El hombre que había tenido la casa de mi abuela, a la que nunca había conocido, había muerto. Estaba de nuevo en venta. Hacía meses que había estado en contacto con el señor mayor y me aseguró que nadie la querría y que no tenía ningún problema en dejármela.
Estaba enfermo y sabía que no le quedaba mucho tiempo.
Cuando hizo un ligero equipaje, avisé al teniente de policía que me pedía unas vacaciones sorpresa.
—¡Sorpresa! ---le dije con alegría --- Espero que no me necesites para estas semanas porque donde voy no hay buena conexión telefónica y menos internet decente—le dije a mi "jefe", un hombre que se aprovechaba de mis talentos ocultos.
—¡Espera! ¡Qué!
Le colgué con satisfacción. En el último encargo que me había mandado cumplir casi muero por un loco maníaco que tenía secuestrado un par de niños. Llegamos a tiempo antes de que sucediera una desgracia. Como siempre, resolvimos el caso pero fue la primera vez que mi vida casi se me escapa.
Llegué antes que la policía y como temí por la vida de los niños decidí entrar en la casa.
Mientras me estrangulaba tras haberme descubierto desatando las cuerdas de los niños, el teniendo llegó justo a tiempo pero aun así el daño ya estaba hecho.
Eso fue lo que hizo decidirme que tenía que tener un cambio de aires. Rechazar la ciudad, a la que nunca llegué apreciar lo suficiente y abrazar la naturaleza misteriosa y hermosa que siempre había adorado en secreto.
Los bosques me dejaban una especie de nostalgia extraña pero siempre escapé de su embrujo pero ahora, me parecía una buena oportunidad de intentar ir al hogar de mi abuela.
Me llamaron al teléfono. Pensé que sería el teniente amenazándome con mi sueldo pero era de un número desconocido.
La voz era carrasposa y estaba furioso.
—¿Quién te crees que eres? Esa casa no te pertenece, tú no eres uno de nosotros. Yo tengo más derecho de tenerla que tú.
El desconocido siguió diciendo cosas desagradables por teléfono, siempre al límite del insulto personal.
Yo sonreí como si lo tuviera delante.
—Oh, vamos. El contrato dice lo contrario.
Siguió ladrando y yo contuve una risa.
Pude sacarle una mínima información, se llamaba Arnold y le caía fatal por haberle quitado la casa.
Mi cabeza hizo un click, ¿Sería el mismo que aparecía en los diarios de mi abuela?
Intenté que me diera su apellido para confirmarlo pero me colgó tras un gran insulto final.
Me encogí de hombros.
Si supiera...que hay cosas que me he enfrentado en la más profunda oscuridad de ese mundo, más peligrosas que un hombre gritándome.
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La sombra del Alfa
WerewolfXaria decide mudarse al pueblo de Halemt, lugar de nacimiento de la abuela que nunca conoció. Se decidió tras leer sus diarios y comprender que ambas tenía un don para ver cosas que los demás no podían ver. Sin embargo, hay cosas que es mejor no ver...