›[El trato]‹

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—¿Te pasa algo? —Preguntó Kono caminando al lado de Steve.

—Eh, no. ¿Por qué preguntas?

—Estás raro desde que te hablé de ese mafioso.

—Oh, eso —decía nervioso—. Lo siento, solo pensaba en que tenemos un gran caso.

—¡Sí, lo sé! Es emocionante. Mañana empezaremos con la primer fase del plan.

—No tengo duda de que harás un buen trabajo. —Sacó las llaves de su auto.

—Gracias. ¿Vas a casa?

—No. Tengo que ir a ver a mi hermana.

—Pero la fuiste a ver en la mañana.

—Necesito arreglar un asunto con su medicamento.

—Oh, entiendo. Qué te vaya bien entonces.

—Te veo mañana.

Se encerró en su auto y condujo hasta llegar al hospital. Se dirigió a la habitación de su hermana después de hablar con la enfermera en recepción y se quedó junto a ella sin soltar su mano.

Abrió la boca y la volvió a cerrar varias veces sin decir absolutamente nada. Todas sus emociones se liberaban cada vez que la visitaba.

—Ya sé cómo conseguir el dinero —dijo luego de varios intentos—. Será jugar con fuego pero papá nos enseñó a quemarnos las manos.

Le acomodó sus cabellos rubios alborotados recordando que una vez él se lo cortó y se ganó un buen castigo con eso. Rió internamente al recordar que a pesar del castigo, seguía siendo divertido ver a su hermana con el cabello corto.

—Buenas tardes. —Llegó la doctora y él se pasó rápidamente las manos por la cara.

—Hola, doctora.

—Me dijeron que quería hablar conmigo.

—Sí. Quería decirle que puede continuar con el tratamiento, lo vendré a pagar mañana.

—¿Está seguro? —Preguntó insegura la doctora Malia.

—Sí.

—Muy bien.

—¿Aún no ha tenido ningún cambio?

—Pues hoy por la mañana cuando usted vino a verla y se fue, su ritmo cardíaco aumentó.

—¿Eso es malo?

—No. Eso significa que sea lo que sea que le haya dicho, lo escuchó.

El moreno sonrió tragándose el llanto de felicidad que inundó su pecho.

—Gracias, doctora, por ser paciente conmigo.

—Sé lo difícil que puede ser este tipo de situaciones y muchos terminan olvidados por sus familias a su suerte. Usted es un gran hermano.

No pudo evitar ver a su hermana y sonreír. A pesar de sus errores, siempre se habían apoyado.

—Ya me tengo que ir. La dejo en sus manos, doc.

—Cuente con eso.











—Residencia Williams, Honolulu—











Su corazón empezó a latir más rápido de lo normal. No llevar arma ya era más que un problema pero no tenía de otra. De pie, frente a la mansión donde vivía Danny Williams, meditó repetidamente si aquella era una buena idea.

El Trato - Fanfic McDannoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora