33 Más que nada, más que todo💖🔥

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Decir que Mayka estaba nerviosa era subestimar la situación

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Decir que Mayka estaba nerviosa era subestimar la situación. Jamás sintió que sus tacones le molestaran tanto en toda su vida, ni siquiera cuando corría con ellos. El miedo era un mal consejero, uno terrible.

¿Qué pasaría si la descubrían? Owen y Dustin estaban sobre ella como halcones en busca de un suculento ratoncito, esperando el momento justo para atacar ¡Y ella corría en campo abierto!

Vociferó cientos de palabrotas en contra de Bryce en su vehículo y continuó maldiciendo mientras caminaba por el impecable mármol níveo. El hotel tenía la vista al Green Park. Era una construcción de estilo neoclásico que gritaba «costoso» en cada moldura. Llegó a la recepción, suspiró y sonrió con delicadeza y amabilidad. Le indicaron que ya la esperaban, y uno de los empleados la condujo hasta el lugar. Atravesaron los pasillos decorados con alfombras persas. Jarrones con flores blancas y perfumadas decoraban los laterales del pasillo que la llevó hacia los ascensores y desde allí a la suite donde Bryce la esperaba. La luz natural era lo más llamativo del lugar, con sus techos de vidrio de cuyos bordes se desprendían dibujos circulares de color dorado.

—Si necesita algo, estoy a su disposición —le dijo el hombre, y le entregó la tarjeta magnética de ingreso.

Mayka la miró en sus manos. Era obvio que las órdenes de Bryce habían sido muy específicas. Apretó la tarjeta. De pronto, tuvo ganas de correr, de huir de esa realidad que la tenía atrapada.

«Quieres huir de esta realidad, no de él».

Y nuevamente la verdad salía a la luz. Era brillante, y aunque por instantes le causaba estupor, Mayka sabía que era lo correcto. Estaba allí porque había elegido arriesgarse, porque deseaba tener a ese hombre una vez más en sus brazos.

Colocó la tarjeta, y el ingreso se activó. Empujó la puerta y entró a la suite. En contraste con la luminosidad del ambiente fuera de la habitación, allí todo estaba en penumbras. Las cortinas estaban cerradas y la oscuridad solo era quebrada por velas colocadas estratégicamente en diferentes sectores. La suite contaba con mobiliario antiguo de color durazno, cortinas de seda blanca y paredes amarillo pastel. Mayka dejó la cartera en la mesita de arrimé y caminó al centro de la sala. El piso alfombrado impedía que los tacones golpearan con fuerza. Miró alrededor. El olor a rosas impregnaba el espacio.

«Los Callums son rosas que tienen espinas hasta en sus pétalos».

Estaba claro que a Bryce le faltaba un tornillo. Mayka dio gracias a Dios por ello, por su valentía, por el arrojo que a ella le faltaba al momento de liberar sus deseos. Dio vueltas y capturó con su retina los detalles, desde los cuadros antiguos hasta los dibujos de bronce que decoraban las paredes. Tiró hacia atrás un mechón de cabello que se había desarreglado y se decidió a cruzar la doble puerta frente a la imponente sala. Dio pasos hacia ella y presionó sobre la manija dorada. Dejaría de perder el tiempo. Cruzó el umbral de la puerta de ensueño y encontró un escenario similar al de la sala, con la diferencia de que la cama, con sábanas de lino blanco, estaba abierta. Sobre ella estaban esparcidos pétalos de rosa, y las velas rojas decoraban todo alrededor. Sin embargo, lo más atrayente era, sin dudar un segundo, la figura que yacía desnuda sobre la blancura de las telas. Su cabello estaba mojado, lo que develaba que había tomado un baño para recibirla.

Sangre y Cenizas (bilogía SYC) Romance hetero y gay +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora