Hay una leyenda que los valientes susurran y los cobardes callan por temor a una muerte segura. La leyenda de un demonio que se enamoró de la fragilidad de una rosa, de su sonrisa cálida y el océano que se reflejaba en sus ojos. Un demonio incauto q...
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Mayka estacionó su deportivo afuera del edificio en donde había visto a su primo Jesse ingresar junto a London Morgan un par de horas atrás.
«Me voy de aquí, se terminó, Mayka».
La mujer sostuvo el volante con todas sus fuerzas, retorció sus manos allí de igual modo a como deseaba retorcerle el pescuezo a cada hijo de puta que le hizo daño a Jesse, que lo había orillado a terminar con su vida o a irse de Inglaterra.
Debía detenerlo, huir no era la solución. Irse del país implicaba convalidar cada acusación injusta que había recaído sobre él. Mayka cerró los ojos y golpeó su cabeza con el respaldo. Entendía a Jesse, las ganas de terminar con todo y marcharse a algún lugar donde nadie la conociera fue una idea que siempre estuvo en su mente, pero la cuestión era, ¿dónde?
Su abuelo era un gran pulpo con un millar de tentáculos que captaban todo lo que sucedía, dentro y fuera del país. Es así como encontraron a la madre de su primo Dominic en su momento, fue así como persiguieron a cada desertor de sus filas.
Jesse muchas veces le dijo a Mayka que su familia se parecía un poco a las historias sobre la mafia siciliana, él estaba equivocado. Los Callums eran mucho peores a cualquier mafia, a cualquier poder oculto. Los Callums no eran mafiosos, tampoco empresarios, abogados, médicos, o arquitectos. Eran un clan de asesinos, una hermandad, y ningún «hermano» salía de su órbita.
Tenía que ingresar al edificio, al parecer, era la única manera en la que podría hablar con Jesse. La estructura tenía cámaras de vigilancia por doquier. Si decidía entrar y las cosas se descontrolaban, su rostro aparecería y no podía darse el lujo de desatar un nuevo conflicto con ellos.
«Tienes que demostrar la inocencia de Jesse».
¿Cómo carajo iba a lograr eso? ¿Iría y le diría a su abuelo que Jesse solo era amigo de su profesor de historia del arte? ¿A quién le importaba si su versión era verdad o mentira? ¡Eso era irrelevante! Isaac, Dustin, Owen y Abel odiaban a los Morgan más que Theodor, Jesse no sería perdonado por esta afrenta.
Después estaba la cuestión de cuál de los Morgan era y eso lo hacía mucho peor. London era pobre, un prospecto con el cual no obtendría ningún rédito. Sí, el cerebro medieval de su abuelo le impedía ver más allá. Entonces, estaba frente al gran dilema de su vida.
.Salvar la vida de Jesse ayudándolo a salir del país o terminar con el maldito London Morgan, aunque Jesse la odiara por toda la eternidad. No había salida de allí. Jesse debía separarse de ese hombre, sin importar lo bueno y amable que fuera con él. Mayka se abrazó a sí misma, la noche estaba fría y las horas pasaban dentro del vehículo.
«Mátalo».
El celular sonó y Mayka tuvo miedo de responder. Era Owen. Dio un suspiro y presionó para que la llamada entrara.
