Jesse cerró los ojos y disfrutó la sensación del semen caliente impregnando su interior. London gemía en su oído y sus caderas se sacudían para que los últimos vestigios de su erección desaparecieran. Las piernas de Jesse estaban enrolladas en su cintura, y no planeaba soltarlo pronto. London desperdigó besos húmedos en su mandíbula y con su boca entreabierta recorrió el cuello de abajo hacia arriba. Sus labios terminaron sobre los de Jesse de nuevo, como lo habían hecho desde el momento en que Jesse decidió bajar todas sus barreras y se entregó a recibir amor, sexo, pasión y diversión.
—Gary Damonte me habló de ti hoy —musitó London, y descansó su impresionante estructura sobre ese muchacho que a simple vista parecía frágil.
—¿De mí?
—Dice que eres brillante —agregó London, orgulloso, mientras sus dedos peinaban el cabello lacio azabache de Jesse—. Quiere que te adscribas como ayudante de cátedra.
Jesse se contrajo debajo de su cuerpo. London picoteó su rostro con besitos suaves, diferentes a la pasión desbordada de hacía solo unos minutos.
—London... yo... no... —Comenzó a entrecortar las palabras, como le sucedía cada vez que estaba nervioso.
Su amante intentó darle calma.
—¿Por qué no quieres intentarlo?
—¿En serio? ¿A-Acaso no m...? ¿Acaso no me escu...?
—Sí, te escucho. Me encanta hacerlo, y sé que tienes una enorme capacidad. Tú amas el diseño interior. Y le darás confianza al alumnado.
Jesse giró su rostro hacia un costado, y London lo sostuvo del mentón. No había lugar para huir. London no permitiría que continuara con esa misma mecánica dolorosa.
—Es hora de que rompas la cáscara y salgas de allí, mi bella mariposa.
«Mi bella mariposa».
Era lo más cursi y gay que Jesse había escuchado en su vida, y también lo más dulce que sus oídos le transmitieron en sus veinte años. Jesse entendió que era parecido a ese hombre. Jesse no era un Callum, así como London no era un Morgan. Solo eran dos seres que se amaban. Sin limitaciones ni juicios. Sin malos tratos ni palabras hirientes.
—Voy a tartamudear, London —dijo avergonzado cuando fue capaz de hacer rodar las palabras.
—Gary te ayudará. Es un gran hombre. Me ayudó muchísimo cuando me inicié en la universidad.
—¿Y por qué él...?
—¿Por qué me ha contado esto? —Jesse asintió, y London tocó con su nariz la del muchacho—. ¿Tú qué crees?
—¿Sabe de nosotros?
—Me alentó todo el tiempo desde que apareciste en mi vida —confesó London con alegría—. Obviamente, él piensa que mi reticencia a concretar algo contigo se debía a la relación profesor-alumno. Gary no tiene idea del mundo que nos separa.
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Sangre y Cenizas (bilogía SYC) Romance hetero y gay +18
RomanceHay una leyenda que los valientes susurran y los cobardes callan por temor a una muerte segura. La leyenda de un demonio que se enamoró de la fragilidad de una rosa, de su sonrisa cálida y el océano que se reflejaba en sus ojos. Un demonio incauto q...