Parte 12

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Cuando salimos de Whitelie, Joel recibió una llamada.

-Darek -me previno y me acercó el teléfono al oído-contesta por mí.

-Eh, hola.

-¿Xaria?

-No mates a Joel-dije pisando aún más acelerador -hemos salido de Whitelie por mi trabajo, es una emergencia.

Empezó a gritar y aparté el móvil para conducir con calma. Joel recibió toda la rabia con su tranquilidad típica de él, parecía acostumbrado a sus ataques de ira. Lo miré de reojo, preocupada.

-Ya estamos bastante lejos, ya no hay peligro sino nos acercamos por los límites de los bosques -dijo Joel al final de la explosión de rabia -lo difícil será volver, tendrás que esperarnos con todos en la frontera entre Whitelie y Hamlet.

Darek habló más calmado y no escuché nada de lo que decía.

Joel me miró.

-¿Cuánto tiempo vamos a estar afuera?

-Dos días, como mucho, si todo va bien.

Joel recibió otra tanda de insultos y amenazas de muerte para cuando volviera, le hice un gesto que me pasara el teléfono y él me lo acercó otra vez al oído.

-Esto se repetirá en el futuro -le advertí a Darek cuando se calló -mi trabajo a veces requiere mi presencia física. Además, no me apetece encerrarme el resto de mi vida esperando que tu hermano se comporte como un hombre decente. Yo no he hecho nada malo, ponle unas cadenas y déjalo tirado en el bosque. O otra cosa, ya se te ocurrirá algo para controlarlo como es debido.

Colgué y Joel suspiró.

-Ojalá fuera tan fácil.

-¿No lo es? -vimos el letrero que daba la bienvenida a la ciudad -se supone que sois muy fuertes físicamente. Entre todos...

-Lo somos pero no tanto como Kerr. Solo Darek puede igualar su fuerza y aun así puede perder con facilidad en una mala racha.

Así estaban las cosas.

-En buena hora decidí mudarme a Hamlet -me quejé.

-Era inevitable. Es imposible alejarse mucho tiempo si eres de los apellidos antiguos de Hamlet. Siempre se extrañaron mucho de que tu abuela pudiera lograrlo, nunca volvió.

-Siempre hay una primera vez -me sentí mejor por ese detalle.

Quizás yo también podría hacer lo mismo que mi abuela. Irme sin volver la vista atrás.

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Mi jefe me esperaba con una legión de policías yendo de un lado a otro con gritos y al teléfono.

Se dio cuenta que iba acompañada y eso le extrañó.

-Es...-señalé al chico gigante y tatuado y me rendí en contar la verdad -es mi primo de Hamlet.

-¿No eras huérfana?

-Me quedaba familia, pero no la que esperaba -dije sin mucho ánimo.

Mi jefe se fijó en Joel que le gruñía el estómago y luego me miró.

-Hubieras dicho que era tu novio. Al menos esa mentira me hubiera hecho reír.

Suspiré mientras me decía todos los detalles que necesitaba sobre el caso. Me pasó una foto actual de la mujer. Y nos llevó hacia el aparcamiento del supermercado cercano, el último sitio donde la habían visto.

La sombra del Alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora