›[Steve]‹

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—Residencia Williams, Honolulu—
















"Tranquilo, Steve. Solo es un día", pensaba ya despierto en la cama junto al rubio a su lado aún dormido boca abajo.

Había pedido un día libre que le concedieron sin hacer muchas preguntas. Para el equipo no era necesario preguntar pues suponían sus razones. Esos últimos días habían sido una montaña rusa de emociones, por lo que no dudaron en darle el día libre que había pedido. Le sorprendía la confianza que le tenían.

Incluso en ese momento, con Danny durmiendo plácidamente a su lado. Podía matarlo sin problemas, aunque acabaría muerto antes de poder salir de la mansión. Decía no confiar en nadie y, sin embargo, le permitía dormir en la misma cama.

A fin de cuentas, él era intocable, por lo que no es difícil analizar que sería una tarea imposible matarlo sin importar cuánto lo deseara.

Para ser un mafioso, estaba muy relajado. En sus mañanas despertando con él no había podido observarlo pues siempre se despertaba después del rubio. Cada músculo, cada facción completamente apacible. Su cuerpo pálido cubierto a medias por las sábanas. ¿Cómo podía verse tan lindo dormido?

"¿Qué?" reaccionó de golpe. "¿Cómo se me ocurre pensar algo así?" se regañó antes de volver a ver.

¿Lindo? Era un mafioso. Uno que lo había violado lo cual, al recordar, lo llenaba de odio hacia él. Y aún así, seguía siendo un hombre como cualquier otro. Un hombre con un apetito sexual muy alto. Le era agradable y excitante verlo sobre él o debajo mientras follaban, pero ¿lindo?

Aparentemente era un gran padre. Su hija lo adoraba. Le había dado una mascota que no podían dejar libre y la mantenía a salvo de su propio trabajo. Actuaba como actuaba porque no le quedaba de otra.

Al final, talvez no era tan malo.

"¡¿Pero qué carajo estoy pensando?!" pensó pasándose las manos por la cara.

—Conque ya despertaste —habló el rubio con voz rasposa—. Esta vez me ganaste.

La luz que entraba se dividía por las hojas que cubrían la ventana. Sin embargo, esa poca luz era suficiente para dejar al descubierto algo que Steve había pasado por alto estos últimos días amaneciendo con Danny. Se dio cuenta de que habían tonos claros en el azul de sus ojos. Sus pestañas relucían tanto que hasta parecían tener brillo propio.

La cara somnolienta del rubio le daba el toque perfecto para parecer aún más lindo que antes por más que el moreno lo negara.

—¿Qué te pasa? No me comí tu lengua anoche. Bueno, no literalmente.

—Me llamas animal y tú hablas con tan poco tacto —se quejó levemente ruborizado.

—Entonces sí puedes hablar —respondió divertido dejando su cuerpo de lado para ver al moreno mejor—. ¿Qué horas son?

—Las ocho —dijo viendo su reloj.

—Mm, tengo que ir a levantar a Grace —bostezó antes de acercarse un poco a Steve y acariciarle el rostro—. Vístete.

Se levantó de la cama, se colocó sus calzoncillos, una bata y salió de la habitación.

Steve suspiró.

"Creí que lo haríamos de nuevo... Aunque hoy sí tenía ganas", pensó avergonzado consigo mismo por estar duro gracias a sus anteriores pensamientos.

Se deshizo de las sábanas y se fue a meter al baño en donde se atendió el mismo. Las imágenes de Danny gimiendo le daban la inspiración que necesitaba para continuar hasta que se corrió bajo la regadera.

El Trato - Fanfic McDannoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora