Capítulo XLV

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—¿Caminantes blancos?—Dany frunce el ceño, mirándome a la espera de una explicación más larga.

Pero específicamente la mirada que me dirige, es como si creyera que me estoy uniendo a una locura colectiva.

—Muertos—le explica Jon—. O no tan muertos. Personas mueren al otro lado de la muralla todo el tiempo, durante años, y este rey los trae de vuelta a la vida como sus... soldados. No tienen consciencia, su único objetivo es lo que el rey nocturno les ordene.

Asiento, mirando a través de las cortinas el cielo. El sol comenzando a ponerse en el horizonte mientras la brisa fresca llena el lugar.

»Son muchos. Demasiados como para siquiera tener esperanza de poder ganar. —Jon no aparta sus ojos de mi hermana—. Por eso necesitamos a todos los hombres que podamos reunir. Y ustedes también nos necesitan a nosotros.

Por los dioses.

—¿Ustedes?—Dany enarca una ceja—. ¿Necesitar a quienes?

—Los Targaryen no dejaron una buena huella en los siete reinos—nos recuerda y resoplo—. Salvarlos ayudaría con su reclamo al trono. —Me mira y luego a Daenerys.

«¿En serio quiere avivar ese tema? ¿En serio cree que eso de alguna forma va a ayudarnos en este momento?»

—Y también ayudaría con la imagen que dejó tu padre, ¿no es así?—cuestiono—. No uses ese discurso, Jon, porque ambas familias son vistas de mala forma por el reino. Y a diferencia de la tuya, la mía tiene antepasados que se interesaban por todos y no solo por una pequeña parte de Westeros.

Ruedo los ojos, levantándome de mi lugar para acercarme al balcón, mordiendo el interior de mi mejilla mientras niego.

Para nadie es un secreto que los norteños, en su gran mayoría, se preocupan solo por el norte. Por su propia gente, por su propio bienestar.

Y no es algo que juzgue del todo, por ello es que cada uno de los siete reinos tiene un Lord que lo encabeza. Pero a la hora de la verdad, todos son uno, y no pretendo permitir ser juzgada por un... bastardo. Mucho menos un bastardo que cree que su historia familiar es ejemplo para otros.

Su supuesta historia familiar.

»Ella es mi hermana—le recuerdo, dándome la vuelta para verlo—. Va a ayudarnos; y no porque le importe lo que salga de tu boca sobre nuestra familia, sino porque le importan las vidas inocentes. —Camino hasta la silla de Daenerys y me paro tras ella—. Y nosotras no necesitamos ayuda de nadie. Hay inmaculados, Dothrakis y Dragones bajo el mando de ambas. Seis enormes dragones que volvieron al mundo por nosotras. ¿Quieres pensarlo y reconsiderar si de verdad los necesitamos?

La única razón por la que no hemos usado ese poder es porque no queremos derramar sangre inocente. O al menos evitar derramar la que podamos. Pero eso no significa que no seamos capaces de mantenernos por nosotras mismas.

Y nuestros aliados lo son porque tienen la inteligencia suficiente para comprender que de nada sirve oponerse a dragones y al mejor ejército del mundo conocido.

—¿Entonces porqué te casaste con Robb?—me pregunta.

—Porque así funciona nuestro mundo. Las alianzas son importantes, y en ese entonces no teníamos tanto poder como ahora. —Me encojo de hombros—. Y porque Robb tenía una razón para apoyar mi reclamo; la muerte de Ned causada por los Lannister. Muerte que tomé como parte de mi causa, por si se te olvida.

Él simplemente me mira, así que me acerco a la mesa donde se encuentra el vino y me sirvo una copa, recordándome que este hombre también es el hermano de Robb y prefiero no enemistarme con miembros de su familia. Si es posible.

The queen of fire and ice [Robb Stark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora