›[Daniel]‹

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Aclarar antes que todo que se abordará un tema sensible (vi0l4ci0n) y no es mi intención romantizar ni pretender que sé del tema porque no, y una disculpa si ofendo a alguien que haya vivido una experiencia así, no es mi intención, así que pueden pasarlo de largo.






















—Residencia Williams, Honolulu—











Se había tardado más o menos media hora en llegar luego de terminar su jornada y redactar su informe. Acercarse a la mansión lo volvió a poner nervioso. Sabía que lo llamaba para preguntarle sobre la redada, pero, a pesar de eso, aceptaba lo que le pasara. Ya era hombre muerto desde que se le cruzó la idea de buscarlo después de todo.

Le dejaron entrar la camioneta y, al entrar a la mansión, Danny estaba bebiendo de lo más tranquilo en su sofá. Lo estaba esperando.

—Hola, Steven —le saludó con aquel tono inflado de egocentrismo de siempre.

—Williams —respondió.

—¿Qué tal tu día? —Preguntó bebiendo de su trago.

—No creo que me hayas llamado para saber sobre mi día, ¿o sí? —Contestó tosco.

—Ay, ¿por qué eres tan directo? —Se sirvió un nuevo trago antes de acomodarse mejor en el sofá—. Le quitas lo divertido a la vida.

—¿Para qué me llamaste? —Preguntó Steve de nuevo.

—Oh, claro. Eso —decía como si se le hubiera olvidado—. Sabes, recuerdo haberte dicho que si había algo que odiaba más que el calor de esta isla... son las mentiras.

Entonces, unos hombres aparecieron arrastrando a otro con la cabeza cubierta y las manos atadas al cual llevaron justo frente al rubio.

—Adivina quién está conmigo. —Se levantó y colocó una mano sobre la cabeza del extraño—. ¿No se te ocurre nadie? Bueno, supongo que tendrá que decírselo usted mismo, oficial Hanamoa...

Al descubrirlo, la sangre se le heló. Era Meka.

Su rostro estaba cubierto de golpes, un ojo hinchado y un labio roto. Este al ver al frente, no pudo evitar mostrar sorpresa al ver a su compañero frente a él. Y por parte de Steve, se sentía como si estuviera desnudo en un cuarto vacío, sin ningún lugar donde esconderse; además de asustado. Habían capturado a su jefe y sabía lo que eso significaba.

—Qué cruel eres, Williams —habló Meka—. Traes a uno de mis oficiales a presenciar mi muerte en primera fila. No esperaba menos de alguien tan sádico como tú.

—En realidad, las circunstancias son diferentes, detective. ¿Tienes algo que decirle a tu jefe, McGarrett? —Preguntó divertido.

Meka no entendía a qué se refería. Steve estaba a punto de olvidar cómo respirar.

—Detective Hanamoa, ¿qué opina usted de las mentiras? —Preguntó Danny sonando casual. Meka no respondió—. En lo personal, las odio. Y supongo que usted también lo hará, aunque no por mucho.

—Williams, no... —Steve fue interrumpido con un sonido rítmico de parte del rubio junto a un movimiento de su dedo índice que le indicaba que se callara.

—Yo detesto las mentiras —le susurraba en el oído al hombre—. Y aquí, su buen oficial McGarrett, nos ha mentido a ambos.

—No sé a qué te refieres —contestó con frialdad sin dejar de mirar al frente.

—¿Quieres decirle, Steven?

—Ya basta —pidió el moreno con los dientes apretados.

—¿Quieres que te diga, Meka? —Volvió a preguntar.

El Trato - Fanfic McDannoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora