›[¡Aléjate de mí!]‹

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—Departamento de Policía de Honolulu—








—No es cierto —decía Kono sin creerlo.

—Te lo juro —afirmó Jerry.

—¿En serio hackeaste al Pentágono? —Repitió Jenna lo anterior dicho por el hombre.

—Solo quería corrobar un par de datos —dijo como si lo hubiera hecho no había sido nada malo.

—Eres todo un caso —dijo Steve, divertido.

—¿Cómo vas? —Se acercó Chin a Jerry.

—Tenía muchos datos encriptados. Solo he podido con un par pero están codificados —informaba mientras tecleaba—. Sea lo que sea, guardó varios respaldos, cada uno con más seguridad que el otro.

—Pero puedes con ello, ¿no? —Le animó.

—Me llevará tiempo. Debo cuidarme de cualquier virus que haya colocado para proteger sus archivos.

—Anda, Jerry. Sé que puedes.

—A pesar de que encontramos el dinero, no pudimos obtener un permiso para revisar la mansión de Williams —se quejó Kono.

—El dinero pudo venir de cualquiera. Todo es circunstancial —dijo Steve.

—Ya me cansé de que no encontremos nada concreto que nos lleve directo a la cabeza de la serpiente —se seguía quejando Kono—. Me estoy aburriendo atada a un escritorio.

—Deja de quejarte. Yo estoy a cargo de todos los casos de Kaleo —suspiró pensando en lo estresante que sería—. Además, te recuerdo que aún no te recuperas del disparo de hace casi dos semanas. Aún no tienes permitido trabajo de campo.

—Tú lo que quieres es seguir viendo a la dra. Malia cada que me toca revisión.

—Para que lo sepas, no te necesito de excusa para verla —dijo con un leve tono coqueto.

—¡Wow! Cálmate, tigre —rió Kono así como todos los demás.

—Oigan, tienen un caso en Waimanalo —entró Duke a la oficina para avisar.

—Bien. Vámonos.

















—Residencia McGarrett, Honolulu—

















—¿Caso difícil? —Preguntó Mary cuando vio a su hermano aparecer en la cocina.

—Teníamos solo un brazo de la víctima, así que sí, fue un caso difícil —suspiró buscando hacerse una buena taza de café con mantequilla.

—Oye, quería comentarte algo —decía con aquel tono de cuando un hermano menor le quiere pedir un favor al mayor.

—Dime —respondió sin caer en sus intenciones.

—Kono quiere hacer una pijamada en su casa y quiere que vaya —dijo viendo su vaso de jugo de forma inocente.

—¿Hoy?

—Sip.

—No lo sé, Mary. Apenas saliste del hospital —decía preocupado.

—¿Y eso qué? Ya lo dijo la doctora. Ya estoy mejor. Anda. Ellas son tus compañeras y te conocen. Saben que no dejarían que hiciera algo estúpido. Tampoco pensaba hacerlo.

Steve suspiró.

—Está bien. ¿A qué hora te irás?

—Me dijeron que en cuanto terminaran con el caso, podía irme directo a su casa.

El Trato - Fanfic McDannoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora