Sus lenguas jugueteaban, hacían círculos y se tocaban. Se chupaban despacio, como quien tiene todo el tiempo del mundo para el placer, como quien aprendió a apreciar las cosas buenas de la vida, las mejores.
London enredó sus dedos entre los cabellos negros que caían sobre la frente de Jesse, se observaron un segundo, el fuego abrasador de sus miradas consumía cada célula de su cuerpo. Estaban vivos, más que nunca. London volvió a arremeter sobre esa dulce boca que nunca lo saciaba, una droga para la cual no encontraba remedio, y tampoco control.
Habían llegado de la universidad hacía solo media hora atrás. Era difícil mantenerse alejados, fingir frente al mundo, un mundo al cual no le debería importar qué hacían con su vida. Un café a solas, una práctica cotidiana ahora se sentía insuficiente. Jesse tuvo que contener las intensas ganas de sentarse en el regazo de su profesor. London tuvo que resistir el deseo de poner a su alumno a horcajadas sobre él y ordenarle que lo cabalgue como a un caballo salvaje, uno que había encontrado su jinete y no permitiría que se escape.
No habían tenido novedades de los Callums, Jesse no regresó a su hogar y no recibió llamada de ninguno de sus parientes. Jesse entendió que poco les importaba a esos desconocidos con los cuales compartía su sangre. Solo Mayka había mostrado dolor al alejarse de él, su querida prima, su todo.
—Hey—London lo sujetó del mentón y lo obligó a mirarlo, ambos yacían en la cama. Jesse a horcajadas sobre su hombre—¿Qué pasa con esa carita?
—Extraño a Mayka—dijo Jesse entretanto acariciaba los músculos duros de su pecho—, no he sabido nada de ella y eso me preocupa.
—Ella estará bien—agregó el profesor—. No es una damisela en apuros ni mucho menos. Creo que está más segura que tú y yo juntos.
—Eres un tonto—Jesse hizo una mueca y le dio un golpecito en la nariz a su amante—. Hablas como si tú fueras la damisela en apuros.
—Es probable—bromeó London y lo estrechó más entre sus brazos—, anda, ya deja de preocuparte.
Jesse salpicó besos en los hombros de London, luego en sus clavículas, en su cuello. London cerró los ojos y permitió la caricia, una que despertaba cada terminal nerviosa. La boca de Jesse era muy talentosa, y London se extasiaba de solo pensar que él había sido su maestro y no solo en la universidad.
London lo giró y lo arrojó sobre las sábanas de manera brusca. Jesse dio un grito y rio. Enredó sus brazos alrededor del cuello y sus piernas rodearon las caderas. Sus erecciones se acariciaron, la humedad en sus abdómenes era la señal más clara de su excitación.
—Profesor.
—Eres un bastardito muy hábil—London le mordió la oreja—. Sabes qué decir para matarme.
—No es mi intención matarte—replicó Jesse—, quiero... quiero...
—¿Qué?—London chupó sobre la mandíbula libre de vello—. Dímelo.
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Sangre y Cenizas (bilogía SYC) Romance hetero y gay +18
RomanceHay una leyenda que los valientes susurran y los cobardes callan por temor a una muerte segura. La leyenda de un demonio que se enamoró de la fragilidad de una rosa, de su sonrisa cálida y el océano que se reflejaba en sus ojos. Un demonio incauto q...