Parte 35

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Tony hacía cabriolas con la moto de Kerr pasando por las calles del vecindario. Había sido regañado por no hacer su turno de vigilancia como era debido. Así que eso era lo que pensó que era hacer bien su trabajo. Pasó otra vez derrapando con la moto descomunal de color del acero. Menos mal que los vecinos estaban en sus jornadas laborales y nadie llamó a la policía.

Suspiré, Kerr me apretó contra su cuerpo cuando alargó su brazo aldedor de mis hombros.

-Continúa -me ordenó con dulzura.

Ya no había más interesante que contarle sobre mi vida. Ya estaba diciendo tonterías sobre mi época desastrosa de estudiante que ni siquiera con mi don pude sacar provecho.

-Es muy duro tener la inteligencia justa para saber lo estúpida que soy -reconocí recordando mis malas notas a pesar de que me esforzaba en estudiar mucho.

Recordé cuánto lloraba cuando recibía mis notas cada trimestre por tanto esfuerzo en vano tirado a la basura.

-No eres estúpida -me dijo Kerr, frunciendo el ceño enfadado por mi autocrítica.

Sonreí, negando con la cabeza.

-No vale. Me ves con buenos ojos.

Kerr pensó en algo.

-¿Por qué no tienes activado tu don todo el rato? Te cansas porque no has conseguido resistencia. Mi abuela dice que todas podéis tenerlo despierto todo el día si queréis.

Bajé la vista.

-Es...decidí que así fuera. Al principio pensé que no era por hacer trampas pero ahora sé que es por miedo absoluto. Como en el cuento de terror sobre el anillo.

-¿Cual es ese?

-Una chica consigue un anillo que después no puede quitarselo y escucha los pensamientos de los demás. Ahí se entera que vivía una mentira de amor. Sus amigas, sus padres, su novio todos la odiaban y no la soportaban, era una molestia para ellos. Ella pensaba que era amada por todos ellos y fue un shock enterarse de que así no era. Solo sus hermanos muy pequeños la adoraban. Por eso, pensó que podía soportarlo, que no era el fin del mundo ser odiada por los demás pero al final no lo soportó y terminó cortándose el dedo donde llevaba el anillo. Demasiado doloroso. Nadie en su situación podía aguantar la verdad. Prefirió vivir una mentira agridulce.

Kerr me miró con intensidad.

-¿Tienes miedo de saber nuestros sentimientos porque piensas que es una mentira? ¿Lo que ocultamos en los más profundo? ya lo sabes de sobra la verdad. No podemos ocultarlo, todos lo ven perfectamente aunque no tengan los ojos de las Edevane.

-Por favor, no sigas -supliqué -no estoy preparada para pensar sobre eso.

-De acuerdo -suspiró tras entender mi mirada llena de dolor.

-Ahora tú. Te toca -ordené.

-Aún quiero saber... -le sujeté por el mentón y lo regañé con los ojos -eres terrible, no puedo negarte nada.

Habló de su niñez y la ausencia de amor paterno y materno. Siempre se escapaba a casa de su abuela cuando no podía más de su odio violento.

-Cuando vino mi madrastra mejoró las cosas pero yo quería que mi madre biológica fuera la que hiciera ese papel en vez de ella. Siempre fue incómodo aceptar su cariño prestado, prefería que se lo diera todo a Darek -admitió, recordando -y también fue más soportable por el nacimiento de Darek. Me hizo fortalecerme. Lo cuidaba cuando mi padre estaba de humor de perros. Pero cuando la madre Darek se marchó y Darek no quiso irse con ella oara no dejarme solo, todo empeoró mucho. Al principio eran solo gritos y portazos pero al crecer la cosa llegó a las manos. No me importaba, a veces lo quería matar de verdad pero cuando Darek una vez intentó separarnos y se llevó un golpe mío sin querer; supe que no podía seguir así las cosas. Acepté la ayuda de nuestra abuela y nos fuimos a vivir con ella. Me dio vergüenza, como si hubiera admitido una derrota.

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