Capítulo II

1.6K 189 4
                                    

Māzigon kesīr—pido a Ala de Plata y ella se acerca lentamente, acercando su cabeza a mi pecho

"Ven aquí"

Solo su cabeza es mucho, mucho más grande que mi cuerpo, pero aún así no le muestro miedo. No siento miedo, ¿respeto? Oh, por supuesto, pero no hay miedo.

Mi madre siempre lo decía. No debo temerles, hay sangre de dragón corriendo por mis venas; pero tampoco soy su dueña, soy lo que ellos me permiten ser, y debo respetarlos.

Intento familiarizarme con ellos, que me tomen confianza antes de intentar cualquier cosa.

No es que piense tomar el trono inmediatamente, necesito aliados, soldados, personas dispuestas a luchar por mi y la causa. Y para eso, necesito ir a Westeros.

¿Qué mejor lugar para conseguir aliados sino bajo las narices del enemigo?. Estoy segura de que no muchos tienen a los Baratheon o a los Lannister en estima.

Según mis informantes no, sin duda no. Pero, que sean informantes no significa que pueda confiar ciegamente en ellos.

Solo hay uno que verdaderamente es fiel a mi, y ese no es Lord Baelish, sin duda no. Él es solo un hombre que busca lo mejor para si mismo, y aunque lo respeto, no me gustan las personas falsas.

—Tres huevos de dragón—dice Harald, a unos buenos y distantes metros de mi

¿Cree que esa corta distancia va a detener a Ala de Plata si decide atacarlo? Por los dioses, es completamente ridículo.

—¿Y?—me encojo de hombros—. Daenerys es una Targaryen, si esos huevos eclosionan entonces bien, tendrá el dragón que le corresponde tener.

Al parecer le regalaron tres huevos de dragón, pero petrificados, así que no entiendo cuál es la insistencia de ser Harald

—Ella no sabe nada, Alyssa—me recuerda—. No sabe nada acerca de su familia, de los dragones o de como montarlos.

—Está en ella, no necesita saberlo—acaricio a Ala de Plata, sonriendo por su tranquilidad—. Deja de subestimarla, Harald, ella es una Targaryen, sangre de dragón también corre por sus venas.

—Si, y se dice que su hermano, Viserys, está loco—insiste

—Alguien tenía que heredar la locura de mi padre—volteo a verlo, notando que su cabello plateado resalta por el sol—. Si está loco, no voy a matarlo, y tampoco a ella. No voy a acabar con mi propia sangre.

—Como sea—suspira—. Repasemos a las casas en las que debes buscar ayuda.

—Martell—recito—, los Lannister ejecutaron a mi cuñada y a sus hijos; Tyrell, porque son inteligentes, fuertes; y quizás algunos esclavistas que pedirán algo a cambio.

—Siempre puedes matarlos y quedarte con los ejércitos—propone y ruedo los ojos, escuchando a Ala de Plata gruñirle, lo que lo hace apretar los labios

—Eres demasiado sanguinario a veces—suspiro—. Para matarlos debo usar a los dragones, no tengo un ejército que me respalde si lo hago.

—Úsalos, son tus armas.

—No—frunzo el ceño—. Si, son armas, pero no son mis armas y no voy a arriesgarlos en cada oportunidad que tenga. Ellos siempre van a ser mi última opción, no quiero que les pase algo—apoyo mi frente en el costado de la cabeza de la dragona y ella cierra los ojos haciéndome sonreír

Muchos tienen la creencia errónea de que los Targaryen mandamos sobre los dragones, que solos sus dueños. Pero no lo somos.

Somos sus jinetes, sus compañeros durante el tiempo que ellos lo permitan, y formamos un lazo con ellos que va más allá de utilizarlos para la destrucción.

The queen of fire and ice [Robb Stark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora