Parte 47

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Kerr ya le había avisado hace semanas de mi desaparición a mi jefe para que no viniera con fuerzas especiales y todas las patrullas de policía de mi departamento.

Le pedí disculpas porque lo dejé tirado con el caso que me encargó.

—¡Ja! —me soltó —como si fueras la única que tiene buen ojo para resolver casos, no te creas tanto —se puso serio, de pronto —sé que las cosas de tu mundo son bastantes peligrosas pero fue difícil obedecer a tu chico para no intervenir. No me gustó mucho su explicación...omitió muchos detalles y aun así, dijo cosas terribles. No pensé que ibas a salir de esta al escucharlo por teléfono.

—Yo tampoco creo que siga respirando todavía—admití.

—¿Cómo lo conseguiste? ¿Murió por un ataque al corazón? Tuve un caso en que la víctima se salvó gracias a eso.

Suspiré.

—Jefe, ¿existe una especie de síndrome de Estocolmo inverso? —pregunté al recordar el comportamiento de Kain tan errático —¿un estado psicológico en que el secuestrador quiere proteger a su propia víctima?

—Si, se llama síndrome Lima —me dijo mi jefe, sorprendido —pero es más raro que el de Estocolmo. Así que fue eso...vaya, que suerte. ¿Sigue vivo?

—Si. Digamos, que pertenece a una especie invasora difícil de erradicar.

—¿Y no hay forma de detenerlo o matarlo? No creo que te haya liberado de manera genuina. Esos secuestradores cambian completamente y creen que son los únicos que pueden proteger a la víctima que han querido hacer daño en un principio. Irá a por ti cuando tenga oportunidad, "para cuidarte".

—Es difícil saber lo que hará. Son cosas de mi mundo, después de todo. Parecía estar en conflicto por haberme liberado, realmente odió hacerlo. Algo me dice que mantendrá la distancia una temporada.

Tampoco creía que tuviera una oportunidad de acercarse a mí otra vez. No veía una fecha cercana en que me dejaran ir por la calle sola sin vigilancia. Me sentía mal al sentirme tan cobarde pero yo tampoco quería ir sola a ninguna parte. Temí que mi miedo fuera de por vida pero sabía que era cuestión de tiempo. Las víctimas en mi caso, tardan bastante en poder rehacer sus vidas y dejar de tener miedo en hacer cosas cotidianas de su día a día.

Tenía que darme el permiso de ser paciente pero era muy duro no poder ser independiente por culpa de mis miedos.

—Entiendo —accedió mi Jefe y no insistió más —por cierto, estás de baja y no quiero protestas.

—Estoy bien...

—No, aunque sean cosas sobrenaturales no quiere decir que no sea menos grave. En situaciones más ordinarias hasta los policías tienen que darse de baja en situaciones. Tú no serás diferente. Tienes que recuperarte y sanarte como es debido. Hazlo también por la gente que te quiere, ellos también han sufrido. Nadie creía que volvieras con vida. También necesitan tiempo para sanar las heridas.

Respire hondo.

—Tienes razón, jefe. Estaré de baja sin protestar.

—Siempre la tengo, adiós,

La llamada con Marina fue más difícil porque a ella si le ocultaron muchas cosas, solo le dijeron que yo estaba "perdida en el bosque" y claro, Marina no era estúpida. Los cachorros me confesaron que tuvo una pelea terrible con Sam, incluso lo abofeteó porque seguía mintiendo sobre mi estado. En mi llamada, decidí contarle la verdad. Fue una llamada larguísima que duró el resto del día. Pero Marina la verdad la calmó más que mil mentiras más racionales.

Nos prometimos seguir hablando mejor en persona y me dijo que descansara prometiéndome hacerme todos mis platos favoritos cuando volviera a Hamlet. Mandó a Sam que recogiera una maleta con ropa mía, ya que yo solo estaba utilizando camisas de Kerr.

Justo cuando me estaba poniendo mi ropa entró Kerr en la habitación. Recogió su camisa y se la quedó mirando. Yo le sonreí pero él no me la devolvió.

Me acerqué y lo abracé, pero estaba inerte, como si no tuviera alma. Pero yo seguía insistiendo con paciencia. Le di un besito en el cuello cuando me puse de puntillas y me marché para comer la comida que había preparado Sam para nosotros.

Desde que toqué a Kain y sentí sus emociones era incapaz de comer ningún tipo de carne animal. También su comentario me afectó mucho, sobre la hipocresía de los humanos con respecto a comer carne animal ya que en los tiempos modernos la gente sin problemas económicos podría optar no comerla, era opcional. Yo no podía juzgar a un ser que necesitaba comer carne humana porque así era su dieta como otros animales carnívoros. Aunque mi moralidad fuera dañada. Era un concepto muy complicado para mi mente. Un humano no podía odiar a un león por matar a un ciervo, pero, ¿podría odiarlo si matara a un niño? ¿el león quedaba libre de culpa porque solo era su instinto animal? ¿Un cambiaforma podía asesinar a un humano aunque fuera inocente porque tenía que comer? Pero si un cambiaforma matara a un criminal para comer, ¿quedaba exculpado, libre de culpas? Todo eso pensaba pero no podía hablarlo con la pandilla, no entenderían mi punto de vista. Para ellos, solo eran asesinos que mataban personas inocentes, su postura tampoco parecía equivocada. Era una cuestión en que nadie parecía tener la razón.

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Tocaba a Kerr para cualquier excusa, un beso, un abrazo, una caricia. Poco a poco pareció descongelarse pero fue un proceso doloroso y lento. Sobre todo cuando se apartaba, rechazándome. Sabía que todavía no podía perdonarse lo que había sufrido. Se echaba toda la culpa de todo.

Pero un día, grité de dolor por una astilla clavada y vino a la carrera al garaje. Está trabajando en una cómoda para la habitación grande para colocar mi ropa y yo pasé la mano por la superficie y me la clavé sin querer. Me la sacó con unas tenacillas mientras yo me quejaba como una niña, él sonrió un poco.

—Ya, ya —me calmó, enseñándomela —¿Ves? No es para tanto.

Sonreí con cariño al ver su pequeña sonrisa. Le acaricié la mandíbula.

Kerr me miró por primera vez de verdad desde el día que me rescataron y soltó una lágrima desde el fondo de su corazón.

Recogió mi rostro con sus manos.

—Xaria, te amo —me dijo con profundo amor.

Entré en pánico.

—¡Darek! ¡Darek! —grité.

Darek vino a la carrera.

—¿Qué sucede?

Los mandé a colocarse enfrente mía. Sostuve la mano de cada uno.

—Os amo —les dije entre lágrimas de felicidad —Os amo. Para siempre.

Los abracé, Darek y Kerr repitían los mismo en mi oído.

—Xaria, te amo —una y otra vez.

Tras un tiempo, Kerr se retiró un poco y miró a Darek.

—Marchaos todos.

Darek suspiró, nada contento.

—No creo que...

Kerr me llevaba ya en brazos a la habitación.

—¡Maldito! Dado margen de huida.

Desde el garaje vi como todos salieron corriendo con los oídos tapados hacia sus motos. Me empecé a reír.

Al llegar a la habitación de matrimonio, Kerr me desvistió con lentitud y yo también le quité la ropa. Nos miramos en silencio. Se colocó encima mía, dándome un beso apasionado.

—Xaria, te amo. Para siempre.

Y así, dejé de tener miedo de Kain y los wendigos.

El mundo volvió a girar de nuevo.                                                                                

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⏰ Última actualización: Oct 10, 2023 ⏰

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