El tercer día me vio extrañado porque estaba muy mareada.
-Ah, claro. Tenéis que comer varias veces al día -me comentó, molesto -¿Por que no me lo has recordado? No me sirves muerta antes de tiempo.
Señaló la nevera pequeña. Dudé porque no me apetecía darle la espalda pero su mirada asesina hizo que me moviera. No sabía el motivo pero tenía una cocina pequeña con todo lo básico. Me pregunté si un cambiaforma podía comer comida humana a parte de su dieta natural. En la nevera había alimentos variados. Saqué cosas aleatorias.
Quién hubiera imaginado que las clases de cocina de Marina me servirían en un contexto de secuestro. Busqué cubiertos en los cajones. Miré el cuchillo mas grande un largo rato. Pero sabía que era imposible atacarle de frente, yo tenía una gran desventaja física.
Empecé a cortar verduras y hervirlas en el agua para hacerme una especie de sopa sin sustancias. Me la tomé de pie.
También me indicó donde estaba el baño. Me impresionó ver también que había una ducha. En la esquina había un contenedor de agua, comprobé con el grifo la temperatura y me di cuenta que salía agua caliente, ¿Era su hogar? Aparte de los tableros no me veía otro artículo personal pero quizás se quedaba ahí bastante tiempo para tener que acomodarlo. No creía que se tomara tantas molestias para que mi estancia fuera cómoda. Me bañé pero me tuve que poner la misma ropa.
Volví a sentarme. Creo que estaba en cierto estado de shock. Era incapaz de llorar a pleno pulmón, gritar o pelear con él. Me sentía entumecida, con los sentimientos opacados.
Recordé los casos de secuestro que comentaba mi jefe de su época de policía interno. Todos habían acabado mal en su carrera. Solo en uno pudieron rescatar con vida a la chica, había pasado tres años conviviendo con su secuestrador y había desarrollado síndrome de estocolmo. No quería testificar en su contra, se había enamorado de él.
Aunque los policías e investigadores ya estaban prevenidos de ese fenómeno sicológico les molestó mucho por todo el esfuerzo que hicieron para buscarla y rescatarla de su captor.
Me quedé pensativa sobre ese caso. La chica había sido víctima de un asesino serial en el que las víctimas no duraban más de una semana con vida pero a ella no la mató. Tres años estuvo sin deseos de matarla hasta que la policía la rescató. ¿Cómo lo logró? Se lo preguntaron y ella insistía que era amor verdadero, que hablaban cada noche y se habían dado cuenta lo mucho que se parecían sus vidas. Madres abusadoras y padres violentos, alcohólicos; La pobreza, no sentir nada de felicidad aunque les pasara algo bueno, se sentían invisibles...eso fue la única explicación que pudieron conseguir de ella. Al final, el asesino consiguió un cuchillo en la cárcel y se cortó el cuello y ella al enterarse hizo lo mismo, con una nota que decía que si él no existía no valía la pena vivir tampoco.
Síndrome de estocolmo y entablar una relación donde se forjara empatía...curiosamente eso fue lo que le salvó...pero ese asesino era humano, no un cambiaforma. No me veía capaz de hacerme amiga de él. No era estúpido, no caería en algo tan patético. Y si quería emplear mi don para conseguir una oportunidad tendría que tocar algo de él o tocar su piel durante muchos minutos para saber cuáles eran sus sentimientos más profundos para encontrar una pista que me pudiera beneficiar.
No sé porqué recordé a mi madre y su relación con los hombres en ese momento. Cualquiera, daba igual el carácter o su situación, casado o soltero; si mi madre se encaprichaba y decidía estar con un hombre ese mismo caía rendido a sus pies con una facilidad insultante.
Los usaba y luego los tiraba cuando se aburría y les destrozaba la vida para siempre. Recordé a esos hombres locos de amor intentado conseguir una segunda oportunidad y mi madre escuchaba su desesperación con el mismo aburrimiento que cuando los dejaba.
Al crecer, me recordaba una mantis religiosa que mataba a su compañero macho arrancándole la cabeza. Tal vez mi madre sería capaz de vencer a un cambiaforma de esa manera, seduciéndolo. ¿Ellos no necesitaban una compañera para tener sus crías? Mi madre se ofrecería y cuando pudiera librarse del problema, desaparecía como siempre lo hacía.
Sin sufrir las consecuencias.
-¿Qué estás pensando? -el cambiaforma movió una pieza negra de Go y la puso al lado de la rana -parece como si tuvieras esperanzas. Como si hubieras encontrado una manera de escapar -sus ojos eran burlones.
Se creía superior a mi de todas las formas y tenías razones para sentirse así.
No entendí porque creía eso. Pensar en mi madre siempre me dejaba de mal humor y con una capa de tristeza. No había ninguna victoria en mis ojos depresivos.
-Pensaba en mi madre -decidí contar la verdad -me preguntaba si lloraría al saber mi muerte.
-¿No todas las madres aman a sus hijos? -el cambiaforma movió otra la pieza de Go y la devolvió a su sitio original como si mi comentario hubiera modificado su jugada -por supuesto que llorará cuando lo sepa.
-Si haces esa pregunta es que has tenido amor maternal, felicidades, eres muy afortunado. No todos tenemos esa suerte -le contesté en tono seco.
Para mi sorpresa estuvo de acuerdo. Por primera vez, retiró sus ojos del tablero y me miró más tiempo de lo normal.
-Eso es cierto. A veces se me olvida que hay madres que no aman. Los humanos sois odiosos, incluso con vuestra misma sangre.
La madre de Kerr, por ejemplo. Pero no mencioné su nombre, no creía que le importaría más Se alegraría por su dolor.
Recibió un mensaje de su móvil. Se levantó.
-Me voy a ir muchas horas -señaló la puerta -no la voy a cerrar porque no tiene sentido. Afuera solo hay muerte para ti; así que tú misma si quieres arriesgarte.
Se marchó sin decir más. Me levanté hacia la puerta. Al menos tenía que comprobarlo, era incapaz de confiar totalmente en su palabras. podría decir mentiras con medias verdades. Toqué el pomo de la puerta y activé mi don durante muchos minutos exasperantes.
Solté lágrimas, desconsolada. Estaba en lo más profundo de una gruta inundada de wendigos que dormían a poca distancia.
Ojalá me hubiera mentido.
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La sombra del Alfa
WerewolfXaria decide mudarse al pueblo de Halemt, lugar de nacimiento de la abuela que nunca conoció. Se decidió tras leer sus diarios y comprender que ambas tenía un don para ver cosas que los demás no podían ver. Sin embargo, hay cosas que es mejor no ver...