Parte 8

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Julia vino a la cafetería cuando la llamó Miranda, las dos estaban muy alborotadas. Yo aparté los informes y la recibí con curiosidad.

-Nos costó pero logramos hacerle hablar un poco a Joel. La orden de que te acompañara a casa fue orden directa de Darek -dijo Julia con ojos emocionados - -Robin me corroboró la información.

Robin era su novio, uno de la pandilla de más edad.

Fruncí el ceño.

-Imposible.

-Lo parece, pero no lo es.

-Pero si no me soporta, ¿Para qué quiere mi seguridad? ¿Y en un pueblo tan inofensivo como este que me puede pasar? Los osos están lejos de aquí.

Miranda estaba disfrutando mucho.

-Al parecer si tiene bastante de Amery, ya está loco por ti. A veces sucede, digo, que un Amery se enamore primero que una Edevane.

-Estupideces -azoté mis papeles para espantarlas pero no lo conseguí -no quiero escuchar más sobre vuestros delirios.

Pero ellas siguieron hablando, ignorándome.

-Tardó... ¿dos semanas? -le preguntó Julia a Miranda.

-Bueno, hubiera sido más rápido si no fuera tan cabezota, el tatarabuelo Amery se volvió loco de amor a los dos días de conocer a Victoria Edevane.

-¡Ah! esas historia es tan romántica, lástima de cómo terminó. Tiene buenos romances pero terminan fatal -ambas suspiraron mirándome con pena.

Escuché los sonidos de los motores y gemí de dolor.

-¿Se va a declarar aquí? -Julia ya estaba llamando al resto de las chicas por el móvil.

Miranda me miró con mala cara.

-Espero que no. Sería muy cutre a pesar de lo poco romántico que es de por sí ese sinvergüenza.

Reaccioné demasiado lento. Cuando pensé en la posibilidad de huir ya los chicos estaban entrando pidiendo entre gritos comida a Miranda.

Darek entró el último y se sentó en la misma mesa de siempre.

Julia tosió y me dejó sola en la mesa y cuchicheaba con Miranda mientras preparaba comida para los chicos.

Conté hasta diez y ordené mis papeles para echarme la carrera. Darek pareció entender mis intenciones y vino dando zancadas largas bloqueando el pasillo, me puse a la defensiva.

Evitó el contacto visual y se pasó la mano por el pelo azabache. Era guapo, a pesar de sus gestos groseros que le desfiguraron la expresión. A pesar de todo, me sentía inmune a su atractivo. Como si estuviera a una gran distancia.

A pesar del cliché que venían previniendo sobre mi locura de amor no sentí nada. Me sentí muy orgullosa de mi por ser tan racional.

Como se quedó sin decir nada y ya los espectadores estaban comiendo palomitas metafóricas observando la escena, le sonreí muy tensa.

-Darek Amery -le saludé con falsa alegría y por fin me miró, serio.

-Edevane.

-Xaria - le ofrecí mi nombre con un tono maleducado que empleaba con mi jefe, nada de respeto a pesar de lo amenazante que era con su altura y sus músculos.

-Xaria -repitió confundido como si mi nombre fuera un conjuro -Xaria. Xaria.

-Por cierto, Darek -me incliné acercando mi rostro y él retrocedió un poco -no entiendo porqué obligaste al tal Joel a que me siguiera a casa, pero no es necesario. Se que tus intenciones no eran malas pero este pueblo era muy seguro, tu deberías saberlo más que yo.

Darek mordió las palabras antes de soltarlas.

-No puedo hacer eso.

-¿Y eso? ¿Por qué no? -me acerqué y él se alejó, parecía asustado de mí.

Todo la escena era absurda, los papeles se habían invertido pero lo prefería de ese modo. Recuperar el control se sentía muy bien.

-No es necesario que lo sepas.

Di una palmada, sonó violenta como quería.

-¡Vaya! Ya me aburrí de esta conversación -le sonreí -adiós, Darek.

Me fui, no tardó mucho en seguirme un motorista diferente, con expresión solemne como si hiciera una tarea importante.

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-Vaya, eso fue...incomodo -me dijo Miranda.

Arnold se rio mientras ambos mirábamos la televisión en su casa.

-Ojalá hubiera estado. Se comenta que el rechazo fue impresionante.

-¿Qué rechazo? -suspiré -no estábamos hablando de amor en ese momento.

Miranda negó con la cabeza.

-Si te hubieras visto. A ti y a él desde afuera. El pobre loco parecía un niño intimidado y tú parecías...tan molesta, tan insensible.

Arnold se rio.

-La próxima quiero verlo con todo detalle.

-¿Habrá una próxima? No lo creo -bostecé -admito que mi tono fue desagradable, esperemos que lo suficiente para que me ignore de nuevo.

Miranda me miró con curiosidad.

-Realmente me impresionó verte tan molesta, es la primera vez que te veo así.

Me encogí de hombros.

-Odio los tipos así, con problemas de personalidad. Mi debilidad son los hombres de buen corazón, sensibles y amorosos con su amada.

Arnold se quedó pensativo.

-Entonces un Sallow sería perfecto para tí.

Miranda se cruzó de brazos.

-Abuelo, sabes que eso tampoco funciona. El fracaso es mayor que con un Amery, además mis sobrinos son muy pequeños.

-Estaba pensando en mi hijo pequeño -me guiñó un ojo -solo te saca ocho años.

-¡Abuelo! No quiero que Xaria sea mi tía.

-¿Por qué no? -le sonreí -sería divertido.

Arnold y yo nos reímos a costa de una Miranda traumatizada.

La casa de Miranda no estaba muy lejos de la mía pero eran unos quince minutos andando a ritmo rápido. Apenas salí, la moto encendió el motor.

Era otro chico.

-¿No era al revés? ¿No era yo la que debería estar acosando? -pregunté a Miranda.

Miranda estaba de acuerdo.

-Es verdad que se están pasando, es desagradable viéndolo con atención.

Miranda me acompañó y empezó a regañar al chico que se llamaba Tony.

-¿Qué es este ridículo? Ni que estuviéramos en los profundo del bosque.

Pero Tony fue inmune a los regaños de Miranda y de mi mirada odiosa mientras nos seguía.

-Solo cumpli órdenes, las quejas al líder -nos dijo, me miró con pena, como si también le fuera difícil tener que molestarme de esa manera.

La sombra del Alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora