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La escoria humana

Katherine Lombardo

Una persona se había ingerido en mi en lo mas profundo de mi cuerpo, él se había anclado, y ese alguien tenía nombre y apellido. Christopher Volkov. Cuyo hombre magnate y mafioso que te ponía arder con tan solo palabras, volviéndote una loca con cada caricia, sus penetraciones mientras que susurra mi nombre, es sentirse totalmente halagada por aquel mafioso. Solo Christopher tiene ese poder sobre mi, ningún hombre lo tuvo, solo es esa cosa extraña que hace que me tenga a sus pies, cosa que no pienso decirlo. Aún que, creo que el lo sabe muy bien.

-Los extraño, Brooke. Yo se que la última vez que nos vimos no fue nada bueno, aquella salida nos hizo alejarnos de nuevo- me siento en el sillón de la sala de estar mirando a un punto fijo de la habitación. Ya había hablado con mis amigos, en general, pero seguía preocupada por ellos, más allá que estaba siempre con Christopher, pero en mis momentos libres necesitaba disculparme nuevamente por lo que nos había sucedido - en serio, me disculpo por todo, y si pudiera lo haría mil veces más

-Kathe, amiga. Deja de reprocharte - comienza a decirme sutilmente sus palabras de amigas - yo sé que no querías que pasará eso, los tres opinamos lo mismo, Peyton, Malcom y yo siempre te apoyaremos - me muerdo el labio mientras la escucho hablar - no hace falta que te disculpes sabiendo que nadie sabía que aquella aparición se haga realidad. Kathe, nos salvaste a los tres, y eso es un muy gran gesto para nosotros. Deja de disculparte.

-Es lo menos que podría hacer por ustedes, Brooke - susurro llevando mi mirada a la de Christopher quien venía desde las escaleras. Su seriedad, su magnitud, su frialdad, su tentable cuerpo y todo en general de él hizo que cruce las piernas enseguida - gracias por entender, y hablamos luego ¿okey?

-Claro, te queremos mucho Katherine - sonrío por dentro sabiendo que era verdad

-Adios

-¡Adiós, amiga! - corta la llamada dejando todo el silencio. Dejo el celular de lado sin apartar la mirada del magnate

-¿Cuántas veces te vas a disculpar? Tú no tienes la culpa - me dice sentandose frente a mi

-Si que la tengo - me defiendo con elegancia - hablé con mi hermano - suelto y no se porqué lo digo - le comenté todo, sigue con la idea de no querer entrar en esta locura de armas, y en serio que no lo juzgo, tiene una buena vida allá.

-Algo más te dijo

-Si... me dijo que tú eras un psicópata y no me entendía de como estaba aquí contigo - me levanto de dónde me encontraba para sentarme en sus piernas

-Aqui la psicópata eres tú

-Eso es una mentira absurda, Christopher - me defiendo mientras arrugo las cejas - tu capaz que si seas. Aquí, entre los dos, yo no soy ninguna psicópata - susurro pasando mis manos por sus hombros - De hecho, mis padres decían que era una loca, no psicópata, pero si loca - noto al instante cuando se tensa al decir la palabra "padres", trato de esconder que supe cómo reaccionó a la tal accion

-Sé perfectamente que yo no soy ningún psicópata - susurra cerca de mis labios - solo defiendo lo que es mío. Ya te lo dije; y lo voy a volver a repetir una vez más, tú eres solo mía.

-Claro, así como tú eres... - me corto yo misma cuando el timbre de la casa suena -¿Esperas a alguien? - este niega con la cabeza. Curiosa me levanto yendo a la puerta principal para abrirla

Una persona, una chica mejor dicho se encontraba frente a mi. La examino, su vestido blanco hacia lucir su piel bronceada, sus ojos color castaño, su pelo negro y su forma en tener la cabeza alta la hacia ver cómo la reina, cosa que ni siquiera es eso. Ruedo los ojos antes de decir:

Tentaciones infernales [Completa] +21 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora