26 Infierno 💖🔥

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La cama gritaba sexo en cada milímetro de su extensión

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La cama gritaba sexo en cada milímetro de su extensión. ¿A cuántas mujeres habría hecho gemir de placer mientras las embestía? Su piel se erizó cuando su pelvis percibió el enorme bulto endurecido entre la tela de los pantalones de Bryce.

Bryce estiró el labio inferior de la mujer y lo saboreó. Planeaba chuparla como un dulce, como uno con el que jamás volvería a deleitarse. La verdad no debió haberle sonado dolorosa, pero carcomió su ser, lo hizo reflexionar acerca del deseo y las veces en donde su frontera con el amor se tornaba difusa. Bryce no estaba enamorado de Mayka, por supuesto que no. Sin embargo, el hecho de sentir su cercanía, la manera en que se tornaba frágil y necesitada entre sus brazos, lo llevó a entender a su primo London. Si el tal Jesse le generaba lo mismo, pues el pobre estaba condenado al infierno.

«Un bálsamo que cura mis heridas y alimenta mi libido».

Mayka tenía un sabor excepcional. Uvas frescas bajo el calor de la Toscana. Bryce había pasado un verano allí hacía varios años. Mayka lo transportó al calor de esa tierra, al aroma de un buen vino, a su piel bronceada en la arena. Esta mujer tenía magia, la capacidad de llevarlo a momentos felices, lejos de los nubarrones de Londres.

Salvaje, dulce, aguerrida, visceral, con un toque de ternura. Una fórmula mágica, una que descubriría esa noche.

—Eres un hombre grande. —La mujer colgó de nuevo sus manos en el cuello. Lo acercó más, lo adhirió a su ser. Mayka anhelaba que sus cuerpos se convirtieran en uno.

—Tú también tienes partes grandes —bromeó—, y todas me gustan.

—Idiota. —Le golpeó el pecho.

Bryce le devoró la boca y la absorbió como siempre había querido, después de todo, nunca más la tendría para sí.

—Me declaro culpable —musitó mientras sus labios la recorrían y sus manos masajeaban su trasero—. Tú pones tonto a cualquier ser humano con ojos. —Acarició los gloriosos senos entre la camisa. ¿Eran más grandes que como los recordaba?

—¿De verdad me viste esa noche hace dos años? —preguntó incrédula. ¿Cómo era posible que un hombre como Bryce recordara a una chiquilla en medio de decenas de mujeres increíbles?

—Una cosa hermosa. —El demonio le chupó la mandíbula—. La más bella y deseable. La más prohibida. Dios, solo a ti te quedaba bien ese vestido rojo. La forma en que casi se traslucía en tu culo y en tus enormes tetas.

Mayka puso los ojos en blanco, y Bryce desperdigó besos húmedos en su cuello. El ambiente alcanzaba más y más temperatura. Cada toque la quemaba.

—Todos los hombres quedan hipnotizados con mis tetas —confesó Mayka—. Odio cuando solo miran eso.

—No me digas que te molesta —replicó Bryce—. Mujer, ten un poco de piedad de nosotros. Somos almas débiles.

—Y básicas.

Sangre y Cenizas (bilogía SYC) Romance hetero y gay +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora