenos días, chicas —respondió dejando sus cosas y tomando asiento.

—Oigan, hoy es víspera. ¿Aún está en pie la fiesta en tu casa? —Preguntó la chica.

—Por supuesto. Mary estará feliz de tenerlas en casa.

—Llevaré las cervezas —propuso Jenna.

—Yo llevo la ensalada y le diré a Chin que ponga la bebida.

—En ese caso, yo pongo la carne.

—Al fin dejarás de ser un tacaño —comentó Kono divertida.

El Trato - Fanfic McDannoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora